Gaditanos de perfil

El gaditano total Gutiérrez Trueba

  • Cuando el Cádiz pasó de 2.000 a 12.000 socios.

SIEMPRE reconoce que le han quedado dos espinitas clavadas: no pudo ascender al Cádiz a Primera División, cuando era presidente, y no consiguió ser alcalde de Cádiz, en las dos ocasiones que lo intentó. Sin embargo, a Gutiérrez Trueba le queda el consuelo de que el Cádiz jugó como nunca. Y asumió una difícil labor durante ocho años como concejal y diputado.

José Antonio Gutiérrez Trueba (Cádiz 1933) tiene ascendencia montañesa. Su padre, Adolfo Gutiérrez García, llegó a Cádiz cuando era un niño de cuatro años. Su abuelo vino como chicuco y tuvo dos ultramarinos, en Libertad números 9 y 14. La sociedad se denominaba Serdio y Gutiérrez.

No se puede entender a Gutiérrez Trueba sin referir la enorme admiración por su padre, que falleció a los 54 años. Fue el espejo en el que se miró; su espejo del alma. Adolfo Gutiérrez había sido abogado, concejal y diputado provincial, secretario del Cádiz CF (con Cilleruelo y Arana) y prioste (hermano mayor) de la cofradía de Afligidos. Su hijo José Antonio, años después, desempeñó esos mismos cargos, y además los del presidente del Cádiz y decano del Colegio de Abogados, que su padre no pudo ser porque falleció cuando iba a ser nombrado.

José Antonio había estudiado en el Colegio de San Felipe Neri. Después cursó Derecho por libre, en el despacho de Miguel Fernández Melero, que le daba clases con el teniente fiscal Alfredo Salvador Bosque (años después sería fiscal del caso Matesa). Le ayudó mucho. Cuando falleció su padre, en mayo de 1958, a Gutiérrez Trueba le quedaban 10 asignaturas para terminar Derecho. Le hicieron un plan para que aprobara entre junio y septiembre. En octubre del 58, se daba de alta como abogado en el Colegio de Cádiz.

El 6 del 6 del 60 se casaba, en la iglesia del Carmen, con María del Carmen García Martínez de Salas, que era hija del doctor Francisco García Ceballos. Se habían conocido cuando ella tenía 15 años y él 19. En esos años, concretamente en 1961, empieza su vinculación con el Cádiz CF. Con Paco Márquez Veiga estuvo nueve años de secretario. En 1970, Gutiérrez Trueba fue elegido presidente, cargo que ejerció hasta febrero de 1975, cuando dimitió.

El comienzo no fue fácil. En la primera temporada, destituyó a León Lasa, el entrenador del ascenso, por los malos resultados. En la segunda (1971-72), tuvo a cinco entrenadores. El Cádiz se salvó al ganar la promoción al Sestao. En ese partido, los directivos no acompañaron a Gutiérrez Trueba en el palco, por temor a lo que pudiera ocurrir si el Cádiz descendía otra vez a Tercera. Precisamente, el alcalde, Jerónimo Almagro, le pidió que no fuera al palco municipal, porque los aficionados lanzaban almohadillas y les caían a ellos. Gutiérrez Trueba se negó y fue al palco.

Fichó a Domingo Balmanya en el verano del 72. Decidió arriesgar para buscar el ascenso a Primera. En los tiempos de Márquez Veiga, apenas tenía el Cádiz unos 2.000 socios. Gutiérrez Trueba dijo que iban a llegar a 10.000, lo que parecía una locura, pero alcanzaron los 12.000. En esos años, mejoró la cantera, con la creación del Cádiz B, y hubo traspasos importantes, como los de Migueli, Andrés y Baena. Con el aumento de ingresos, pudo fichar mejor y comprar la casa de la calle Cánovas del Castillo, donde tuvo su sede el club.

El Cádiz de Gutiérrez Trueba es el de aquel centro del campo de ensueño que formaron Carvallo, Eloy e Ibáñez. A Fernando Carvallo lo vio cuando vino a Carranza con el Unión Española, y después llamó a Roberto Dale para preguntarle cómo había jugado en Alicante. Al día siguiente, lo fichó por un millón de pesetas. A Balmanya no se lo contó hasta que la operación estaba cerrada.

