De profesión, entrenador honrado

Cádiz CF

El linense Juan Merino apela a su condición para que su mensaje claro cale en el vestuario del Nástic de Tarragona

Merino alza el brazo derecho mientras corrige a sus pupilos durante un encuentro de Liga.
F.j. Díaz

cádiz, 03 de mayo 2017 - 07:10

Un entrenador gaditano en el banquillo del Nástic de Tarragona. El linense Juan Merino Ruiz es el responsable de que el conjunto catalán se presente en Cádiz con todo a favor para optar a la permanencia. El preparador del cuadro grana lleva trabajando en silencio desde que tomó el relevo a Vicente Moreno, que anunció su marcha en la Nochebuena del año pasado. Cuatro días después Merino tomaba el mando a otro proyecto muy torcido en el que nada había tenido que ver en su elaboración. Otra vez le tocaba apagar un fuego.

Juan Merino, un prototipo que no abunda. Un entrenador honrado; esa es su profesión. Una persona que como jugador ya marcaba la trayectoria que iba a llevar en la vida, con botas o sin ellas, pero siempre por el mismo camino. Como responsable del banquillo del Nástic -en partido oficial desde el 8 de enero-, ha sumado 25 puntos, lo que quiere decir que son números de play-off de ascenso si el Nástic no hubiera realizado una primera mitad de campaña tan pobre en la que sólo sumó 16 puntos.

El entrenador honrado es, además, claro en sus ideas y en los mensajes al vestuario. Grandes problemas, soluciones fáciles de asimilar por la plantilla. Ha sido su secreto para que el Nástic pase de ser un equipo sentenciado al descenso, a pelear con garantías para seguir en Segunda A.

Merino tiene los pies en el suelo, huye de los elogios y piropos por su trabajo y, lo más importante, se queda con los resultados que lo avalan. Desde que empezó a soñar con ser futbolista en la cantera del Zabal, siempre llevó como lema trabajar en silencio pero siendo ruidoso en su exigencia y profesionalidad. De La Línea a Sevilla, siempre por el mismo camino y con el sello de la humildad que un profesional del balompié nunca debe perder para mantener viva la mecha de lo que fue un día: un desconocido.

La fortaleza mental del entrenador linense se ha visto de manera clara en el banquillo del Nástic. Derrotas dolorosas e inesperadas dieron paso a triunfos sonados que encendían las luces de la salida de la crisis. Sirva como ejemplo la derrota en casa ante el Elche, que hizo daño, y que en un abrir y cerrar de ojos se olvidó ganando en Zorrilla al Valladolid, cuando los pucelanos habían metido la directa a por la zona de play-off.

Su recorrido como futbolista fue extenso e intenso y aunque como técnico es bastante más corto, ya se ha ganado con merecimiento la capacidad de reanimar equipos en situaciones delicadas. En el Betis, en su Betis del alma, enderezó el rumbo en Segunda y en Primera en dos etapas distintas. Otra vez apagando un fuego del que no fue culpable. Pero es inevitable hacer una pregunta: ¿Cuándo pondrán en manos del bueno de Juan un proyecto serio y profesional al que él dé forma desde el principio? Si salva al Nástic de caer al pozo de la Segunda B... puede ser.

El gaditano de La Línea quiere seguir siendo en Carranza el mismo Merino que respeta al Cádiz como a cualquier equipo aunque fuera de Regional. El 'bombero' del Nástic tiene que recurrir otra vez a su sicología especial para recuperar a un grupo de jugadores que quedó tocado cuando el Reus marcó en el tiempo de prolongación.

Ese es Juan Merino; el hombre que trabaja en silencio y el entrenador honrado.

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