El sol calienta menos
Cádiz afronta un verano que tiene como comparación al año del Bicentenario, cargado de numerosos eventos
La crisis económica está afectando al turismo de una manera directa, sobre todo al nacional. En tiempos complicados se piensa que viajar es un artículo de lujo y, por lo tanto prescindible. Que la capital gaditana no sea un destino turístico de masas como pueden ser otros de la misma provincia, puede ser una desgracia en tiempos de bonanza económica pero su salvación en los momentos peores como los actuales.
El turismo veraniego y de playas en Cádiz responde a varios perfiles. Uno es el netamente familiar que bien alquila su piso cada verano y que suele tener una fidelidad en el tiempo. En estos casos hay incluso gente que vive fuera y que tiene su piso en propiedad en Cádiz alquilado durante el invierno o incluso vacío. En este paquete entran sobre todo los procedentes de Sevilla, Madrid y Extremadura.
Después está el llamado dominguero, es decir, aquel que viene a Cádiz exclusivamente a pasar un día de playa y entra por la mañana y se vuelve a marchar por la tarde.
Aparte se encuentran los que ocupan los hoteles y los que vienen por vía marítima en los cruceros, aunque en los dos meses de verano baja muchísimo la afluencia de estos barcos.
Desde el Ayuntamiento de Cádiz se ha intentado cuantificar en algunas ocasiones cuánto crece la población es la ciudad durante los días de verano. Para ello se miran aspectos como el consumo eléctrico e la ciudad, cada vez menos fiable por las bombillas de ahorro y porque la gente intenta consumir menos en este apartado, y uno más explicativo como es el número de toneladas de basura que se recogen esos días.
En este sentido, el teniente de alcaldesa de Economía, Hacienda y responsable del padrón municipal, José Blas Fernández, asegura que según el incremento que se produce por estos conceptos se puede ver que la ciudad llega a alcanzar los 200.000 habitantes durante esos dos meses.
También si se atiende a los datos de consumo eléctrico se puede observar que el año pasado llegó a haber un descenso del 4,5% con respecto al año anterior, pero en esto influyen factores como el tiempo. Al ser un verano más fresco se utilizó menos el aire acondicionado, que es la principal fuente de consumo de energía eléctrica durante el verano.
Cádiz puede notar este año de manera más significativa el descenso de turistas porque inevitablemente va a tener que comparar los datos con el año 2012, donde en el verano hubo numerosas eventos que atrajeron miles de personas con motivo del Bicentenario de la Constitución de 1812. Por ejemplo, entre ellos ha que incluir el concierto-espectáculo de Carlinhos Brown y la celebración de la Gran regata de Veleros en el muelle.
Esto hizo por ejemplo que el número de visitas a la ciudad se multiplicara exponencialmente tal y como quedó registrado en el número de visitas a las oficinas municipales de turismo durante el mes de julio sobre todo, donde se batió un récord que va a ser complicado de batir.
La mayoría de los municipios turísticos aseguran que este año va a ser uno de los peores que se recuerdan en materia de turismo, sobre todo en lo que se refiere al nacional. Los datos de paro, las bajadas generalizadas en los sueldos y también el pesimismo ambiental van en contra de este sector.
Cádiz, sin embargo, espera amortiguar un poco esta caída porque consideran que el Doce fue una promoción impagable para la ciudad y, por lo tanto, parte del trabajo que se hizo el año pasado puede tener parte de su recompensa este año.
Lo que sí tiene claro el Consistorio gaditano que la playa es uno de los valores más importantes que tiene. Este año por primera vez ha conseguido la bandera azul para las cuatro playas de su término municipal y sigue renovando los criterios de calidad para que la playa siga siendo el principal atractivo para muchos visitantes, pese a que los temporales han dejado sin arena a algunas zonas, sobre todo en Santa María del Mar.
Sin embargo, una de las asignaturas pendientes es la mejora de un Paseo Marítimo que va ya para 30 años de vida y que pide a gritos una renovación porque el mantenimiento ya no da para más en algunos caso, a pesar de ser esencial en el verano.
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