Raule en Cádiz: "Que la gente cante conmigo son los Latin Grammy que ganamos"
El músico jerezano llega este 1 de agosto al Muelle Reina Victoria con un concierto dentro del ciclo Música del Mar con su gira ‘Dopamina’
Música del Mar de Cádiz 2025 suena por y para todos
Tan puro como mestizo, Raule (Raúl Rubiales, Jerez, 1984) ha encontrado un lenguaje entendible para todo aquel que lo escucha sin renunciar ni un ápice a su identidad. Raule, el artista que este 1 de agosto se sube al escenario del Muelle Reina Victoria dentro del ciclo Música del Mar, hace su camino, el del poquita a poco, sin prisa, sin pausa y sabiendo muy bien donde pisa. Energía y Dopamina, desde luego, no le faltan.
Pregunta.–En la Bahía le hemos ido siguiendo la pista a sus giras. ‘Limbo’ en el Vientofest, ‘Zurdo’ en Bahía Sound y ahora ‘Dopamina’ en Música del Mar. ¿Tiene su cosita por volver a esta parte de su tierra?
Respuesta.–Su cosita no, su cosota (ríe). La gente piensa que uno está más tranquilo cuando cantas cerca de tu familia y tus colegas, ¡pero al contrario!, son los conciertos que más nervioso me pongo, es cuando peor lo paso. Después, es verdad, que cuando llego a las tres escalones para subirme al escenario se me quita todo y soy el tío más feliz del mundo, pero las semanitas antes, no veas las que paso...
P.–Entiendo que nada comparable a lo del año pasado en la plaza de toros de Jerez...
R.–El día antes es que me dio un blancazo, vamos. Yo en Jerez nunca había vendido mucho, no más de 50 tickets, así que le dije a mi manager que hasta el día antes no me dijera cómo iba la cosa. Y cuando me llama, unas dos horas antes de cantar en El Ejido, y me dice que habíamos vendido todo... Yo ya no quería cantar ni en El Ejido, ni en Jerez, ni en ningún lado, sino irme a mi casa y meterme en la cama y taparme hasta arriba (ríe). Pero vamos que quitando esos nervios, me hace mucha ilusión que en mi tierra se apueste por mí. Y lo de Cádiz, es que para mí es muy parecido, sólo nos separan unos 20-30 kilómetros, y cuando toco por aquí, para mí es un regalo, aunque al principio se me encone un poquito. Vamos, ya te digo, que en estos días no salgo de mi casa para no ponerme malo, no coger un resfriado, que te lo digo totalmente en serio, no se pone en el aire acondicionado en mi casa, que tengo a mi mujer y a mi hijo hasta los lereles.
P.–¡Hombre, que todo va ir de dulce!
R.–Sí, sí, lo sé, y cuando te subes ahí y la gente empieza a cantar contigo, eso ya es lo mejor que te puede pasar en la vida, eso son los Latin Grammys que nosotros ganamos.
P.–Se crió en un barrio que se llama La Constancia. ¿Esa palabra ha definido su carrera o son muchas veces las que ha querido tirar la toalla?
R.–Bueno, yo tirar la toalla cada dos por tres, pero porque cada vez soy más delicado, más curioso, con las canciones, en mirar las letras, la música, cada vez voy más al filo intentando dejarlo todo hiper mega perfecto. Como te digo, antes de los conciertos ni salgo de mi casa porque me tomo mi profesión con mucha seriedad. Y, bueno, constante sí, cada vez con más profesionalidad.
P.–¿Siempre lo tuvo claro o hubo un plan B?
R.–El arte siempre me ha gustado, de hecho, de pequeño pintaba, pero muy pronto empezó a tirarme más la música. Luego tuve un bache, que no sabía si dejarla o no, y en ese tiempo me puse a hacer videoclips para compañeros porque el audiovisual se me daba bien. Pero la verdad es que la música siempre ha sido la bandera, es lo que siempre he agarrado de la mano. Siento que hacer canciones y cantarlas es lo mío, es lo que sé hacer por mucho que también te pueda arreglar un cuarto baño, ¿eh?
