"Me he pasado la vida huyendo de Cádiz o cayendo en ella"

Entrevista. Profesor y escritor, Rafa Marín no ha dejado de vivir y trabajar en 'Crisei'. Muchas de sus obras son, aun vestidas de diverso imaginario, imprimaciones del espíritu de la ciudad

Pilar Vera

18 de agosto 2013 - 01:00

QUEDAMOS en un chiringo de la playa y, por supuesto, no nos encontramos. La terraza junto al mar es, asegura, su incursión más habitual en verano -se confiesa demasiado comodón para los grandes viajes, aunque no perdona la Semana Negra-. Antes de comenzar la entrevista, hablamos de mil cosas, como es habitual con Rafa Marín. De los taxistas gaditanos. De Vikingos. De Shakespeare y su hijo Hamlet. La cuestión, -inevitable, piensa uno- es contar. Y contarnos.

-La pregunta evidente ante alguien que se pasa el día escribiendo, leyendo, enseñando, traduciendo es... ¿qué le hizo decir "lo mío va a ser contar y explicar historias"?

-Pues no lo sé, realmente... Yo creo que no fue nada y que, de alguna forma, siempre supe que sería escritor. Es decir, que escribiría. Oscar Lobato y yo compartíamos banca en el colegio, y ya hacíamos un periódico artesanal que bautizamos como El Chafardero Indomable. Luego, en el instituto, terminé con Juan José Téllez, con quien sacamos adelante la revista Jaramago, cosas todas que cuento en Samarcanda y El anillo en el agua, en esa especie de Verano del 42 que vivimos sin darnos cuenta... Ahí ya se ve que se da la formación de nuestros gustos, que nos gusta escribir, que hay ciertas inquietudes que compartimos. Pero fue algo que se dio desde siempre.

-El jovencito Rafa Marín -que dicho así parece el jovencito Frankenstein-, que era friki antes de que existiera el término. O era, más bien, un picaíto de lo suyo.

-Bueno es la diferencia de siempre entre el principio del placer y el principio de realidad. Aunque yo siempre digo que no soy un friki, sino un intelectual del ocio. No concibo mis aficiones como una religión y no visto de negro, por poner. Aunque le puedo sacar a Star Wars más defectos que el propio friki... Pero es que yo soy un creador de este juego, así que estamos en otro punto. No lo sacralizo. Creo que soy realista. Y por otra parte es cierto que aquí, y en Cádiz muy especialmente, siempre ha habido mucho picaíto de lo suyo. Tan siempre tan siempre, que el primer friki por derecho era el Quijote, y el propio Cervantes. Cuánta ternura, y cuánto conocimiento de las novelas de caballería tienes que tener para burlarte de ellas. Te cachondeas de lo que quieres. Y aquí tenemos el mundo del Carnaval, que es tela de friki. Por no hablar de las cofradías.

-Por querencias y universos, es inevitable preguntarse qué hace un chico como tú en un sitio como este...

-Me he pasado la mitad de la vida huyendo de Cádiz y la otra mitad, cayendo en ella. Tal vez es que piense que no puede salir nada nuevo de Galilea... Podríamos decir que tengo una doble vida respecto a la que me hace estar delante del ordenador y las cosas mías. El ser profesor, y estar en contacto con la chavalería me hace mantener siempre la visión realista. Por no intentar mezclar, de hecho, me he perdido las mejores. Pero me da una pereza infinita, por ejemplo, la idea de viajar, de deslomarte tres días para dar una conferencia en el castillo de Drácula, por muy atractivo que resulte... Además, yo soy muy conservador y muy cagueta. Si me preguntan dónde he ido de vacaciones, contesto que he cruzado la avenida y me he ido al chiringo, a la playa.

-Javier Cercas necesitó todo un libro para explicarlo pero, tras tanto tiempo trabajando sobre ellos... ¿qué diría que es un héroe?

