“Está bien que el público de hoy vea cómo eran las cosas en aquella época”
Ángel Calvente | Director de la compañía de títeres El Espejo Negro
La compañía malagueña cierra este domingo 25 de mayo, en el Teatro Falla, el Festival del Títere de Cádiz con una versión de la película ‘El verdugo’
Casi una treintena de espectáculos en el Festival del Títere Ciudad de Cádiz

Este domingo, 25 de mayo, acaba el Festival de Títeres de Cádiz y lo hace a lo grande, con el Falla como escenario y con la adaptación al teatro de marionetas de una película tan brillante del cine español de la posguerra como ‘El verdugo’, la magistral obra de Luis García Berlanga y Rafael Azcona. La compañía malagueña El Espejo Negro ofrece una versión del film que explica y desgrana en esta entrevista su director, Ángel Calvente. Cuatro actores sobre el escenario para manejar cerca de 30 personajes en lo que supone acercarse a un retrato fiel de una España gris, una historia sórdida y de infinito humor negro que El Espejo Negro encara, con más de 35 años de trayectoria, como un homenaje a sus creadores cinematográficos.
Pregunta.–¿Por qué esta versión de ‘El verdugo’? ¿Cómo llega a ella? Leo que es una película que supuso un impacto para en su juventud.
Respuesta.–Sí, hay un recuerdo de juventud cuando aún ni me planteaba que me iba a dedicar al teatro. Lo que pasa es que en el momento que empiezo a trabajar en las artes escénicas y pasan los años, pues en mi cabeza ese recuerdo es persistente y, sobre todo, porque soy un seguidor total del trabajo de Berlanga, porque su humor tan negro se acerca muchísimo a mi humor. Y eso es lo que nos une, con esa facilidad que él tiene para hacer todo tan bien dentro de la normalidad de la vida, que parece que no pasa nada, pero están pasando cosas muy tremendas. Y lo hace con naturalidad, cómo lleva a los actores y por eso, de pronto, surge ‘El verdugo’.
Lo que sí fue una casualidad es que hiciéramos la versión coincidiendo con el aniversario del estreno de la película. Fue en el año 2021, por ahí, cuando yo empiezo a trabajar en la obra, cuya adaptación es muy complicada, los permisos... Y me di cuenta de que en 2023 se cumplían 60 años del estreno en el Festival de Cine de Venecia, donde se llevó un montón de premios. Pero cuando Berlanga llegó con su película y su premio de bajo el brazo a España, lo tuvieron como en un rincón, castigado durante casi cinco años. Fíjate que la censura en aquel tiempo, que era tan lista, se lo tragó; se tragó ‘El verdugo’ entero, no se enteró.
Así que, meramente, fue por las ganas de hacerle un homenaje al maestro. Y a Azcona también, porque el guión de Azcona es una maravilla. Aunque lo firman los dos, creo que Azcona tuvo mucho más peso en ese sentido. Esta era mi forma de llevar la película sobre el escenario, aunque ya se había hecho en otras ocasiones con actores, con Echanove, pero con marionetas era la primera vez que se hacía.
P.–¿Y para la obra se ha fijado en la película o en esa versión teatral?
R.–No, no, no. Yo quería que fuera la película, que entonces no la volví y dejé que mi cabeza pensara cosas, que es lo mejor. Yo quería el guión original y poder adaptarlo libremente. Por eso, cuando empecé a negociar con la SGAE los derechos, me decían que ya había una obra hecha, pero yo no quería la obra de teatro, quería la película, lo genuino. Yo quería hacer mi propia versión, que no quiere decir que la que se hizo para Echanove no estuviera bien, pero es otra historia, sobre todo porque al adaptar la pieza al mundo de las marionetas hay muchas cosas que cambian, sobre todo porque sobre el escenario solo hay cuatro personas y un técnico fuera. No es lo mismo que con muchos más actores que con cuatro personas que tienen que mover una treintena de marionetas.
–¿Cuál fue el objetivo de su versión para marionetas y qué fue lo más complicado?
R.–El objetivo, para mí, siempre fue ser lo más fiel posible al guión original y, aún así, ir poniendo mis cositas; es decir, mi forma de entender el teatro, mis imágenes, mis músicas, todo eso. Y, luego, encajar todos los personajes en los cuatro actores, bueno, en los tres actores y la actriz que iban a estar sobre el escenario. Eso ha sido lo más complicado porque, claro, tenía una joya en las manos, un guión impresionante, y yo tenía que cortar, recortar y quitar, y hay escenas que desaparecen enteras, pero esto no quiere decir que luego no se entienda perfectamente la trama. Creo que la dramaturgia ha quedado perfecta, no tienes que haber visto la película para entenderla, y yo he ido un poco más allá, y esta versión no termina como la película, tiene como un doble final. he ido un poquito más allá.
