cádiz | sevilla atlético · la crónica

Un monólogo sin remate

  • Un punto El equipo de Jose González suma su enésima igualada ante un filial hispalense decepcionante Cal y arena Los amarillos desaprovechan oportunidades claras al principio y se van diluyendo poco a poco

El gol del Jaén al Lucena en el último suspiro del partido dio ayer más valor al enésimo empate del Cádiz. La escuadra amarilla desaprovechó claras ocasiones en los primeros compases, pero se fue diluyendo con el paso de los minutos ante un Sevilla Atlético que jamás fue con ambición a por su segunda victoria a domicilio de la temporada. Los cadistas, tal y como estaba previsto, siguen al frente de la tabla en solitario, dejando ahora a cinco puntos de diferencia a una Balona que, sin jugar, ha recuperado la segunda plaza del grupo IV en detrimento de los cordobeses.

Jose González dejó fuera del equipo a Goikoetxea, permitiendo a Jose Serrano regresar al once titular tras meses y meses de inactividad. El central vasco no entró ni en la lista de convocados, quedando Moke en el banquillo como el comodín del entrenador gaditano.

El inicio del partido fue vibrante y permitió al espectador estar más pendiente del balón que de las nubes que amenazaban desde el cielo con desahogarse en tiempos de crisis. Los sevillistas inauguraron el carrusel de llegadas, pero los gaditanos, que no tardaron en responder, hicieron méritos más que suficientes en los primeros diez minutos para haberse marchado al descanso con ventaja.

Julián, el más despierto de los visitantes, abortó una ocasión de Ikechi tras el pase de un enchufado Cases. A renglón seguido fue Ferreiro, mucho más activo que el escocés, quien habilitó a Juanjo para que el pacense enviara el balón al palo. Sin descanso, fue Óscar Pérez quien asistió a Ikechi para que el extremo zurdo, tras ganarle la espalda a la defensa, levantara demasiado el esférico ante la salida del portero.

Con la defensa del Cádiz ordenada, y con Serrano recordando cómo era eso del fútbol de competición, Hiroshi se encontraba sin comerlo ni beberlo con el balón en sus pies. El japonés no remataba y era la propia pelota la que golpeaba en sus botas para acabar marchándose pegada al palo izquierdo de la portería de Aulestia.

Héctor Yuste, de cabeza después de una falta botada por Ferreiro, tenía la última ocasión clara en la primera mitad del duelo. Era el minuto diez. Y desde ahí hasta la media hora, quitando un gol de Juanjo que no subió al marcador al señalarse previamente saque de esquina, no pasaba nada de nada. Tocaba mirar a las nubes.

Ikechi, desaparecido en combate, asesinaba un pase de la muerte. E Hiroshi, como el río Guadiana, a punto estaba de obligar a Aulestia a hacerle un penalti. Poco antes de llegar al descanso, Morales dejaba de nuevo a Juanjo con el amargo sabor del gol en su paladar.

En la reanudación, ningún entrenador movió el banquillo. Y eso que el Cádiz estaba obligado a meter una marcha más en su juego frente a un rival que seguía mostrándose tranquilo, recordando el gol olímpico de Alberto en el último segundo del duelo de la primera vuelta. A diferencia de lo visto en el inicio, la segunda mitad no ofrecía ni diez minutos dignos. Lucía el sol, pero en el cielo. Se llegaba al cuarto de hora y no había ninguna acción que pudiera relacionarse con la palabra fútbol.

A esas alturas, Jose Serrano empezaba a sentir en sus piernas los calambres propios de la más dura inactividad. Jose González se percataba de la evidencia y sustituía al sevillano por su comodín.

El partido se adentraba en la máxima espesura. Y el Cádiz, que había empezado el duelo bastante animado, empezaba a diluirse. Los hispalenses silbaban y miraban hacia otro lado, dejando en punta a Hiroshi y defendiendo con el resto de hombres un empate que no les valía para empezar a soñar con la disputa de la fase de ascenso.

Jose González no tardaba en hacer su segundo cambio, dando entrada a Akinsola y sacando del campo a un desafortunado Ikechi que estuvo bien tapado en su banda por Morales. Ramón Tejada, como toda la grada, veía que el Cádiz había dejado todo su potencial en la teoría. Y la entrada de Alfaro dotaba a su equipo de un desparpajo que hasta entonces no había disfrutado. Los sevillistas daban un paso al frente y del aburrimiento se pasaba al suspense.

Hay una teoría que dice que si no puedes ganar, al menos debes tratar de empatar. Y ayer veía la luz en la práctica otra que reza que si puedes empatar, no tienes por qué jugártela yendo a por la victoria.

A falta de quince minutos, lo más llamativo de la segunda parte era la amarilla que había visto Yuste. Y como el ahorrador que se encuentra un billete en el suelo, Juanse, que acababa de tomar el relevo de Cases, hacía disfrutar al Cádiz de la única ocasión tras el descanso. En una acción aislada, el jiennense, que siempre salta al campo con muchas ganas de comerse el mundo, mandaba el segundo balón de la tarde al poste.

Con un par de apuntes en el cuaderno del que suscribe se llegaba a los últimos cinco minutos del partido. Y ojo, que Alberto desaprovechaba un mano a mano con Aulestia. El Sevilla Atlético, que sólo había ganado un partido a domicilio, ante un desahuciado Polideportivo Ejido, empezaba a frotarse las manos. Ramón Tejada, no menos conservador que Jose González, paraba el partido para hacer su último cambio cuando el viento empezaba a soplar a su favor.

El monólogo no tuvo un buen remate. El palo, Julián y la falta de espíritu ganador lo evitaron.

Árbitro: Villena Contreras (castellano manchego). Auxiliado en las bandas por Segovia Andrés y Royo García (castellano manchegos).

Tarjetas: Amarilla Héctor Yuste (78').

Incidencias: Partido de la jornada 32ª, disputado en el Ramón de Carranza ante 5.875 espectadores, según el dato facilitado por el club.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios