Cádiz

El sector empieza a salir de la aguda crisis

  • Todos coinciden en señalar que empiezan a llegar más encargos y a recibirse más llamadas

Algo empieza a moverse entre los artesanos de la Semana Santa. Las hermandades vuelven a llamar a la puerta de los talleres con más fuerza, después de unos años donde el trabajo llegaba a cuentagotas, o no llegaba.

"Hasta hace poco daba miedo. No te puedes hacer una idea de cómo lo hemos pasado. Gracias a Dios, empieza a haber movimiento", afirma el imaginero Luis González Rey sobre la situación que han atravesado los artesanos los años anteriores, destacando que tanto hermandades "como parroquias y particulares parece que empiezan a moverse" y ya le han realizado varios encargos para cuando finalice la Semana Santa.

Tiempos difíciles parece haber superado también el bordador Juan Carlos Romero, al que la crisis hasta le obligó a disolver la sociedad que tenía creada con el taller de Santa Lucía. "En Cádiz cuando la crisis comenzó no se notó, porque aquí siempre ha habido poco dinero. Pero conforme fueron pasando los años sí se noto y llegamos a estar un año entero sin trabajar. Gracias a Dios, la cosa empezó a moverse otra vez y hemos vuelto a tener encargos y trabajos", explica Romero, que también señala que en la ciudad donde trabaja "es donde menos se gasta en Semana Santa", si lo compara con los encargos que recibe de otras localidades.

"Hace uno o dos años ni siquiera se pedían presupuestos. Y ahora sí llaman hermandades para preguntar qué costaría tal proyecto. Hay poca cosa, pero hace unos años no había ni eso", considera el restaurador Fabián Pérez, que entiende que el sector no está recuperado, pero empieza a levantar cabeza; aunque él particularmente no se queja porque en esos años duros ha tenido encargos tanto de hermandades como de particulares. "Esperemos que en los próximos años se anime la cosa", señala, recordando que por parte de las administraciones públicas "siguen con el grifo completamente cerrado".

Una experiencia radicalmente distinta de la crisis ha tenido la doradora Felisa García. Con 25 años de profesión a sus espaldas, hasta ahora había pasado muy desapercibida por parte de las hermandades, que en años de bonanza buscaban a los grandes talleres o contrataban trabajos de envergadura (como el dorado de un paso completo, por ejemplo) para hacerlo en un solo año. "A mí me ha ido bien la crisis, porque con ella la gente ha empezado a buscar a los pequeños artesanos, a los que encargan un trabajo en diferentes fases, lo que te permite trabajar, como es mi caso ahora, con seis hermandades. Estoy encantada", manifiesta esta sanluqueña.

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