El emergente Cádiz disfruta de su mejor momento deportivo después de una larga travesía en el desierto. El equipo amarillo, una vez liberado de las garras devastadoras de la Segunda División B, se renueva con vistas a la ilusionante temporada del regreso a la categoría de plata, su hábitat natural a tenor del recorrido trazado a lo largo de su dilatada trayectoria.

La reconciliación con la historia es un hecho y la consecuencia inmediata del ascenso es la construcción de una plantilla acorde con la exigencia que supone engrosar las filas del segundo peldaño de la Liga de Fútbol Profesional (LFP).

Álvaro Cervera, uno de los artífices del éxito, continúa como inquilino del banquillo y trabaja con un plantel todavía incompleto pese a que dispone de nueve caras nuevas y que aún quedan algunos jugadores del curso anterior que deben salir hacia otro destino. La puerta de entrada y salida está abierta hasta el próximo día 31 -cuando se cierra el mercado de fichajes-. Han llegado refuerzos en todas las líneas pero la referencia sigue siendo Dani Güiza.

El delantero jerezano, a sus 36 años, encara el curso como si fuera su primer año como profesional, dispuesto a darlo todo por un escudo por el que ya declaró su amor. Es el máximo goleador de la pretemporada y con Ortuño, Santamaría y Rubén Cruz forman un ataque que puede dar que hablar. La delantera es la línea más reforzada.

El Cádiz recupera su sitio en el panorama futbolístico patrio y además las aguas se vuelven mansas en el club una vez firmada la paz entre Quique Pina y Manuel Vizcaíno.

El ex presidente del Granada se dedica a partir de ahora en cuerpo y alma al Cádiz convertido en el hombre fuerte de un proyecto que persigue el objetivo mínimo de la permanencia.

Él y Juan Carlos Cordero llevan el timón en la parcela deportiva. De su acierto en las incorporaciones depende en buena parte el futuro del Cádiz en la competición.