"¡Que se pudran en la cárcel!", fue el comentario unánime de los familiares de Mercedes Tello Cela, entre ellos su esposo, Luis Muñoz-Cobo Labrador, al conocer que la Policía había detenido a los presuntos autores del crimen.

Todos ellos aguardaban en las instalaciones del tanatorio de Servisa, en la Zona Franca, que la autoridad judicial les permitiera velar su cuerpo durante unas horas y posteriormente proceder al acto del sepelio.

Manuel, que fue el que descubrió su cadáver cosido a puñaladas, intentaba mantener la entereza, acostumbrado a episodios similares debido a su profesión de funcionario de Policía, que perdía en algunos momentos recordando el dantesco espectáculo que se encontró en casa de su hermana.

Con ella había almorzado el domingo, cuando acudió a su domicilio para comprobar por qué no atendía al teléfono, alertado por su cuñado, también destrozado por lo ocurrido cuando se encontraba en Madrid visitando a su madre convaleciente.

Por otro lado, en el portal de la calle Cal y Canto, número 7, en los buzones para la correspondencia se podía leer una tarjeta con el nombre de la víctima, el de su marido y también el de su madre, Emilia Cela Iglesias, a la que Mercedes cuidó hasta su muerte hace unos cinco meses.

Los vecinos estaban todavía conmocionados por lo sucedido en la madrugada del domingo al lunes, cuando algunos dijeron que al regresar a sus casas desde la cercana Plaza de la Amante, donde suelen jugar a la lotería, habían escuchado ladrar a los dos perros de compañía de la víctima, que trabajó en su día como enfermera en el antiguo Hospital de Mora y luego ingresó en Tabacalera, donde se prejubiló hace unos años.

Ayer la conmoción la cambiaron por indignación al conocer que era precisamente uno de sus vecinos, que incluso el mismo lunes puedo estar en el portal lamentando lo sucedido, el presunto autor del crimen de Mercedes, a los que todos calificaron como una buena persona.