Se le acumulan los problemas al Cádiz CF. La maquinaria no funciona y el atasco del equipo es una realidad reflejada en la crudeza de los números. La victoria en Vigo es un hecho arrinconado por buena parte del resto de resultados, como la derrota en el terreno del Espanyol.

Dicen que el gol es una cuestión de rachas y el Cádiz CF atraviesa un desierto, inmerso en una dinámica negativa que le resta posibilidades de hallar un mínimo de estabilidad en un campeonato que cada semana se vuelve más complicado.

Los empates de indudable mérito ante contrincantes de peso como el Barcelona o el renacido Valencia no han tenido el refrendo de más triunfos que son necesarios en la pugna por la permanencia.

Una de las carencias que más sufre el Cádiz CF es la falta de gol. Es de los equipos que menos remata y además se queda sin pólvora en ataque. No da con la tecla. Arrancó el curso con acierto (seis dianas en los cinco envites iniciales) pero de pronto se adentra en una sequía que ejerce de freno.

Las cifras destapan las penurias delante de la portería contraria. Un solo gol en los últimos cuatro partidos, el que marcó Varazdat Haroyan al Rayo Vallecano en una jugada a balón parado que a la postre no sirvió de nada (derrota por 3-1). Sólo un tanto en los 360 minutos más recientes. Poco remate, escasas oportunidades y dos puntos de 12.

Los de Álvaro Cervera suman siete goles en nueve jornadas. Marcaron en cinco partidos y en cuatro no vieron puerta. Pacha Espino y Álex Fernández (dos tantos cada uno), Haroyan, Negredo y Lozano se reparten la pequeña tarta anotadora. La delantera ha aportado sólo dos.

El Cádiz CF, como cualquier escuadra, necesita abastecerse de goles para sobrevivir en la élite. La producción se detiene de manera súbita y el equipo se queda clavado en la zona baja de la tabla con peligro de retroceder aún más. No batir al Barcelona tiene un pase, pero frente al Rayo, el Valencia y al Espanyol el equipo generó muy poco arriba.