Los mundos de Judeline inundan de misticismo y embrujo Concert Music Festival
La niña del sur, con su imparable voz y estilo personal, emocionó con las canciones incluidas en su álbum 'Bodhiria'
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No existe un mejor viaje que el de volver a casa, por mucho que Judeline sea capaz de viajar con su música por diferentes mundos. El de anoche era completamente desconocido para esta joven artista que tiene una de las voces más prometedoras del panorama musical actual. Por primera vez actuaba en Concert Music Festival, Chiclana, cerca de su casa.
La niña del sur había regresado a su tierra, a sus raíces. Aunque Lara Fernández naciera en Jerez, creció en Los Caños de Meca, un rincón de la costa de Cádiz que embruja a cualquiera, casi tanto como lo hace Judeline con su voz. La joven artista creció hechizada por la atmósfera que se vivía desde habitación, como ha confesado en varias ocasiones, pues desde allí dejaba volar a su imaginación y se inspiraba en crear canciones.
Este embrujo y halo de misterio es lo que envolvió con su Bodhiria el Auditorio de Concert Music Festival. La artista llegó dispuesta a emocionar con su primer álbum que marca el clímax de su fulgurante carrera y con el que, a través de su alter ego Angel-a, explora los sentimientos del desamor, la angustia y la soledad.
Bodhitale, la intro del disco, abrió la puerta a ese mundo ficticio llamado Bodhiria. Con su hipnótica y suave voz fue atrayendo al público para que la acompañaran en esta narrativa sonoro visual de la mano de AngelA, con la que se sumergieron en un mundo donde lo divino y lo terrenal se entrelazan. Entre referencias espirituales y la religión llegó el momento de pasar a la unión divina con INRI, un tema que viene a decir que la unión con su “habibi” cuenta con aprobación divina.
El viaje por los mundos de Judeline continuó por Tánger y Zahara, dos lugares relativamente cercanos a Los Caños de Meca y que inspiraron a la artista. En uno de ellos incluso le hace un guiño a Antonio Carmona, versionando con su voz ese “para que tú no llores así, no pierdas la esperanza”, coreada a la vez por su público.
Tras la interpretación de estas canciones, Judeline regresó a la tierra para sentir el calor de sus amigos y familia. “Qué alegría estar aquí, Chiclana. Estoy nerviosa porque estoy en mi tierra y la presión es grande cuando se canta en Cádiz. He dormido en casa de mi madre, así que vengo súper descansada, y me he comido un puchero, así que vengo alimentada”, confesó a su público.
Lo mejor de hacer un viaje es regresar a casa, así que siguiendo el camino de luz de luna reflejado en el agua, siguió los pasos musicales de Mangata para continuar con el embrujo de la noche. Entre misticismo, un cuerpo de baile enigmático con miradas endemoniadas y movimientos descontrolados desde el inicio de su espectáculo, Judeline siguió con su viaje hechizante con Brujería, versionando La Tortura de Shakira, hasta llegar a TÚ ET MOI, Heavenly, luna roja y Joropo.
Ya dijimos que Judeline no venía sola y, con el tema Canijo, saltó al escenario su tío, formando parte del espectáculo visual de Bodhiria y alzando la voz al grito de “free Palestina”. Tras este alegato de paz, el espectáculo continuó con Chica de cristal y zarcillos de plata, canción que le llenó de alegría “por cantar en un sitio que se entienda lo que es un zarcillo y no tenga que traducir una palabra”. La narrativa de Bodhiria llegó a su fin con su triángulo amoroso 2+1 y su emocionante canto a capela de Un puente por la Bahía, la Cruz del Campo, con la que, junto a Yerai Cortés, le rinde homenaje a Camarón y a su tierra.
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