P.–Ha dicho en alguna ocasión que el éxito le llegó cuando realmente hizo las canciones que de verdad quería hacer. Vamos, que en su caso, eso de ‘la verdad siempre tiene un precio’ no está tan claro
R.–Es que, ¿sabes qué pasa?, que cuando yo pegué el pelotacillo tenía ya 35 años, tenía los pies en el suelo, mi familia montada y sabía perfectamente adónde quería llegar. Si eso te pasa con veinitipocos años, te salen amigos nuevos por todas partes que, a lo mejor, tergivesan tu idea de futuro y, seguramente, no estaríamos aquí tú y yo hablando, se me podría haber ido la olla. Por eso yo con esa reflexión lo que hacía es agradecerle a la vida que el éxito me llegara, como yo digo, más mayor de la cuenta, con una familia y mis colegas, con los que vengo trabajando desde hace mucho, que son los que me han agarrado siempre de los tobillos y me han dicho tú de aquí no levantas los pies. Tenía ya un asentamiento que me hizo pensar ¿pero por qué estoy intentando escribir una fórmula de radio comercial cuando tú no eres eso? Entonces fue cuando escribí La habitación prohibida, Yo quiero una vida contigo... Y, vaya, conecté, primero con la gente de Andalucía, pero es que después nos dimos cuenta que también en Madrid, Barcelona o Bilbao se conectaba con este tipo de letras. Así que algo estaremos haciendo bien, por lo que sigo por ahí, sin ponerme filtro, siendo directo y contando a la gente lo que me ocurre y lo que le ocurre a mi entorno.
P.–Pero se expone mucho con esa manera de contar suya
R.–Prácticamente, cuento mi vida. Yo ya he contado mis problemas y los de mis colegas de 20.000 maneras, pero luego he llegado a muchos conciertos y me ha llegado una chavala llorando esmorecía diciéndome 'me has cambiado la vida' y que gracias a tal o cual canción pues no ha hecho ninguna locura y, en fin, eso es heavy, eso te da una responsabilidad basante tocha, porque no estamos hablando de que lo he dejado con mi novio y estoy triste, sino de palabras mayores, de gente que lo está pasando bastante mal y han encontrado en una canción tuya algo con lo que ha logrado conectar. Eso da mucha responsabilidad y a mí, al menos, me ha hecho intentar escribir también pensando en esa gente a la que le hace falta un empujoncito. Además de, por supuesto, las canciones en la que voy a cuello y las de amor que le escribo a mi mujer y a mi colegas.
P.–Y a su niño
R.–Y a mi niño, por supuesto, que no le falte de nada. Esa ha sido la canción más complicada de escribir de mi vida. De hecho, en realidad la terminé cuando él todavía tenía 5 meses en la barriga de mi mujer, pero no la quería sacar hasta que no le viera la cara, no me quedaba tranquilo si no lo veía y así fue. Nació Avi y a la saqué a los 6-7 meses de estar él en el mundo.
P.–Oiga, ¿fue difícil tomar la decisión de dejar Radio Macandé y lanzarse a los caminos en solitario?
R.–En realidad es que no pasábamos por buen momento, yo creo que era un grupo que estaba ya quemado. Había tenido un antiguo cantante y yo, en realidad, no me sentía de ese grupo aunque desde que entré todas las canciones eran mías, es más, las siguen usando y no sé cuantós cantantes han pasado ya por ahí. Yo no me sentía cómodo y dije que ya no podía más y me fui. Me fui con una mano delante y la otra detrás, sin trabajo, porque dejaba el único sustento que me hacía poder pagar el alquiler y mis trampas. Pero con el curro de mi mujer y las cuaro cosillas que podía hacer con los videoclips que te conté antes pues fuimos saliendo adelante y empecé a escribir canciones con todo ese dolor que yo tenía de no haber podido sacar lo que yo verdaderamente era. Lo pasé mal, toqué fondo, pero ya sólo quedaba tirar para arriba y así ha sido y ahora estoy súper contento.
P.–Y de eso hace ya una década, ¿no?
