Cádiz

Cuando queremos soñar

  • Indignados. En un año azotado por la crisis económica del país, los ajustes y reajustes de los mercados internacionales y marcado por los calendarios electorales, el movimiento 15-M devolvió al ciudadano la voz y la palabra. En Cádiz, la iniciativa llegó a tomar su propia personalidad y plantearse retos, en principio, inimaginables El 15-M tuvo en Cádiz el reflejo de la luz de Sol con la acampada en El Palillero y experiencias propias como el paseo reflexivo o la toma de Valcárcel

Conocen la sensación. Estirar los bazos, arquear la espalda, abrir la boca en un bostezo hasta los límites de la mandíbula, retorcer las muñecas, los músculos que se tensan y destensan en placentero movimiento... Seguro que saben de lo que les hablo, desperezarse. Pero, ¿han salido del letargo?, ¿han conseguido romper el hechizo de la falsa comodidad?, ¿de la trampa del ensimismamiento?, ¿han despertado para comenzar a soñar?... Este año tuvieron su oportunidad, cada uno a su manera, la de soñar de verdad...

De 2011 aprendí: 1) que el cinturón siempre tiene una agujero más para ceñir la cintura y 2) que cuando falta el aire, más fuerte, más definitivo, suena el grito. Me gustó, lo escribo con avaricia, que el ciudadano exigiera su sitio, que la palabra volviera a las bocas y, sobre todo, por encima de todo, que se volviera a escuchar. Me gustó, lo escribo con fiereza, que se recuperaran palabras como consenso, asamblea, responsabilidad... Y más allá: rabia, indignación, lucha... Me gustó, y lo escribo con esperanza, que se rompiera la connivencia entre el miedo y la mordaza. Sí, me gustó, lo escribo orgullosa, que en este 2011 atisbé el sueño en mi propia ciudad. Con sus luces, con sus sombras, pero fue, pero es, bello. Como despertar del sueño a un sueño.

Los rayos de Sol alcanzaron nuestro pequeño rincón al sur del sur de un país que se oxidaba, que se dormía, un cadáver en coma. La luz de Sol se reflejó en nuestra céntrica plaza del Palillero y asistí con la boca abierta a una asamblea donde más de 300 personas hablaban, se escuchaban, alzaban las manos, agitándolas, en aplausos mudos. Decían que estaban cansadas. El ciudadano se colocó en el centro del ágora, de la plaza. Y habló de sus miedos y de sus esperanzas. Era mayo y los gaditanos se envalentonaban por el impulso de una manifestación de cierto día 15 que fue un clamor de indignación.

La decisión de acampar, de organizarse en grupos de trabajo y en solidaridad con los sucesos que azotaban Madrid fue fácil de tomar en la plaza de San Juan de Dios aunque la plataforma Democracia Real Ya, convocante de la manifestación, se desligara de la acampada que comenzaron 17 personas. Fácil de tomar y, según parecía al principio, difícil de mantener con unas elecciones municipales a las puertas. Pero se logró. Se quedaron, convivieron en sintonía y en paz con el entorno y salió algo. Algo bueno. Como que las ideologías no se dividen en izquierdas y derechas. Que hay más. Que hay todo.

Javier González, gaditano, 22 años, sin afiliación política y con formación en Integración y Educación Social, Javi (a partir de ahora), que vivió y vive desde dentro todo lo que ha significado el movimiento 15-M en Cádiz, me acompaña ahora en este recorrido por la memoria reciente, por la memoria recién adquirida y me cuenta una anécdota, una historia pequeña: "El primer día que nos quedamos en Palillero llegó un señor con una bolsa de bocadillos y varias botellas de agua. Ahí tenéis, para vosotros, nos dijo. Él se sentó en un banco junto a nosotros y se puso a leer".

Ese hombre, Adolfo, 42 años, empresario, lo encontramos días después en Rabia, un reportaje sobre la acampada de mi compañero Pedro Ingelmo. "Claro, sí ese es Adolfo. Luego ya supimos su nombre porque se quedó y venía a las asambleas". Enrique, profesor 50 años; José, biólogo, 32 años; Leonardo, pensionista, 62 años; Lourdes, licenciada en Medicina, 29 años, Samuel y su familia... Fueron algunos de los nombres, de las caras, de las vidas que se cruzaron en la plaza del Palillero en intensas Noches al raso, que rotulaba otro compañero, Rafael Burgal. Noches donde, como cuenta Javi, se aprovechaban "para sostener debates sobre tipos de democracia, toma de decisiones, derechos laborales, vivienda...", enumera no sin esbozar una sonrisa al rememorar "como alguna gente que cruzaba el Palillero después de venir de marcha, se paraba y se quedaba a escuchar".

