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Cádiz

El último barco con ADN gaditano

  • Tras la desaparición de la flota pesquera de Cádiz, el Nuevo Nautilus se ha quedado solo Su armador aguanta, a pesar de los costes del día a día

Salvador Vidal lleva más de 57 años en el mundo de la pesca. A los catorce estaba ya embarcado. Y así año tras año, en una profesión dura, extremadamente dura pero que a él le enganchó desde un principio. Aguantó hasta pasado los cincuenta, para iniciar entonces una nueva etapa como armador, con varios barcos propios aprovechando lo guardado en los años de bonanza. Ahora, desde la lejanía que da la edad no deja de sorprenderse de que sus hijos estén metidos también de lleno en esto de la pesca. Eso sí, cada uno con su barco.

Uno de esos pesqueros, el Nuevo Nautilus, se ha convertido en el último barco matriculado en la otrora numerosa flota gaditana. En los buenos tiempos, cerca de dos centenares de pesqueros recalaban en el muelle de la capital, donde tenían su sede 'oficial'. Hoy, la crisis de los años 70, el cansancio y un futuro incierto han dejado al Nuevo Nautilus como último de esta larga estirpe.

Vidal decidió construir este barco cuando ya estaba jubilado de la mar, pero trabajando en tierra. Pensó encargar su construcción a un astillero del norte. "Lo iban a hacer de hierro, pero Pedro de Frutos, entonces capitán marítimo, me dijo que había que dar trabajo a los de aquí, y por eso finalmente lo construyó la Bazán, como un catamarán. Y con un hermano gemelo, pues mi cuñado encargó uno idéntico". El armador, natural de Barbate, cuenta con otros dos barcos que están matriculados en Marruecos, con una sociedad mixta.

Recuerda los buenos tiempos, cuando funcionaba Arcomar, la cooperativa de armadores de pesca de Cádiz, y a final de cada año se repartían beneficios, normalmente cuantiosos. Esa época boyante fue la que acabó por cargarse a todo el sector. "Todos ganaban unos pedazos de sueldo y se contaba con mucho personal. Después, se perdió la fábrica de hielo mientras subían los costes de los estibadores. Además descargar un barco nos costaba cada vez varios millones de pesetas, a la vez que los mismos estibadores se llevaban un cupo de lo pescado. Todo eso se unió al cierre del caladero de Marruecos y después las restricciones de pesca. Los armadores fueron jubilando sus barcos. Hoy mismo, en Barbate (que trabaja mucho con la lonja de la capital) apenas quedan unas decenas de pesqueros, cuando llegaron a ser varios centenares". Tampoco ayudó la necesidad de renovar la flota, con costes desorbitados para muchos armadores.

Atrás queda aquella flota que llegó a contar con cerca de 150 barcos de altura y un centenar de bajura

Tantos años de experiencia le lleva a ver el futuro inmediato con cierto pesimismo. "El caladero de Marruecos está quemado. Hay una veintena de licencias y no nos resulta rentable", hasta el punto que no ha renovado la suya. Tenía pensado Vidal amarrar su barco hasta dentro de unos meses, pero la ampliación de la cuota de pesca recién concedida en el golfo de Cádiz, con 40 toneladas extras en su caso, le obliga a salir cada día. "A pesar de todo, esto no merece la pena. Fíjate que hoy la caja de boquerones está apenas a 8,40 euros. Encima hemos tenido una semana de temporal (hablamos con él jueves 28 de septiembre), por lo que se trae poca pesca".

Con catorce años a la espalda el Nuevo Nautilus es un barco considerado nuevo, pero Vidal no descarta mandarlo al desguace "si la cosa sigue mal. Son 16 hombres en el buque y tres en tierra, y eso supone un alto coste cada mes. Más aún, este año es un desastre hasta el punto que terminaré con cuantiosas pérdidas".

Y así, la flota pesquera de Cádiz pasaría irremediablemente a la historia.

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