El monasterio de Santa María de Cádiz se asoma desde la restaurada torre a su quinto centenario

El histórico edificio del barrio de Santa María va paulatinamente resanando sus heridas hasta alcanzar la necesaria y complicada rehabilitación integral

La Asociación de Amigos del Monasterio agradece las últimas inversiones de las administraciones autonómica, provincial y local, mientras la Junta mantiene su "compromiso" en la búsqueda de una solución final

Así de espectacular luce el restaurado campanario

Vista de la torre campanario restaurada de Santa María desde la cubierta del edificio.
Vista de la torre campanario restaurada de Santa María desde la cubierta del edificio. / Lourdes de Vicente

El monasterio de Santa María de Cádiz cumplirá en 2027 los 500 años de su construcción. En algunas de sus muy deterioradas zonas es posible toparse con sus muros más primitivos, con aquellos que de manera sorprendente han aguantado en pie desde su construcción original y han sobrevivido a los múltiples añadidos y restauraciones realizadas, con mayor o menor suerte, en estos últimos cinco siglos. Pero el monasterio que en 1527 se construyó sobre una aún más antigua ermita, también de Santa María y de la que se tienen noticias desde al menos 1513, corre serio peligro y con él corre peligro una parte significativa del escaso patrimonio medieval gaditano. La Asociación de Amigos del Monasterio de Santa María, pujante e insistente como pocas, anda enfrascada en celebrar como es debido este quinto centenario. Al tiempo que agradece los pasos dados desde las administraciones públicas, como el que ha permitido restaurar y salvar la torre campanario, recuerda que con la celebración en el horizonte resulta imprescindible ahondar en la búsqueda de soluciones para una rehabilitación completa del monasterio.

Para mostrar cómo ha sido la restauración de este campanario, desde el que Santa María se asoma a sus 500 años de historia, la asociación que dirige Antonio Ramos ha realizado una nueva visita al monasterio con la asistencia de Mercedes Colombo, delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en Cádiz; Tania Barcelona, delegada territorial de Cultura; Fernando Ríos, el arquitecto que ha dirigido la restauración del campanario, y Jesús Tejada, responsable de forjar la cruz con la que se remata la azulejada cúpula de la torre. El paseo ha comenzado por las dependencias más deterioradas y necesitadas de actuación en el monasterio, antes de llegar a la zona del campanario para explicar su maltrecho estado primitivo y la recuperación realizada. Incluso se ha producido un breve encuentro con las monjas que integran la actual comunidad.

Y es que Ramos y la asociación reclaman que hay que seguir apostando e invirtiendo por el monasterio, como un patrimonio que Cádiz "no puede perder", pero también valoran la implicación de las administraciones públicas con unas ayudas que sirven para invertir en la conservación futura del edificio: "Agradezco públicamente a la Junta el interés, la perseverancia y el cariño que pone en este proceso restaurador". Pasos pequeños pero necesarios a la espera de que se encuentre la fórmula definitiva para actuar de una manera integral en el monasterio. "Continuaremos", ha contestado la delegada Colombo.

Visita al monasterio de Santa María en Cádiz y su restaurada torre campanario

La actuación en la torre campanario ha permitido corregir los graves defectos que presentaba, con un peligro real de desprendimiento de cornisas y azulejos. El conjunto estaba en una situación "lamentable", en palabras del arquitecto. Así, se ha tenido que picar, y mucho, para profundizar y llegar al soporte firme, de manera que se pudiera realizar un buen resanado. La torre se encontraba "ligeramente desplazada" porque los tensores que la estabilizaban estaban también dañados. Para asegurar el conjunto, se ha colocado un nuevo collar perimetral. También se ha restaurado la escalera interior de la torre y la zona de azulejos de la cúpula, elementos de varios periodos históricos en los que se ha tenido que actuar con sumo cuidado. Para el pintado final, se ha escogido el tono que más frecuentemente ha tenido la torre a lo largo de su historia.

La rehabilitación de la torre campanario ha sido posible gracias a la subvención de la Junta (150.000 euros) y Diputación (algo más de 95.000), cantidades a las que hay que sumar otras inversiones realizadas con los fondos propios de la asociación. Mientras, la consolidación del techo de la capilla del Nazareno llegará en breve con la aportación municipal de 90.000 euros.

La Asociación de Amigos del Monasterio, que prepara también un programa de actos con vistas al cercano quinto centenario, tiene en mente dos proyectos inmediatos para la torre: que vuelvan a sonar las tres campanas de Santa María, que datan de 1796, 1918 y 1919, en una actuación que costará unos 8.000 euros, y, una actuación algo más compleja, la iluminación artística de la torre y el campanario.

Pero la vista global de cara al futuro está situada en la restauración total del convento. En sus destrozadas sacristías, el hermoso pero abandonado patio principal, las escaleras, los coros más altos que comunican, con la separación de imponentes celosías de madera, con la iglesia de Santa María, las vigas de los techos por donde sigue entrando agua... Muchos achaques para 500 años y cuyo ejemplo de actuación, además de los pequeños pasos que se van dando, se encuentra en la recuperación de la llamada Casa del Capellán que permitió hace ya algunos años el regreso de las religiosas concepcionistas al histórico monasterio.

Hace un tiempo, la asociación cifró el coste de la rehabilitación entre los cuatro y cinco millones de euros. Antonio Ramos entiende que esta actuación requiere de una fórmula que, posiblemente, tenga que implicar a una o varias entidades privadas interesadas en invertir en el edificio para montar alguna hospedería o negocio similar. "Pero la empresa privada busca una lógica rentabilidad", señala el presidente de la asociación. Desde la Junta, Mercedes Colombo asegura que se está trabajando en este asunto para tratar de lograr esa fórmula que rescate el monasterio al tiempo que le dé un uso.

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