R.–Sí, yo me fui del grupo en 2015, pero hasta el 2021 te reconozco que estuve ahí haciendo un poco el pamplina. A mí me gusta mucho el hip hop e intenté sacar un disco con una compañía un poquito más underground, pero qué va, me di cuenta que yo tenía que hacer otra cosa y un día llegué a casa de Paquito Castro, que es mi compadre, y le dije, tengo esto, que era La habitación prohibida, y él vio que era un pelotazo y que había que grabarlo. Y eso hicimos, con un micro de 50 pavos y un ordenador de 200, más tiesos que una mojama que estábamos. Había llegado el Covid y nosotros nos metimos a trabajar en la Base de Rota montando aires acondicionados y desde allí veíamos cómo iba subiendo la canción en Youtube, que nos dejó unos 150 o 200 eurillos, creo, y con ese dinerito sacamos otra, y ya nos dimos cuenta que en Spotify también nos dejaba algo de pasta. Así que entre lo de YouTube y lo de Spotify sacamos la tercera. Y así hasta que nos abrieron la veda y pudimos tocar en chiringuitos, metimos dinero en casa y también nos dio para poder grabar el disco de Limbo, y el resto creo que ya lo sabéis (ríe). Pero, vamos, que hay quien diga que los comienzos no son complicados... Eso que se lo cuenten a otro.
P.-Ahora estará que no se lo cree
R.-Mira, cuando me pude comprar mi casa y me vi allí en el salón comiendo fue cuando yo me dije, hostia, la que hemos liado. Mi objetivo era ese, nada de lujos, mi casita, darle un techo a mi hijo y no vivir con ese miedo de que te echen de un alquiler, tal y como está hoy la cosa. Así que ha sido un viaje súper duro pero súper bonito y soy muy consciente de que todo no está hecho, al revés, que lo complicado es quedarse. Y yo tengo intención de hacerlo pero pasito a paso, haciendo las cosas bien y sin hacerle daño a nadie, preguntando siempre, que hay quien dice que es mejor pedir perdón que permiso, pues yo, al revés, prefiero pedir permiso antes que perdón.
P.–¿Y ya pensando en lo próximo?
R.–Pues la semana que viene tengo una reunión para preparar la gira de 2026 y ya tengo hasta una idea para 2027, así que imagínate cómo va mi cabeza. Ideas que comparto mucho con mi manager, mi socio Paquito Castro, que es mi amigo, y mi hermano Fran, que es el que hace toda la ilustración del merchan, y que son los que me ponen los pies en el suelo. Pero siempre andamos inventando, estoy pensando en hacer una cosita que se llamará posiblemente petit comité antes de lanzar nuevo disco, en plan compartir algunas canciones y contar su proceso así a guitarra nada más. Aunque ya veremos, que luego las ideas se van transformando... Pero que siempre estamos inventando, mira, una anécdota, cuando yo estaba pensando en la gira de Dopamina me la imaginaba como un concierto interactivo, en plan queríamos crear una app y que mientras yo estuviera afinando la guitarra, o en tiempos entre canción y canción, la gente pudiera interactuar, pedir temas o algo. Pues se lo comenté a mi hermano que me dijo que estaba loco. Bueno, pues unas semanas después de esa conversación vimos el documental de Aitana y hay un momento en el que ella le pregunta al ChatGPT que cómo haría su gira más chula y la IA le dice que con un concierto interactivo. ¿Ahora qué? Pues oye no lo hice por eso, porque vi eso y pensé ahora alguno va a decir que si yo lo he copiado de ahí y me iba a dar mucho coraje. Que a nosotros nos gusta hacer las cosas muy originales, hasta me veo cómo van vestidos otros compañeros en sus conciertos para no ir igual (ríe). Pero que sepas que Dopamina iba a ser así. Pero vamos, que yo estoy muy contento con cómo ha quedado.
P.-Pues dígame, ¿cómo es?
R.-Pues mira, los temas suenan mucho más gordos. El otro día me escribían a Instagram diciéndome que es que parecía que el disco estaba puesto y, hostia, que me gusta que me digan eso pero que me tiene un poco rallado porque os prometo que nadie hace playback ahí, ni yo, ni los músicos, ahí todo el mundo está tocando. Pero es verdad que los temas suenan mucho más potentes. También hemos cambiado los audiovisuales, la intro es espectacular y es un concierto que empieza y termina fuerte, con una pequeña parte más serena. Es un concierto donde hablo poco porque yo lo que quiero es cantarle a la gente y que ellos disfruten del momento, que estén cantando, bailando, sintiendo, que no se pare.
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