El Cádiz pudo ascender a Primera, pero no lo consiguió. Gutiérrez Trueba se hartó por cosas que no le gustaron. Se fue en febrero del 75, el día que perdieron ante el Sevilla tras un nefasto arbitraje.

En los años de la Transición, entró en la política. Fue presidente provincial de Reforma Democrática y acompañó a Manuel Fraga en su aventura con AP. En 1979, para las primeras elecciones municipales, le ofrecieron encabezar la lista de AP, pero no aceptó. Llegaron a acusarlo de facilitar el triunfo de la izquierda. 

A las elecciones de 1983 se presentó como aspirante a la Alcaldía, en una lista de AP coaligada con PDP y PL, en la que iban, entre otros, Antonio Gamero, Florencio Molinero, José Blas Fernández, Servando Álvarez Beigbeder, Francisco Becerra, José Luis Garratón, o Juan Carlos Romero Abreu. El Ayuntamiento quedó formado por 18 ediles del PSOE y 9 de AP. Lo volvió a intentar en 1987, con peor resultado: el PSOE obtuvo 16 ediles, AP se quedó en 7, y entraron CDS  con 2, e IU con 2.

En esos años también fue portavoz de AP en la Diputación Provincial. Allí cobraba 135.000 pesetas al mes, con las que pudo pagar la hipoteca de un chalé que se había comprado en El Puerto de Santa María. Seguía ejerciendo su actividad como abogado. En 1991, cuando la lista del PP iba a ser encabezada por Juan Castellví, le ofrecieron el número dos a Gutiérrez Trueba, que se negó a seguir. 

En el Colegio de Abogados de Cádiz, ocupó diversos cargos, entre ellos el de decano, que ejerció durante nueve años. Tomó posesión en 1998. Fue presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Abogados y vocal del Consejo General de la Abogacía Española. Su ejercicio profesional lo ha desarrollado en innumerables juicios, para los que ha recorrido miles de kilómetros. Ha llevado muchos casos de compañías de seguros. 

Ha recibido múltiples distinciones, entre ellas la cruz de honor de San Raimundo de Peñafort, la cruz al mérito en el servicio de la Abogacía Española, o el nombramiento de decano emérito del Colegio de Abogados de Cádiz. Dos de sus hijos, José Antonio e Ignacio son abogados, y otro, Francisco, es procurador.  

También continúa la saga cofradiera. Su padre, Adolfo García, fue prioste (hermano mayor) de la cofradía de Afligidos. José Antonio fue también mayordomo y prioste de la cofradía en los años 60 y 70. Su hijo Jose ha sido vicehermano mayor con Ramón Velázquez y ha ocupado otros cargos. Ya van por la cuarta generación cofrade. Cada Jueves Santo siguen saliendo, ahora los nietos. 

Un año, siendo capataz Manuel Merello El Rubio del Aceite, permitió que Gutiérrez Trueba mandara el paso durante el recorrido. Al llegar a la tribuna oficial de la calle Ancha, le protestaron por el retraso que había acumulado. El paso iba luciéndose todo el tiempo. La Virgen de los Desconsuelos permaneció una noche en su casa, en 1962, cuando iba a ser trasladada a Sevilla para que la restaurara Antonio Castillo Lastrucci.

Gutiérrez Trueba y su esposa han tenido siete hijos, 15 nietos y dos bisnietos. Pasaron por el terrible trance del fallecimiento, en un accidente de tráfico, de la familia de su hijo Adolfo. Murieron el matrimonio y los dos niños. Siguen muy vivos los recuerdos.

José Antonio Gutiérrez Trueba se jubiló oficialmente el año pasado. No obstante, acude todos los días a su despacho de la calle Antonio López, para ejercer funciones “de alta dirección”, junto a sus hijos. Si recordamos la parábola de los talentos, entenderemos que Gutiérrez Trueba le ha dado mucho a Cádiz. Probablemente, mucho más de lo que Cádiz le ha devuelto con su reconocimiento. 

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