La Cruz de Lampedusa en Cádiz

La tragedia del mar recorre la tierra gaditana

  • La Iglesia de Cádiz se une por las calles del casco histórico en un sobrio vía crucis para pedir por los migrantes, los refugiados y las víctimas de la trata

Migrantes portan la Cruz de Lampedusa por el interior de Santo Domingo

Migrantes portan la Cruz de Lampedusa por el interior de Santo Domingo / Fito Carreto

Lampedusa y Cádiz guardan mucho en común. La primera es una isla italiana, y la segunda una casi isla española; la primera es símbolo de la denuncia que la Iglesia hace de la tragedia que rodea al mar y a la migración de personas que buscan un mejor presente para sus vidas y las de sus familias, y la segunda sabe perfectamente qué es eso de ver llegar a sus costas embarcaciones llenas de vidas que penden de un hilo. Cuando esas embarcaciones llegan, o llegan con gente a bordo. Por eso, Cádiz se echó ayer a la calle por pedir por esas vidas que defiende una Cruz hecha en Lampedusa que desde el año 2014 está recorriendo el mundo. Por Halil Munir Abdulrezzak (un niño de 3 años de nacionalidad turca), por Samrawit (un joven de 17 años natura de Eritrea), por Safi Siyap (un bebé de apenas un año), o por tantos otros que han convertido el Mediterráneo en “el mayor cementerio del mundo”, como lo ha denominado esta noche Graziella Cuccu, responsable de la Fundación Casa del Espíritu y las Artes, que es la entidad que está haciendo posible ese recorrido de la Cruz de Lampedusa por todo el mundo.

La Iglesia gaditana ha dado este lunes una muestra de unión y ha recorrido las calles del casco histórico para pedir por los migrantes, por los refugiados y por las víctimas de la trata, marchando detrás de la Cruz de Lampedusa que se hizo con madera de las pateras que llegaban destrozadas a la isla italiana y que el Papa quiere que de la vuelta al mundo para remover conciencias sobre este drama.

El santuario de la Patrona ha sido el lugar de encuentro de esas múltiples realidades de la Iglesia de Cádiz. El vía crucis de la Cruz de Lampedusa sí ha logrado reunir a una amplia representación del clero que otros actos religiosos no logra congregar en estos últimos tiempos; han estado frailes de diversas órdenes religiosas establecidas en la capital, los rectores de la gran mayoría de parroquias del casco histórico –no todos, eso sí–, y otros sacerdotes de la diócesis con destino o responsabilidades en la ciudad. Y en los bancos de una iglesia de Santo Domingo llena han coincidido miembros de distintos secretariados y organismos diocesanos, de comunidades educativas religiosas, de órdenes religiosas, migrantes acogidos en la ciudad, cofrades... Todos unidos, vela en mano, siguiendo la sobria cruz plana que los propios migrantes llevaron hasta el altar mayor de Santo Domingo y luego echaron a andar por las calles del barrio de Santa María.

El obispo diocesano, Rafael Zornoza, ha sido el encargado de dar comienzo a este acto, pidiendo que el vía crucis sirva para afianzar la necesidad de acoger, atender e integrar a los migrantes que buscan en otra orilla un mundo mejor. Además, Zornoza ha trasladado a los presentes que el Papa Francisco no sólo se hacía presente por medio de la Cruz de Lampedusa que sigue su encargo de recorrer las distintas diócesis y ciudades del mundo, sino por su preocupación por la situación del Estrecho y de la valla de Ceuta. “Me estuvo preguntando en un momento que tuve oportunidad de saludarlo hace unas semanas” durante la Cumbre del Mediterráneo que unió a 58 obispos, ha explicado antes de iniciar el rezo de las estaciones.

El silencio roto únicamente por los cantos se ha abierto paso camino de prácticamente todas las iglesias de Cádiz interior, por las que la Cruz ha ido pasando mientras se daba lectura a cada una de las catorce estaciones, acompañadas de textos –desgarradores, en algunos casos– que hacían referencias a las tragedias por las que Cádiz ha pedido este segundo lunes de Cuaresma. “Oye, Padre, el grito de mi pueblo”, exclamaba uno de los cantos.

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