Cádiz

La noche dormida

  • La legislación, los cambios de costumbres y la crisis han provocado que el ocio nocturno palidezca

A la movida le cuesta moverse. La noche en Cádiz está sumida desde hace años en un letargo del que no sabe escapar. Son varios los condicionantes que han motivado que el ocio nocturno en la capital gaditana palidezca y no sepa encontrar una cura a su enfermedad para que esta actividad económica resurja con fuerza.

Hay que tener en cuenta que el sector hostelero es uno de los que más se resiente cada vez que hay una crisis económica. Ante la escasez en los bolsillos, lo primero que se recorta es en el ocio.

A esto se suma el cambio de costumbres a la hora de salir de marcha motivados por la legislación. La ley autonómica 7/2006, que en Cádiz empezó a aplicarse a principios de 2007, eliminó el botellón de las calles, dejándose sólo el paseo superior de la Punta de San Felipe para su práctica.

Las vías, para alivio de los vecinos, se vaciaron, por lo que se esperaba que los negocios se llenaran de público. Una de las principales quejas de los hosteleros es la normativa en cuanto a los horarios de apertura y cierre de los establecimientos hosteleros, regulados por la Orden de 25 de marzo de 2002 de la Junta de Andalucía. En ella, se establece que bares, cafeterías y restaurantes pueden permanecer abiertos hasta las 2.00 horas, los pubs y bares con música hasta las 3.00 horas y las discotecas y salas de fiestas hasta las 6.00 horas. Estos horarios se amplían una hora los viernes, sábados y vísperas de festivos. Por su parte, el límite a las terrazas está establecido a las 2.00 horas.

Esta rigidez, según relatan desde este sector, no responde a las necesidades de una ciudad como Cádiz, sobre todo cuando llega el verano. La normativa, a pesar de la eliminación del botellón, no ha variado, especialmente por la fuerte presión vecinal. Sin embargo, la clientela reclama poder disfrutar al aire libre, tanto por el buen tiempo como por otra restricción como la ley antitabaco, que prohíbe fumar en el interior de los establecimientos.

Un cúmulo de adversidades lleva a preguntarse si la noche, y en especial la de Cádiz por las características de la ciudad, tiene visos de encontrar una solución.

El presidente de la patronal hostelera Horeca, Antonio de María, es muy claro a la hora de explicar la situación actual: "Sí es cierto que hace muchos años la zona de Muñoz Arenillas era el desmadre absoluto, pero eso hace años que desapareció, por lo que no podemos seguir manteniendo las mismas posiciones".

Ante una realidad diferente, De María se muestra esperanzado por los posibles cambios que pueda haber en la normativa fruto de la mesa de trabajo creada por la Junta de Andalucía en la que están representados todos los sectores que se ven afectados. De hecho, el representante de los hosteleros afirmó que la actual legislación está "obsoleta" en diferentes aspectos, por lo que "se debe adaptar a la demanda de los nuevos tiempos".

Uno de los ejemplos es la situación de las terrazas de estos negocios. "En el Levante español, están abiertas hasta las cuatro de la mañana, mientras que aquí las tenemos hasta las dos. Si la gente está de vacaciones, lo que quiere es pasarlo bien y disfrutar, y no acostarse". De hecho, recalca que durante el verano "los locales están vacíos y el público está en las terrazas". Y es que el sector es una pescadilla que se muerde la cola por su funcionamiento: "Si vas a ir de copas o a bailar, previamente vas a cenar. Si lo haces en otro sitio, al final afecta a todo el mundo".

Por esto, De María espera que de la negociación que se está llevando a cabo actualmente salga un consenso que beneficie a todas las partes. "El verano dura dos meses y para el sector de la hostelería es la época en la que tiene que recoger su cosecha tras diez meses de dificultades. Tenemos que ser conscientes. Vamos a ver si la Junta aprueba nuestras peticiones, siempre respetando el descanso de los vecinos".

Una de las personas que está sentada en la mesa de trabajo es Concha Martínez, que pertenece a la patronal de la hostelería de Málaga. Para Martínez, la ley "está desfasada", por lo que se necesita "flexibilidad" en la normativa para las diferentes situaciones que se viven en Andalucía.

Para ello, entre las principales peticiones de los hosteleros, tal y como señaló Martínez, están el cambio en la nomenclatura de las actividades que ejercen y la variación de los horarios. De ahí, el objetivo que emerge es que "se nos permita hacer actividades más amplias con garantías técnicas". "Tal como están las empresas, o nos dejan trabajar o no llegan", incide.

Uno de los de los que ha abandonado momentáneamente el barco de la noche es el empresario José Luis Rodríguez Trejo, que hasta hace unos meses regentó en Muñoz Arenillas tanto el Elephant Club como el Sinatra Piano Club, ambos en el local que históricamente ocupaba el Barabass. "La cosa está fatal y sin visión de futuro", resume Rodríguez para explicar lo que le sucede a la noche.

