Los vecinos de La Paz dejan de quejarse por las nubes de polvo en suspensión

Algo se estará haciendo bien cuando han desaparecido por completo las quejas de los vecinos de La Paz que sufrían las consecuencias de la existencia de polvo suspendido en el aire procedente de los graneles de la Cabezuela. Veían en 2008 cómo sus coladas y sus coches aparcados junto a la Bahía se manchaban de las partículas oscuras que llegaban suspendidas en el aire, procedentes de la Cabezuela. Entonces, muchos de los vecinos ponían en cuestión la peligrosidad que podía suponer la ingestión por parte de los peces de esas partículas al ser éstos consumidos por los seres humanos. A su vez, por supuesto, tampoco veían con buenos ojos el hecho de respirar esas partículas.

La presión que los vecinos de Los Corrales, con su presidente, Francisco del Río, al frente, obligó a la Junta y a la APBC a poner pie en pared.

Y misión cumplida. El cambio de hábitos por parte de los estibadores se une a la mayor concienciación por parte de las operadoras. A esto se suma la disminución del tráfico de materiales problemáticos como el clínker (material usado para la fabricación del cemento) como consecuencia de la caída del sector de la construcción.

El autocontrol tenía ya tras de sí un plan futuro que habría logrado también erradicar del todo el problema: la construcción de una nueva terminal de graneles sólidos con tolvas y cintas cubiertas y un almacenamiento totalmente cerrado. Pero la disminución del problema y la crisis provocó el arrinconamiento de este proyecto que, si el problema resurge, habría que recuperar alguna vez.