Cádiz CF

Cádiz CF y Valladolid, unidos por Mágico

  • El salvadoreño recaló hace 35 años en Pucela, donde jugó cinco meses como 'castigo' de Irigoyen

Posado de Mágico González con la camiseta del Valladolid.

Posado de Mágico González con la camiseta del Valladolid.

Hace 35 años que Jorge 'Mágico' González cambió el amarillo por el blanquivioleta, Carranza por Zorrilla y el Cádiz CF por el Real Valladolid. Hace 35 años un Manuel de Irigoyen hastiado por la situación que vivía con el comportamiento del salvadoreño, decidió su pase a Pucela. Media campaña en un lugar muy distinto, un entorno que nada tenía que ver.

La llegada a la ciudad castellana de Mágico González fue la de un genio bohemio con y sin balón. Todo ello enmarcado en el terror de Jorge al saber que le iba a tocar vivir el duro invierno de Valladolid. Al sueño que le acompañaba habitualmente se unió desde aquel enero el frío. Recaló en Pucela para ayudar al equipo a obtener la permanencia. Su leyenda, esa que empezó en Cádiz después del Mundial de España 1982, empezó a escribirse en Zorrilla.

Un nuevo retraso en un entrenamiento con el Cádiz CF y la ausencia injustificada en otro aceleraron los trámites para que se produjera su salida del Ramón de Carranza. Rumbo a Valladolid, donde al igual que en la Tacita, las llaves de su casa pasaban por cualquier mano. Hace 35 años costó que se produjera la salida del astro pues en la mesa de negociación se acordó el pago de 48.000 euros por parte del Valladolid, pero el jugador quería 18.000 de esa cantidad, a lo que se negó Irigoyen. Al final hubo acuerdo.

En Pucela, Mágico jugó cinco meses pero siempre en un 'jet lag' permanente, casi crónico. De blanquivioleta disputó diez encuentros y anotó tres goles. Recordado el que hizo de falta ante un Barcelona que ese curso se proclamó campeón de Liga. Pero esa misma tarde, con los azulgranas enfrente, falló un penalti. Aquel encuentro tuvo mucho en la previa porque Redondo, técnico de los pucelanos, tenía decidido no convocar al salvadoreño porque se había ausentado del almuerzo en la concentración. Consultó con el vestuario y, para su sorpresa, la plantilla le dijo que debía jugar Mágico. Que era la única posibilidad para ganar al Barça.

Jorge dejó huella en Valladolid a pesar de estar apenas cinco meses, pero su clase cuando le ponía seriedad a su profesión era única. Allí dejó detalles con el balón destinado a los mejores y jugadas y goles imposibles en los entrenamientos. No cambió su ritmo de vida a cientos de kilómetros de la capital gaditana porque las compañías siempre fueron malas consejeras. En Valladolid, al marcharse, dejó un Ford Escort rojo al dueño de un 'bareto' como pago por las deudas acumuladas. Cuenta la historia que, meses después, Irigoyen se presentó en la ciudad castellana para rescatar un vehículo que era de su propiedad.

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