P.–¿Un giro?
R.–Un giro distinto, un guiñito, un guiñito allá al final. Yo también, como dramaturgo, necesito expandir mis ideas, pero ya te digo que he sido muy escrupuloso con cómo lo he hecho, porque yo quería que rezumara berlanguiano; y ahí está, una mezcla entre Berlanga, Ángel y Espejo. No quiero defraudar a nadie con esta adaptación que he hecho sobre ‘El verdugo’, sobre todo al llevar los personajes al mundo de la marioneta, que si eran caricaturas antes en el filme, imagínate cuando son ya marionetas, esa caricatura es mucho más avanzada y más arriesgada.
P.–Una duda casi existencial: ¿se imita la voz de Pepe Isbert?
R.– No, no, no, no, no. Su fisonomía sí está, pero yo no quería imitar a los actores en sí, quería que tuvieran alma. Tiene la voz de un yayo, porque esa afonía constante que tenía él, que era como angustiosa, es muy complicada de marcar. Además, creo que los personajes mismos se iban encontrando con los actores, fuimos trabajando mucho y decidí que no queríamos imitar a los actores en sí, sino crear nuestros propios personajes. Por ejemplo, José Luis es un tío rubito con ojos azules y muy triste; Carmen es una mezcla entre Carmen Sevilla y Gina Lollobrigida, toda curvas y muy pizpiretas.
P.–¿Tampoco vio la película una vez que se preparaba el montaje?
R.– No, bueno, puede ser que la viera alguna vez, pero yo ya la tenía toda construida; es decir, para mí es más fácil olvidarme de lo que vi en su momento que buscar referencias, es que la tenía tan clara, sobre todo tenía tan claro el guion que cuando estás escribiendo, como lo estás leyendo, las imágenes te vienen a la cabeza, es indiscutible, como el garrote vil, que es una constante, la muerte, el verdugo, el piso, el colchón, la moto, el viaje...
P.–Es una película con muchísima trastienda: las relaciones sexuales de la época, el enchufismo administrativo...
R.–Claro, es una crítica feroz a los años 60, a la dictadura, a esa forma de vida tan gris. Por eso el espectáculo y los personajes son muy grises en apariencia, pero de pronto surge el color.
P.–La obra está recomendada a partir de 14 años. ¿Cómo la acogen los más jóvenes?
R.–Pues mira, hemos trabajado en campañas escolares para institutos y centros universitarios. Hay gente que está muy documentada, que lee y ve muchas películas, y hay otra gente que está bastante menos informada. Aún así, entienden perfectamente lo que estamos contando. Porque luego hay debates y la gente se pregunta si todo era así en aquella época.
P.–Se trata de una historia, de una película, que retrata una época pasada de España. Si tuviera que hablar de su vigencia en pleno siglo XXI, qué destacaría.
R.–Tal como está este país políticamente... Hay partidos políticos que miran con ojitos de cordero aquella España gris y oscura; la miran con ojitos de cordero. Donde la mujer debía estar en casa, limpiando, cuidando al bebé... Y el hombre era el macho que tenía que entrar y salir todo el día, y sin ningún porvenir por delante. Es decir, era una miseria, ¿no? Y con mi edad, ver cosas que están sucediendo en este país hoy en día, yo me asombro muchísimo. Es decir, hemos dado pasos atrás de pronto en las libertades, en la diversidad, en la sexualidad, que dices: “Esto no puede estar pasando”. Pero pasa.
P.–¿Qué papel juegan, ante esto, las artes escénicas en general?
R.–Hay que hacer siempre el teatro en libertad. Y la libertad de expresión y la guerra la hacemos sobre el escenario. Es decir, reivindicamos nuestras libertades. Está bien que el público de hoy en día vea lo que pasaba en aquella época, porque no es una invención lo que se está contando, porque realmente en aquella época eran así las cosas; el enchufismo, el tener tres o cuatro trabajos para llegar al final de mes, solamente te tenías que casar para procrear, no podías tener sexo antes del matrimonio porque eso estaba muy mal visto...
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