Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Cádiz

La 'seño' Conchi dice adiós a 41 años de docencia

Conchi Rubianes saludando a sus alumnos en un aula de La Salle Mirandilla.

Conchi Rubianes saludando a sus alumnos en un aula de La Salle Mirandilla. / Julio González

Concepción Rubianes Celdrán es una ciudadana más hasta que alguien le llama “seño Conchi” y es cuando algo te recuerda que ha hecho cosas muy importantes por la sociedad. Como educar a más de 1.000 niños en 41 años de maestra en La Salle Mirandilla. 41 años en la docencia, 41 cursos en la mochila. 65 años cumplió el viernes, su último día de clases. Conchi nos recibe en el mismo colegio, al que acude el lunes para recoger algunos papeles de su jubilación. Allí desgrana su historia mientras se sigue despidiendo de tantos recuerdos.

Fue la primera mujer “en plantilla” de un colegio que desde su fundación en 1895, como ella se encarga de precisar para hacer justicia, solo contó con otra profesora que impartió un tiempo clases de inglés. Fue Regla Moreu, otra histórica profesora de La Salle que luego ejerció durante décadas en el colegio de La Viña. Aclarado esto, cuenta cómo entró a trabajar en un colegio gestionado por hombres y con alumnado exclusivamente masculino. “Estaba de baja un profesor, Don Salvador Serrano, y durante varios días no llegaba un sustituto. Mi hermana, que iba al colegio a llevar a mi sobrino, le dijo al director que en su casa había una profesora, que era yo, si les hacía falta. A las nueve y media de la mañana estaba allí. Era septiembre de 1981. Luego, en enero, el hermano Pascual tuvo que viajar a su tierra, creo que era León, porque se había muerto su madre, e hice otra sustitución”, recuerda.

"Lo más bonito que me ha pasado es tomarme esto como un disfrute en lugar de un trabajo"

El colegio, que entonces impartía EGB de primero a octavo, se planteó al curso siguiente, 82-83, crear un aula de preescolar de 5 años. “Me llamaron para coger ese curso y ya me hicieron fija, con 24 años. Hasta ahora. Al año siguiente el curso fue de 4 y 5 años. Estuve en Infantil hasta el 99”.

A finales de los 90 se jubiló otro histórico profesor del centro, Don Fernando Barrientos, que daba 1º de Primaria (antes primero de EGB). Fue cuando Conchi cogió ese curso y en Primaria se ha jubilado. Fue la única mujer profesora hasta finales de los 90 cuando se implantó la ESO y ya entraron otras compañeras.

También fue testigo de la llegada de las primeras alumnas a un centro que estaba a punto de cumplir, en 1995, sus primeros cien años de historia. “Fue el curso 93-94. Entraron cuatro niñas, una en Infantil y tres en primero de Primaria, siendo una de estas mi hija Margarita”, explica.

Asegura que “jamás me he sentido discriminada aquí por ser mujer. Ni en los comienzos, que eran otros tiempos y era la única entre hombres”. La vida, afortunadamente, ha evolucionado y si entonces en La Mirandilla trabajaba Conchi junto a once profesores -y aprovecha para recordar a la querida María, la limpiadora- ahora son nueve mujeres por tres hombres los que forman la plantilla.

Calcula que han pasado por sus aulas unos 1.000 alumnos. Muchos de ellos le paran por la calle y le siguen llamando “seño”. Han sido 41 años en los que “la educación ha cambiado mucho. Ahora es más difícil la relación con los alumnos y con los padres”. Conchi ha vivido varios planes de educación. Empezó a dar clases con los estertores de la LOECE y luego vinieron varias leyes como la LODE o la LOGSE, hasta llegar a la actual Lomloe o Ley Celaá. “Han sido muchos cambios en evaluación, en programación, pero a la hora de dar clases acabas enseñando como los alumnos te van pidiendo”, apunta.

"La Salle ha sabido adaptarse a los tiempos, y aunque ya no queden hermanos, seguimos vinculados a los valores de la casa"

La vida laboral de Conchi, como la de todos sus compañeros de profesión, ha sido una constante lucha por reciclarse y seguir aprendiendo. Y en el caso de La Salle, con el añadido del Nuevo Contexto de Aprendizaje (NCA) que aplica en sus colegios, diciendo adiós a los libros de texto convencionales y a los exámenes tal como los conocemos. La institución educativa ha formado, y lo sigue haciendo, a sus profesores desde hace muchos años. Renovarse o morir. Conchi, en sus últimos años, no parado de hacer cursos tan actuales como uno centrado en las herramientas de Google. “La Salle ha sabido adaptarse a los tiempos, y aunque ya no queden aquí hermanos, seguimos vinculados a los valores de la casa. Por eso esto es una familia”, argumenta.

Su familia, su segunda casa. Para muestra, un botón: “Me casé y di el convite en el colegio. Y las comuniones de mis hijos, también”. El viernes le dieron una sorpresa. Cuando salió de su última clase estaban todos los alumnos en los pasillos con globos para despedirle. En el patio, sus compañeros, familiares y padres y madres. “Y me hicieron otra encerrona el sábado, ya con toda mi familia, pues tengo dos hijos trabajando fuera y vinieron a celebrarlo. Me llevaron engañada al colegio”, cuenta con brillo en los ojos.

Para La Salle no tiene más que palabras de agradecimiento. “Yo en La Salle me hice maestra, en la Escuela de Magisterio Josefina Pascual solo acumulé conocimiento”. Dice que en su cole “lo más bonito que me ha pasado es tomarme esto como un disfrute en lugar de un trabajo. Mi mundo siempre estuvo en la clase y he recibido mucho de mis niños”.

Ahora piensa en descansar, pero por poco tiempo. “El curso que viene quiero dar aquí en Mirandilla alguna clase para las familias, algún taller, que yo soy muy manitas. No me puedo estar quieta y además quiero apuntarme a un taller de dibujo”, expone. Esa es la (buena) actitud. Se ha ganado a pulso disfrutar de lo que le apetezca.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios