La soledad ha sido uno de los graves escenarios que la epidemia del coronavirus ha puesto de relieve en este último año. Una soledad que además se ve empeorada cuando se trata de personas mayores, de esa tercera edad para la que hay escasos recursos y que la sociedad actual no está sabiendo dar el hueco que merecen. La situación es tal, que entidades y parroquias empiezan ya a poner la mirada expresamente en estas personas, como ocurre con la parroquia de San José, que ha anunciado la creación de un plan de actuación para atender a las personas mayores de esta feligresía de extramuros.

“Como parroquia debemos hacer nuestro este desafío del tiempo difícil que vivimos, arropando la debilidad encarnada en los mayores de nuestra propia feligresía y enfrentando la frialdad impuesta por la distancia social a base de calor humano de la comunidad parroquial, respetando las medidas sanitarias pero acercándonos con el corazón, haciéndonos protectores, como San José”, explica el párroco, Alfonso Gutiérrez, sobre este proyecto bautizado como Noé.

Este proyecto Noé se dirige a las personas mayores de 65 años de la feligresía de esta parroquia “que estén viviendo, con un sufrimiento evitable, la soledad de este tiempo de aislamiento forzado”. El objetivo es “aliviar la penosidad emocional y espiritual del aislamiento de las personas mayores de la feligresía, agravado por la situación de pandemia del Covid-19”. Y es que considera el responsable de la parroquia que a la soledad de la vejez “no sólo han superpuesto el aislamiento físico del estado de alarma, con sus confinamientos y cuarentenas, sino también, además, el insólito aislamiento emocional de medidas restrictivas del contacto con familiares, amigos y vecinos de menor edad”.

“Este tiempo ha agudizado y hecho visible un déficit ético en el actual concepto de vejez, que no parece que se vea ya como una etapa más de nuestra vida con pérdidas y ganancias, con fecundidad y sentido, sino como un declive en el que la persona pierde su valor humano y es vista como carga improductiva, como prescindible”, señalan desde la parroquia.

De ahí este Proyecto Noé, que se propone “conocer mejor la realidad personal de los mayores de nuestra feligresía que sufren a causa de la soledad”, creando para ello incluso una base de datos; “mantener viva la comunicación y mejorar el vínculo entre la comunidad parroquial y las personas mayores de la feligresía que necesiten más atención”, a través de un acompañamiento telefónico que realizarán voluntarios de la parroquia; “favorecer el manejo de las nuevas tecnologías de comunicación”, para lo que se ofrecerán talleres específicos para estas personas mayores; “facilitar la gestión de la soledad y el desarrollo vital en la vejez como etapa dotada de sentido, con posibilidades de crecimiento”, para lo que se plantea la creación de algún grupo que sirva a estas personas para actividades relacionadas con la estimulación de la memoria, la formación o el debate; “sensibilizar al conjunto de la feligresía sobre el valor de la ancianidad y el riesgo de que cierto edadismo y gerontofobia calen en la sociedad, por efecto del Covid-19 y el debilitamiento de las raíces espirituales de la cultura”, para lo cual se desarrollarán diversas iniciativas encaminadas a conocer la realidad de estas personas mayores y su utilidad en el mundo actual.