De las palabras a los hechos

La puesta de largo en el banquillo de Claudio Barragán acapara la atención del partido de un 15º capítulo liguero que irrumpe con la imperiosa necesidad de victoria para el Cádiz, que más allá del cambio de entrenador está obligado a sumar los tres puntos frente al Lucena en el estadio Ramón de Carranza en un duelo que se dirime en un nada habitual horario matutino (12 del mediodía) sin motivo aparente. Los normal es jugar a las cinco como era costumbre en las últimas fechas, pero el club ha decidido por las buenas probar con otra hora.

Los puntos que se fue dejando por el camino la escuadra amarilla desde el pistoletazo de salida del curso le acabaron costando el puesto a Antonio Calderón y a Chico Segundo, destituidos tras la derrota (2-1) sufrida el pasado domingo en La Línea frente a la Balona -la segunda de la temporada- que llegaba precedida de dos empates consecutivos.

No fue ese revés en el municipio linense el detonante de relevo, sino la sucesiva pérdida de puntos. De los 42 ya disputados en 14 jornadas, el Cádiz sumó 22 y perdió 20, un saldo que acabó con la paciencia de los rectores del club, que dejaron de confiar en el míster y buscaron un revulsivo.

El hasta hace unos días entrenador pagó los platos rotos, como suele ser habitual en el mundo del fútbol, pero los verdaderos culpables de la situación, los jugadores, permanecen en su privilegiada atalaya (el presidente dijo que es más fácil echar a uno que a 25) y hacia ellos se dirigen ahora todas las miradas. Sin el paraguas del anterior técnico, sobre el que recaían las críticas, ahora más que nunca tienen que dar la cara y defender al cien por cien el escudo del Cádiz. Sin rodeos. En juego no sólo está el futuro del equipo gaditano en la competición. Los futbolistas no tienen otra salida que mejorar su rendimiento si no quieren verse abocados a una escabechina en un mercado de invierno al que la entidad cadista tiene toda la pinta de tener que recurrir salvo que los integrantes del plantel den un paso al frente y ofrezcan sobre el césped lo que se espera de ellos. Y es que un club con el presupuesto más alto de toda la Segunda División B (unos 3,7 millones de euros) está llamado a ocupar posiciones más altas de la quinta en la que habita antes del comienzo de la jornada.

Regresar a la zona vip de la clasificación no parece demasiado complicado a tenor de las escasas diferencias que hay hasta la segunda plaza (un solo punto). Cuestión aparte es el asalto a un lejano liderato, propiedad del UCAM Murcia, que aventaja en ocho puntos a los amarillos. La pelea por el primer puesto es el objetivo de un Cádiz que tiene que encadenar triunfos a la espera de que su máximo adversario acumule tropiezos y la diferencias se estrechen con el paso de las semanas. Una carrera de fondo con una sobredosis de paciencia. Tiempo y puntos en liza hay de sobra. Restan, con la de hoy, 24 jornadas, nada menos que 72 puntos. Y los murcianos todavía tienen que pasar por el estadio Carranza en febrero de 2015.

El principal ingrediente con el que el nuevo técnico quiere aderezar la escalada de posiciones y la toma del liderato es la intensidad en el juego. En sus dos comparecencias ante la prensa desde su aterrizaje (en su presentación y en la previa del partido), Claudio insistió en la necesidad de que los jugadores peleen aún más que los del equipo contrario y sean perros de presa cuando no tengan el balón. Si a la intensidad se le une la calidad que a priori se le presupone a la plantilla, el preparador considera que llegarán los resultados.

La receta no es otra que aunar esfuerzo y calidad para alcanzar el éxito, aunque el técnico aportaba otra de las claves: lo colectivo por encima de lo individual. El nosotros está por delante del yo. El equipo en su máxima expresión.

Está por ver si hoy se aprecia algún cambio en las prestaciones del conjunto amarillo. Al menos se tendrá que ver esa intensidad que pide Claudio, intensidad que por otro lado también pedía Calderón. Hoy se pasan de las palabras a los hechos en el primer examen de la era Claudio.

La primera alineación es una incógnita porque la decisión del entrenador será producto de lo que haya visto en los cuatro días de trabajo con la plantilla. Todos los futbolistas parten de cero en busca de un hueco en el once.

Se supone que habrá continuidad en la portería y Aulestia volverá a estar entre los palos. En defensa no hay margen de elección para el técnico, que sólo dispone de cuatro jugadores y uno de ellos, Tomás ha arrastrado molestias musculares durante toda la semana. Sin no hay contratiempos el algecireño estará en el lateral izquierdo y Andrés Sánchez seguirá en el derecho, mientras que Servando y Arregi serán los inquilinos del eje de la zaga. El vasco suplirá al sancionado Josete en una línea defensiva en la que es baja, una semana más, el lesionado Óscar Rubio.

Habrá que cuál es la apuesta del míster en la medular. Garrido, en teoría, conservará su puesto de pivote si se tiene cuenta que es el mejor jugador del Cádiz en lo que va de temporada. Juanma Espinosa era el cerebro elegido por Calderón para llevar la manija del equipo y Claudio tendrá que decidir si lo mantiene o se decanta por Mantecón o incluso por Navarrete. La vuelta de Juan Villar a al banda derecha será un hecho tras cumplir su sanción de dos partidos. En la izquierda surgen las dudas. Podría entrar Migue García, algo renqueante esta semana, o hacer lo Kike Márquez, titular en los últimos encuentros. Para los dos puestos de ataque por el centro hay varias posibilidades. Una es que salgan de inicio Jona y Airam Cabrera. Otra es que uno de los dos se quede en el banquillo y Kike Márquez o Fran Machado actúen en tres cuartos como mediapunta. El granadino es duda hasta última hora por el esguince de tobillo producido hace diez días.