Los pasos hacia la llamada nueva normalidad son cada vez más notorios. En este año y medio que llevamos conviviendo con el COVID-19, la forma de la que disfrutamos de nuestro tiempo de ocio se ha adaptado a las circunstancias y a las medidas sanitarias que han estado vigentes en cada momento. Sin embargo, una vez eliminadas las restricciones, gran parte de las actividades han regresado a su situación prepandemia. Esto también ha sucedido en Cádiz con el botellón. Su prohibición provocó el cierre del botellódromo situado en la Punta de San Felipe, lo que no impidió que durante el pasado verano, en el momento en el que las normas empezaron a ser más laxas, se dispersara por gran parte de la ciudad. Sin embargo, desde finales de la temporada estival, y con el relajamiento de las restricciones, el botellón ha vuelto a su redil, por lo que también ha entrado en la normalidad.

Así lo ha constatado el superintendente jefe de la Policía Local de Cádiz, Juan Manuel Padilla, que reconoce que este fenómeno es el que más problemas ha ocasionado al cuerpo municipal durante los meses de verano, pero que al final de la etapa estival comenzó a regresar a la Punta, por lo que las quejas vecinales empezaron a disminuir. Padilla explica que "a día de hoy, y según la situación sanitaria, los botellones siguen estando prohibidos, por lo cual en teoría no podríamos permitir el botellón en la Punta, pero lo que ocurre es que si lo prohibimos, los jóvenes se esparcen por todo el casco antiguo y causan más problemas a los vecinos".

Ante esto, resalta que "en verano no hemos permitido el botellón en la Punta, por lo que ha habido muchos microbotellones en muchos puntos de la ciudad. Pero ya los jóvenes han vuelto a la situación anterior al COVID y están yendo a mansalva a la Punta de San Felipe a partir de la una o las dos de la madrugada". Estos movimientos de la movida juvenil han propiciado que, según Padilla, “tanto los compañeros de la Policía Nacional como nosotros entendamos que es un mal menor que dejemos en la Punta a los jóvenes para que no haya conflicto con los vecinos".

Así, este regreso a la situación anterior al coronavirus ha obligado a volver a establecer los servicios específicos para el control del botellódromo de la Punta de San Felipe. "Ya se están realizando controles de entrada y algunos cacheos para comprobar si llevan armas blancas o drogas, y permanecemos cerca por si tenemos que intervenir por alguna reyerta", afirma el superintendente jefe de la Policía Local gaditana.

Este cambio en el hábito de los jóvenes desde finales de verano, que se ha producido, entre otros aspectos, por el inicio del curso universitario, ha propiciado que "esté descendiendo el número de quejas de los vecinos del casco antiguo por ruidos". Según señala el jefe policial, "en donde se han producido más quejas por botellones ha sido en la Alameda Apodaca, los alrededores del Hotel Playa Victoria, y las playas de La Caleta y Santa María del Mar". Junto a esto, también remarca que "se han localizado grupos menos numerosos de jóvenes en otros puntos de la ciudad".

Junto a esto, también constata que "han disminuido mucho los avisos por fiestas en los pisos" con el objetivo de saltarse las restricciones por la pandemia. Esta situación, sin embargo, resalta que se volverá a producir en las próximas semanas "con las fiestas en los pisos de Erasmus, por lo que tendremos que acudir para desalojarlos y denunciar a los inquilinos".

Con todo, Padilla concluye resaltado que "durante el verano hemos visto una vuelta progresiva a la normalidad, ya que empezamos de una forma y poco a poco los jóvenes han ido reincorporándose a su vida normal".