Casi un mes de concentración permanente salpicado de imágenes significativas y caldo de cultivo de explosivas y pioneras iniciativas como la creación de las asambleas por barrios, creadas al calor del referente simbólico que era Sol, o el paseo reflexivo del 21 de mayo donde Cádiz va más allá de las concentraciones convocadas en el resto de ciudades de España y decide moverse de manera festiva por el entramado de calles del centro. Es el momento álgido del Palillero, asambleas de 700 personas, las comisiones se refuerzan. Pero la extensión de las reuniones en los barrios en ocho sectores (cuatro del centro y cuatro de extramuros) funciona y la acampada comienza a dejar de tener sentido.

Las lunas de junio cobijan las charlas. Y la luna tiene dos caras. En la cara vista se vislumbra la idea de un paseo-manifestación para poner fin al asentamiento. DRY y acampados parecen enfrentarse con dos convocatorias. Se habla y se resuelve. Finalmente, y tras aprobación en asamblea, se deja fijada la fecha del día 19 con motivo de protestar contra el Pacto del Euro, una marcha pacífica apoyada por miles de ciudadanos donde quedó comprobado, una vez más, el ingenio de mis paisanos en forma de lemas y pancartas. Pero la luna tiene una cara oculta. Y las lunas de junio también protegen al secreto mejor guardado. Una acción que se va fraguando con discreción, en pequeños grupos, y que se quiere desvincular del movimiento, de la acampada y de cualquier plataforma...

18 de junio, después de una agradable jornada de playa, contemplo, absorta, desde el paseo del Balneario de La Caleta como una serie de personas ataviadas con máscaras parecen manejar una gran tela blanca en la azotea de uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad y en estado de abandono desde hacía una década. Con un extraño cóctel de incredulidad, sorpresa y desconcierto campando por el cuerpo, tomo un panfleto que me ofrece una chica y, tras unos minutos, tengo ante mis ojos, el secreto mejor guardado por las lunas de junio desplegándose negro sobre blanco por la fachada: "Recuperado para el Pueblo". Los vítores caracolean una ficticia escalera de orgullo y ánimo arriba y abajo del antiguo colegio Valcárcel.

Dos días después, el 20 de junio, y después de unos minutos de tensión en las puertas entre efectivos de una empresa de seguridad privada y la multitud, recorro después de muchos años el patio delimitado por una galería de arcadas con un pensamiento, tan íntimo como absurdo: La reapertura de Valcárcel siempre quedará ligada en mi mente al día que cumplí 30 años. No me riñan el egoísmo, pero sentí como un regalo volver a pisar de uno de los colegios más importantes que ha tenido mi barrio.

"Los trabajos de acondicionamiento y limpieza fueron increíbles", rememora Javi que certifica el estado de dejadez del edificio vinculado a la donación que el Marqués del Real Tesoro realizó al pueblo de Cádiz y que tuteló en nuestra época Diputación hasta su privatización con la empresa Zaragoza Urbana.

Limpiar, limpiar, reparar y confirmar la estabilidad del edificio. A eso se dedicaron, con presteza, los ciudadanos que participaron en la iniciativa que pasó a llamarse, y se llama, Valcárcel Recuperado. Buena parte de ellos procedentes del movimiento Palillero aunque "no faltaron manos de señoras del barrio y de muchos voluntarios que se acercaron por allí", asegura Javi.

Casa para el Pueblo, centro cultural, espacio para la transformación social, ensayódromo, edificio ocupado por una panda que se pasa por el forro la legalidad... He escuchado de todo sobre Valcárcel Recuperado en estos casi seis meses. ..

Ahora que lo pienso, de 2011 aprendí más de un par de cosas: 3) que los juicios se deben hacer en los juzgados, no en las calles 4) que me da tristeza que haya que esperar a una acción para abrir el debate público sobre los edificios desaprovechados e inutilizados de la ciudad 5) que querer es poder...

...He escuchado, he visto y he valorado las cosas. De Valcárcel solo sé que durante una década he paseado por su acera y, como muchos gaditanos, me he lamentado al verlo tan silencioso, tan solo. De Valcárcel sólo sé que desde hace unos meses hay talleres gratuitos, un proyecto de una universidad libre (recuperando así su vocación pedagógica), que hay una biblioteca y una tienda donde puedes intercambiar ropa, llevártela por un donativo o, simplemente, llevártela. Que escuché Carnaval y a Ruibal y a Luis García Montero... Ya ven, no sé demasiado. No puedo predecir el futuro, ni juzgar ni con todo el archivo de noticias del año que tengo por delante quién tiene la razón, quien incumple la legalidad y, aún más, ¿dónde queda lo moral? Lo único que sé a día de hoy, en los albores de este extraño 2011, es que queriendo soñar logramos despertarnos. Y eso es maravilloso.

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