El horno de La Torre, una tahona con mucha historia
retrato de otra época
Sus pestiños fueron el origen de la pestiñada organizada por la peña 'Los Dedócratas'.
El horno La Torre fue parte de la historia de Cádiz durante todo el siglo XX. El origen del horno La Torre comienza en una tahona en la calle Torre sobre el último tercio del siglo XIX. La tahona se ubica donde anteriormente existía una imprenta dieciochesca, la cual el escritor Fernando Quiñones menciona en una novela titulada Coro a dos voces.
Pero fue un poco antes de 1936 cuando Antonio Castellano Bolaños, nacido en Rota en 1902, se traslada a Cádiz con su mujer Amalia Pavón Niño y sus cuatro hijos mayores: Manolo, Antoñita, Juan y Amalia. Antonio le arrienda dicha tahona a Rosario Pellicer Merello, sirviendo de fiador Ramón de Carranza Fernández de la Reguera. Con el paso del tiempo compraría el horno y la tahona por el precio de 95.000 pesetas. Desde ese periodo empieza un nuevo proyecto y sus productos empiezan a ser un referente en la ciudad, por su calidad. Poco a poco fue ampliado el negocio pasando a la bollería.
En una de las entrevistas que Diario de Cádiz le hace al escritor José María Pemán con motivo de sus ochenta cumpleaños, el escritor menciona en dicha entrevista que en sus desayunos sentía especial predilección por las tortas de aceite del horno de La Torre.
Más tarde de la bollería pasó a la pastelería, siendo famosos productos como las ensaimadas, suizos, magdalenas, etc.
La empresa tenía la norma de no ampliar sucursales, pero atendía los pedidos de sus clientes habituales de almacenes, bares, restaurantes y hoteles.
Sus productos protagonizaban todas las fiestas de la ciudad. En las navidades sus famosos pestiños originaron el inicio de la pestiñada organizada por la Peña Los Dedócratas, antesala del Carnaval. Colaboró con dicha peña durante 15 años elaborando de 12.000 a 15.000 pestiños. También en estas fiestas se elaboraban los roscos de vinos, hojaldrinas y polvorones.
En la festividad de los Reyes Magos, fue la primera pastelería que además de su rosco tradicional, incorporó relleno de cidra, nata, nata con fresas y trufas. También hay que mencionar sus tortas de Carnaval. El patio del horno se utilizó muchas veces como escenario para que ensayaran los coros y chirigotas del Carnaval.
En Semana Santa, los roscos de Semana Santa. Era típico en esta fecha cuando pasaba el Cristo de la Palma por el horno, desde el balcón de la casa familiar la tata Enriqueta Rodríguez le cantara una saeta al Cristo, acompañada de los más jóvenes de la familia.
En la festividad de la Merced, patrona de cárceles e instituciones penitenciarias, se preparaba el desayuno para los presos de la cárcel.
En la de fiesta de San Juan, la coca de San Juan , que consistía en un bollo redondo con fruta escarchada. El calendario gastronómico finalizaba con los Tosantos, con sus típicos buñuelos, huesos de santos y panellets, que era una pasta de almendra de distintos sabores propia de Cataluña.
Ante la nueva demanda de los nuevos tipos de pan en dietética, el horno empezó a fabricar el pan si sal, de centeno, integral y sin gluten. El horno La Torre cerró sus puertas en Mayo del 2003.
Antonio Castellano además del horno La Torre adquirió la panadería El Molino, Virgili y Los Milagros en San Fernando, donde trabajarían sus nueve hijos. Antonio Castellano falleció en Diciembre de 1988.
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