Su experiencia en estos negocios alcanza las tres décadas, desde que abriera el Pub Vip en Muñoz Arenillas en 1986. Desde entonces, la noche es otra. "Todo ha cambiado de manera brutal y triste. Antes, venían de Jerez o Chiclana a salir y Cádiz era lo máximo. Las exigencias son muchas para los bares con cosas como no poder fumar. Estamos continuamente vigilados por la Policía como si fuéramos asesinos y con los vecinos asediándonos y sin dejarnos vivir", cuenta. Además, suma otro aspecto que perjudica a las discotecas frente a los bares de copas, ya que los primeros tributan al 21% mientras que los segundos lo hacen al 10%.

Un aspecto que no comprende Rodríguez es la "continua presión que el Ayuntamiento anterior ejercía en cuanto al horario de las terrazas, que ha hecho que la gente se vaya de Cádiz. No se puede levantar a las dos de la mañana a un matrimonio que acaba de salir de cenar de un bar y se está tomando un helado".

Dentro de este análisis, también añade este empresario la "competencia desleal" que se da desde otras discotecas de la provincia que fletan autobuses para desplazar a los clientes a sus instalaciones. "Si viene un matrimonio de Sevilla o de Extremadura y su hija se va de discoteca a El Palmar en autobús, a la temporada siguiente se van a un chalet a Conil para que la hija se vaya a la discoteca y la madre se quede más tranquila. Parte del turismo se está desplazando a esas zonas y ya no comen aquí la caballa o no alquilan el apartamento", argumenta Rodríguez.

Aunque en este momento está retirado, Rodríguez asegura que, a pesar de los problemas, "no pierdo la ilusión" para volver a poner en pie un nuevo negocio. "Suelo trabajar con ganas en algo que me guste. No sé si se podrá dar esa posibilidad, pero no pierdo la esperanza", indicó el empresario.

El principal local de ocio nocturno en Cádiz es el Momart, que se encuentra en la Punta de San Felipe, que cuenta con dos ofertas diferenciadas: Momart Sala Club y Momart Theatre. Carlos Veiga, uno de sus socios, reconoce que "no es el momento" de la noche gaditana, aunque se muestra crítico al indicar como uno de los problemas que "no hay oferta de ocio nocturno" en la ciudad.

Aunque por las características de su negocio tiene un horario más amplio, sí incide en el tema de las terrazas y el límite de las 2.00 horas, ya que "en verano a la gente le apetece estar en las terrazas por ser al aire libre y poder fumar. Si les cierran a las dos de la mañana, ellos -por los bares- son los perjudicados". Por ello, Veiga tiene claro que este asunto se debe atajar con un cambio en la normativa.

Junto a esto, considera como "clave" la legalización de las terrazas con música. "Es entendible que se haga en una zona de ocio en donde no se molesta a los vecinos. En un lugar con un bloque de vecinos encima, es normal que no puedas poner música en la terraza". Por ello, sentencia que la legislación debe de ser "flexible" para contemplar "las distintas situaciones" que afectan a un negocio".

Con todo, en el terreno en el que trabaja -la Punta de San Felipe-, cree que esta zona "está mejor que hace muchos años", todo lo contrario que lo que le ha sucedido a Muñoz Arenillas, que "se ha venido abajo. Es una calle complicada a raíz de las quejas de los vecinos. Se decidió quitar el ocio de allí. Los pubs están cerrando y se están abriendo bares".

Uno de los hosteleros de referencia es Raúl Cueto, con restaurantes como Arsenio Manila o Bebo los Vientos o pubs como Nahu. Indica, a partir de su experiencia, que, dentro de la dinámica de crisis, "la noche es la que está más perjudicada, ya que se nota que la gente hace la vida durante el día al ser más barato". Aun así, remarca que "hay una pequeña recuperación en general. Veo a la gente con más alegría y la palabra crisis no está tan presente en el vocabulario".

Uno de los factores que aporta, al igual que sus compañeros, a la hora de explicar la situación de la noche es que "las administraciones han sido muy restrictivas por el tema de los vecinos. Hay localidades como Vejer, Conil o Tarifa que saben llevar mejor la unión de vecinos y diversión".

Cueto cree que en cuanto a la normativa "nos hemos pasado de frenada. Hemos pasado del botellón, con 5.000 o 6.000 personas en la calle, a que ahora no haya nadie en la calle, con todo cerrado y oscuro".

Respecto al tema de las terrazas, considera Cueto que "un bar sin ella lo tiene complicado" e incluso apunta que el público "se está volviendo más europeo" a la hora de resistir las condiciones meteorológicas al usarlas por la aplicación la ley antitabaco.

Para ejemplificar la importancia del sector, Cueto argumenta la situación laboral que sufre Cádiz: "De cada 10 habitantes, cuatro están en el paro. De los otros seis, estamos en una ciudad muy administrativa. Si los quitamos, el resto trabaja en el sector servicios. Gran parte trabaja para la hostelería de manera directa o indirecta. Hay que tener claro que generamos trabajo".