-Ocurre que confundimos el término con los héroes de acción. Yo diría que un héroe es alguien íntegro consigo mismo y hacia los demás, quizá no acomete grandes acciones pero intenta sentirse cómodo consigo mismo o hacer que otras personas lo estén. Incluso puede actuar así movido por el puro aburrimiento, como es el caso de Torre. Torre se deja llevar, en gran medida es un antihéroe y, de hecho, el personaje puede ser algo pluma al viento... Una característica que, si lo pienso, comparten muchos de mis personajes, en Lágrimas de luz, en Juglar... No tienen una moralidad definida. En el Don Juan que estoy barruntando, en las primeras cien páginas al menos, el protagonista también es algo así. Después empieza a definirse. Su catadura moral, sin embargo, es la de un depravado, no sólo porque seduzca, sino porque corrompe, siendo un protagonista altamente refinado.

-A nivel creativo, creo que un autor le puede sacar muchísimos matices a un personaje que, en principio, le cae mal, como ese don Juan en el que está trabajando...

-A mí, desde luego, los que me molan son los personajes malvados en las historias, porque son los que hacen avanzar la trama. Necesitamos que los recursos del personaje sean claros. Por poner un ejemplo, de las dos últimas pelis "morralla" que he visto, Superman y Star Trek, al malo de Supermán lo comprendo, es el último de una especie, tiene sus motivaciones.

-Si uno va a la casa de Dickens, en Londres, puede ver al lado de la mesa de su despacho un atril: Dickens seguía escribiendo de pie cuando ya no aguantaba estar más horas sentado. Su caso era de una grafomanía, o de una adicción al trabajo, feroz. Rafa Marín trabaja, escribe, traduce y mantiene un blog. A veces pienso que le hubiera pasado igual de vivir en el siglo XIX.

-Pero no es tan raro: por la mañana, doy clases; por las tardes, traduzco, y en verano, escribo. Será que sí, que soy hiperactivo.

-Tal vez porque La leyenda del navegante y Lágrimas de luz fueron los primeros títulos que dejaron huella, lo que hace siempre parece asociado al género, a la ciencia ficción, a lo fantástico... Pero si yo tuviera que aconsejar títulos que radiografiaran Cádiz, más allá de lo típico, escogería alguna de las novelas de Torre, o La ciudad enmascarada.

- Y, sin embargo, no me he comido nada (risas). Creo que, escribas de lo que escribas, es inevitable reflejar tu realidad. Hay una parte de Lágrimas de luz que es autobiográfica. En La leyenda del navegante, Crisei es claramente Cádiz como ciudad encerrada en sí misma, que se parece a Venecia, pero tiene referencias de Cádiz, y los personajes son propiamente gaditas.

-¿Si estuviera empezando en esto del contar historias, estaría escribiendo guiones?

-No lo creo. No me gusta escribir guiones, soy lírico: al hacer guiones de cómic lo pasaba mal. Mi arma es la palabra. Sí, es cierto que hago textos más cultivados, y a lo mejor te endoso siete subordinadas. Pues bueno, si no te gusta, te saltas el párrafo... Pero no sé escribir de otra manera, no puedo. Ahora, si pudiera viajar al pasado, y darle un consejo al jovencito Rafa Marín, que decíamos, le diría: "No escribas ciencia ficción. No lo hagas, porque esto tiene un techo, y siempre te van a tratar como si fueras tonto". Hace tres años, empecé a escribir en el blog (Crisei) una especie de memorias de cómo se fueron haciendo mis aficiones, y cuando las he ido repasando, he caído en la cuenta de que es un libro: justo termina cuando empieza mi labor como traductor, no como escritor, y explica gran parte de las tendencias, gustos... Yo he leído tebeos y ciencia-ficción. Pero los escritores que más me gustan no son de ciencia-ficción, sino de novela histórica, y Umbral, y Vargas Llosa.

-Tampoco es que lo ortodoxo tenga mucha más salida. Digamos que dedicarse al libro, su mercado, su forma de presentar historias, es dedicarse a un mercado en extinción.

