El máximo responsable de la fractura en el Cádiz CF y la incertidumbre del próximo proyecto
El clima irrespirable que se vive en casa es el reflejo del hartazgo de la afición
El entrenador del Cádiz CF, resignado a pesar del 4-0
El Cádiz CF cerró la temporada 2024-25 en casa (falta una cita como visitante) con una goleada (4-0) sobre el Huesca que en condiciones normales hubiese llevado la alegría a la grada. Ganar con un marcador abultado y un juego arrollador (en la primera parte) y que la afición no lo celebre… La situación es insoportable.
La hinchada separó el trigo de la paja aun a costa de ser injusta en alguna decisión a la hora de repartir los pitos (Rubén Sobrino no los mereció). Si algo quedó meridianamente claro fue la enorme fractura que hay en el cadismo. La ruptura es brutal y los cambios son más necesarios que nunca en la plantilla, la dirección deportiva y el consejo de administración. Otra cosa es que se produzcan. Sí habrá movimientos en la nómina de futbolistas. De lo demás poco se puede esperar.
Buena parte de la gente no quiere a la directiva, a la que señala como principal responsable de los dos fracasos consecutivos: un descenso y una permanencia pese a contar con el límite salarial más alto de Segunda División. Y el descenso del filial a la quinta categoría.
Manuel Vizcaíno no es querido por la afición. Un amplio sector de la masa social quiere que se vaya. Si hubiese elecciones, seguramente no saldría elegido. La protesta del respetable no deja de ser un desahogo porque el Cádiz CF es una empresa y el que tiene sartén por el mango hace lo que le viene en gana, que para eso es el propietario. Es evidente que el paso del tiempo (más de una década en la presidencia) provoca un considerable desgaste, pero mientras vea posibilidades de negocio seguirá en el cargo por más que le gente le señale la puerta de salida. Aunque vaya a contracorriente, el negocio está por encima de los sentimientos.
La entidad cadista se adentra en una crisis de difícil solución. La pregunta es cómo creer en el máximo responsable de dos fiascos seguidos, que es quien tiene que poner en marcha un nuevo proyecto justo cuando su credibilidad está en su pico más bajo y deja der ser fiable.
Los dirigentes del club son los causantes de la ruptura y el clima irrespirable que se vive en los últimos tiempos. Si se empeñan en quedarse, que al menos tengan la habilidad de recomponer la cohesión que se han cargado. Respeto a los aficionados (no más burofaxes), respeto a las instituciones (no más plantones al Ayuntamiento), respeto a los emblemas del cadismo (no ningunear a Salvador Chirino) y un proyecto deportivo capaz de reactivar la ilusión extraviada. Esto último parece muy complicado porque no cabe otro objetivo que no pase por el ascenso a Primera División. Es necesaria una limpieza en la plantilla y la contratación de futbolistas capacitados para contribuir a la aspiración más ambiciosa. Ahora se abre un compás de espera.
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