Una de las patas importantes en una ciudad con playa la conforman en los chiringuitos. Una oferta sobre la arena y al aire libre que se disfruta, especialmente, en las cálidas noches de verano. Miguel Ángel Sánchez regenta en La Victoria los establecimientos Potito y Potito Beach. En su opinión, cree que sería lógico que "en verano pudiéramos abrir, al menos, una hora más", ya que los límites están marcados a las dos de la mañana entre semana y a las tres de la mañana los fines de semana.

Sánchez entiende que el público que acude a los bares playeros suele ser "parejas que vienen con niños que los tienen jugando a la playa", por lo que "cuando les decimos a la una y media que se tienen que tomar la última copa, se quedan sorprendidos porque no lo entienden por la buena temperatura que hace o porque acaban de salir de cenar y están de vacaciones". "Hay que llegar a un acuerdo con los vecinos. Otra cosa es que la gente esté bailando o haciendo botellón. No se quiere caer en eso", especifica.

De hecho, este empresario no entiende la incongruencia que se da cuando "hay gente de un bloque que no te deja trabajar y te mandan a los hijos para entregar el currículo para poder trabajar". Para mejorar la oferta, pretende este verano, con varios compañeros, conseguir "algún tipo de licencia" para ofrecer por las noches "algo de música, como Carnaval o flamenco".

El propietario de Potito y Potito Beach es positivo por el futuro, ya que las previsiones le hacen estar "ilusionado" para ver que "se va a mejorar la noche de Cádiz". "Hay más disposición por parte de todos: los hosteleros, los vecinos y la autoridad", opina.

Otro hostelero que conoce bien el terreno es Juan de Dios Álvarez. Entre 1993 y 2006 regentó en Muñoz Arenillas el Pub El Paparazzi. Actualmente es socio del chiringuito Malibú junto a Raynold Pierre-Louis, que también gestiona en Muñoz Arenillas el Pub Monte Corona. "El horario ha sido el mayor acicate contra el ocio nocturno. También está el tema de la ley antitabaco. Ha sido un compendio de cosas que han ido acabando con él", asegura, a lo que también añade el cambio de costumbres, ya que "antes se salía más de copas".

Actualmente, apunta que los hosteleros de Muñoz Arenillas están "intentando revitalizar" una calle de la que "desapareció la gente". "Estamos haciendo una labor para recuperar una clientela más mayor, que, al fin y al cabo, está respondiendo", manifiesta.

En los buenos tiempos de la movida, en invierno alrededor de San Carlos y en verano por La Laguna o Ingeniero La Cierva, los taxistas contaban con unos ingresos añadidos a su trabajo cotidiano. El secretario de Radio Taxi, José Manuel Fernández, recuerda que la Policía Local debía regular "la enorme cola de jóvenes que había frente a La Cierva esperando un taxi para ir a la Punta de San Felipe tras hacer el botellón". Miles de personas se movían esas noches por la ciudad, especialmente en extramuros. Había vida, aunque no para los vecinos a los que el ruido molestaba. No se podía contentar a todo el mundo. Pero los taxistas echan de menos esos tiempos. "El negocio ha ido a menos desde que prohibieron el botellón y los bares cierran más temprano. Podríamos hablar de entre un 60 y un 70 por ciento menos en ingresos, especialmente en el verano", comenta Fernández. "Antes, en el verano ganábamos para mantenernos en invierno. Ahora es imposible", añade.

El ocio nocturno está difunto. La punta de San Felipe, donde los locales pueden cerrar más tarde, no es suficiente para el sector. "Allí hay ahora mucha chavalería que no es usuaria del taxi, que no tiene recursos para volverse a casa pagando un servicio", señala Fernández. "Al margen de la Punta, los demás bares están chapados a las dos de la mañana", destaca. Dice que los turistas se quejan a los taxistas. "En el verano se vuelven tarde de la playa, se duchan, cenan tarde y en lo mejor, en la copa o en el helado, tienen que irse a casa. Eso no puede ser. Fastidia estar de vacaciones y someterse a horarios restrictivos, con el policía municipal al lado de la mesa esperando a que termines", argumenta el secretario de Radio Taxi.

Para colmo del escaso ambiente nocturno, hace unos años al taxi le salió un competidor con el ocio de localidades de la provincia, con salas de fiesta que ponían autobuses para trasladar a los jóvenes de la capital. "Hemos denunciar las irregularidades de ese tipo de transporte. Cada uno es libre de irse donde quiera, está claro, pero las cosas deben hacerse legalmente. Los autobuses que los recogen deben reunir todos los requisitos, para que, esperemos que no ocurra, los jóvenes estén protegidos en caso de accidentes. Esperamos que en este verano se tomen cartas en el asunto", concluye Fernández.

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