-El libro se va a acabar, pero es más: la literatura se va a acabar, el cine se va a acabar -entiendo que la literatura es todo esto-. Creo que vivimos una especie de pre-renacimiento, en donde la alta cultura va a estar en manos de unos pocos, muy pocos, y luego estará la mierda mayoritaria. Pero está claro que el lector tiene que entretenerse. Uno escribe como sabe, como puede, y pocas veces como quiere. Pero hay que entretener al que te escucha, esa es la primera máxima... Yo no hago mucha poesía, pero siempre intento que haya una música en lo que escribo. Que lo que pongo en una página, sólo pueda escribirlo así y, a la vez, sólo se pueda escribir como yo lo hago...

-La lucha entre el show and tell, que siempre se dice. Simplificando, el cine de autor frente a Spielberg.

-Es que nadie tiene un ritmo como Spielberg, incluso en las pelis supuestamente menores... Fíjate en Atrápame si puedes, ¿sabes que Spielberg hizo algo parecido, que se coló en unos estudios disfrazado de ejecutivo? Lo principal al contar historias es entretener. De todas formas, como digo, creo que estamos en mitad de una convulsión... Así que, ¿sabes por qué uno escribe, al final?

-(...)

-Uno escribe por esto -Rafa Marín levanta la cerveza-. Y para ir a la Semana Negra, que es algo que me permite conocer a gente como Eslava Galán, escritor al que admiro muchísimo.

-Pues vamos listos. Porque, como estamos viendo últimamente, no es baladí que exista alguien que pueda y sepa contar las cosas.

-Lo malo que tiene que te corten los orígenes que te cortan las referencias. Yo con los chavales veo que ya ni les interesa el cine. Literatura Universal, por ejemplo, era una gran asignatura que mató la selectividad, cuando hubo que ceñirse a un temario exhaustivo.

-Los temarios los redacta el enemigo...

-Porque la educación está en manos del enemigo, que son los pedagogos y los políticos, que no han dado clase en su puñetera vida, con lo fácil que es dar una buena clase. Ahora, nos enfrentamos a una doble cosa. Por un lado, el cambio de flujo narrativo del que hablábamos: las nuevas tecnologías tendrían que haber replanteado ya la pedagogía. Por otro lado, está que lo audiovisual siempre ha provocado un rechazo en la educación. Nunca sabes lo que va a funcionar, desde luego: por ejemplo, Star Wars no funciona en clase, y a mí me han flipado con el Macbeth de Orson Wells. Pero todo esto que te hablo es ya de hace años. Hoy no les puedes poner nada en blanco y negro en clase. Incluso Buffy, que tiene diez o doce años, se ve ya como algo antiguo. A veces pienso que la magia de la tele de antes tenía que ver con que todo el mundo veía lo mismo y, al día siguiente, todos hablaban de El halcón maltés, Ironside...

-A todo esto, ¿qué nos pasa a los españoles con el inglés?

-Es muy triste que de los siete presidentes de la democracia, ninguno haya hablado idiomas cuando hasta Cameron y Obama chapurrean español. Yo sé inglés, pero no he tenido una cultura de inmersión. ¿Cómo y cuándo empecé? Pues cuando empecé a leer cómics, y explorar, y leer Animal Farm olvidándome del diccionario, no como un gilipollas... Cuando empecé a guiarme, como hay que hacer, por el principio del placer.

-¿Y por qué lo hablamos tan mal?

-Mmm... digamos que habría dos explicaciones, una bonita y otra, no tanto. La primera explicación sería fonética, y es que tenemos una lengua tan perfeccionada que es muy limpia, no tiene sonidos "intermedios". La segunda, sería el peso imperialista. En Hispanoamerica, por ejemplo, hablan inglés, y lo hablan muy bien. Pero aquí aún hay rescoldos de ese: "Aprended mi idioma, que yo con lo que hablo me basto en el mundo".

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