Cádiz

El patrimonio más cercano también sufre el abandono de Cádiz

Arco de los Blanco desde el interior del barrio del Pópulo.

Arco de los Blanco desde el interior del barrio del Pópulo. / Miguel Gómez

En la década de los 50 del pasado siglo, se publicaba en la prensa una denuncia sobre el estado de abandono de la capilla de los Blanco, sobre el arco del mismo nombre. La construcción tenía ya síntomas de grave deterioro, que impedían su uso.

Nada se hizo. La queja paso desapercibida. La capilla acabó perdiéndose.

Fueron estos años muy duros para nuestro patrimonio, cuando en el paseo superior de las Puertas de Tierra se tendía la ropa de la Casa del Niño Jesús y se cuidaba algún que otro huerto. Los castillos y baluartes, aún en manos de los militares, se mantenían porque éstos le daban un uso, en todo caso muy alejado a las necesidades de la ciudad. Se despreciaba su valor, con décadas antes había pasado con el inicio del derribo de buena parte de las murallas.

Junto a ello, además, ni se cuidaban monumentos, ni plazas ni, tampoco, árboles referentes de nuestra historia.

La democracia, además de tapar los numerosos agujeros que había dejado la dictadura en la ciudad (sin servicios públicos, con la infravivienda de intramuros, con calles sin asfaltar y sin redes de abastecimiento...), comenzó también a recuperar una pequeña parte de nuestro patrimonio. Todo ello con escasos fondos, sin casi ayuda externa y, demasiadas veces, con una ausencia de una planificación futura de los mismos.

Ahora estamos en época de planes directores, de reuniones con colectivos ciudadanos preocupados por Cádiz para hablar de lo que se puede hacer para tal o cual cosa, cuando al final todo es mucho más sencillo. A cambio, llevamos años dándole la vuelta a lo mismo sin gastar un céntimo que, por el contrario, sí se van para otros menesteres ciudadanos.

Como ciudad tendemos todos a culpar al de fuera (en este caso a las ‘otras’ administraciones) de nuestros males patrimoniales. Que si el castillo de San Sebastián, que si las murallas exteriores, que si las bóvedas, que si el monumento a las Cortes de Cádiz... y sin embargo no sabemos mantener lo que es de nuestra competencia, ya sea por la dejación municipal ya por el desprecio que por el patrimonio tienen muchos vecinos, por pura ignorancia.

Ejemplos podemos encontrar muchos y variados: desde las pintadas en los monumentos, al destrozo en los bancos más nobles de nuestras plazas. Porque todo es patrimonio.

Saliéndonos de la tradicional órbita del frente de la Puerta de Tierra, incluidos sus dos fosos, hay otros referentes de nuestra historia que sufren el maltrato de este desprecio.

Uno de los ejemplos visualmente más evidente es el arco de los Blanco. La que era la puerta de tierra de la ciudad medieval acogió en su día la capilla de los Blanco. Construida sobre el arco en 1635, se fue degradando con el tiempo, demoliéndose en parte mientras que otras entraban en un deterioro irreversible.

Hace unas tres décadas se demolieron varias pequeñas fincas construidas pared con pared con lo que quedaba de la fortificación medieval. Se urbanizó un patio “medieval” dando a una galería habilitada para tiendas de artesanía, mientras que se restauraba la escalera que permitía el acceso al lugar donde estuvo la capilla, con las medidas de seguridad obligadas.

Este acceso nunca se abrió al público, mientras que, aprovechando la verja de hierro, la escalinata está llena de basura un día sí y otro también, como pasa también con el estrecho foso que da paso al patio medieval, con desperdicios y pintadas.

Mantener este equipamiento en perfectas condiciones, eliminando las pintadas, retirando las basuras e incluso abriéndolo al público, es una labor que compete a su propietario, el Ayuntamiento de Cádiz, y más cuando estamos hablando de un Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.

Es decir, que no todo es reclamar a la parte contraria ayuda y complicidad. La puesta en uso de nuestro patrimonio está, a veces, en nuestras propias manos.

Otros equipamientos descuidados

Ocurre igual con la cercana Casa del Obispo. Este gobierno logró cerrar el complicado proceso judicial que enfrentó a la administración con la empresa que gestionaba uno de los grandes yacimientos arqueológicos de la ciudad. Tras recuperarlo no ha sabido abrirlo de nuevo, aduciendo la elevada inversión necesaria para ello.

Topamos aquí de nuevo con el ínfimo presupuesto que el Patrimonio de la ciudad tiene año tras año en las cuentas municipales. No parece comprensible que si un Ayuntamiento dice apostar por su historia, como elemento cultural, de dinamismo ciudadano y turístico, no haga una apuesta inversora en el mismo. El cierre desde hace años de la Casa del Obispo, más el deplorable estado de mantenimiento del espacio Entrecatedrales, no es el camino a seguir. Aunque es el que, hasta hoy, se está siguiendo.Esta dejación no se limita al casco histórico. Puerta Tierra también tiene ejemplo de este olvido histórico.

Los restos arqueológicos que se encuentran dispersos en algunas plazas de extramuros no reciben la atención adecuada. A veces aparecen cubiertas de suciedad y otras adolecen de información para el propio viandante.

Los restos de la muralla en Santa María del Mar, tanto en la rampa de bajada como en la popular ‘piedra barco’ en la misma arena, pasan totalmente desapercibida ante la ausencia de un papel explicativo de lo que fue, perdiendo por ello la ciudad un pequeño elemento de atención para el turista.

Lo mismo pasa con los restos de la primera aguada o, peor, con el castillo de la Cortadura, que hace ya más de una década pasó a manos del Ayuntamiento sin que se le haya dado un uso, especialmente en el tramo más cercano al colegio al

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios