Un gaditano en busca de sus orígenes
EL PASEANTE
Reencuentro. Francisco Río-Valle Martel ha vuelto a la ciudad donde nació para conocerla y localizar a algún miembro de su familia materna que dejó aquí cuando se fue hace 66 años
FRANCISCO Río-Valle Martel tiene 73 años y ha vuelto a Cádiz, la ciudad donde nació, después de 66. Ha venido con la ilusión de reencontrarse con la familia materna que dejó aquí cuando se fue con sólo siete años de edad.
Cuenta que es el quinto de siete hermanos y el único que conserva algo de acento andaluz. Nació en una casa ubicada en la esquina de las calles Solano y Diego Arias, lugar que ahora ocupa la Clínica San Rafael. Recuerda que allí había una cochera donde se guardaban mulos de transporte y carros, y por las noches se ponía en la esquina una pizarra con los números premiados en la ONCE, -"entonces eran los ciegos", apunta-. Y uno de los primeros lugares que ha visitado al llegar a Cádiz ha sido ese. "He entrado en la clínica y cuando he contado que nací allí han sido muy amables conmigo y me han dejado visitarla", afirma.
En su paseo por la ciudad, ha revivido su niñez en Cádiz y señala que la zona donde se crió "ha cambiado totalmente". El recuerdo "más grande" que tiene de aquella época es la explosión del polvorín de la Armada en el año 1947. "Fue algo tremendo, terrorífico. Yo estaba jugando en el patio de la casa de mis abuelos, porque mis padres habían ido a Barcelona -de donde era su padre- a buscar trabajo. La onda expansiva desplazó a uno de mis hermanos varios metros y chocó contra un carro. La Policía mandó a todo el mundo a La Caleta y la playa estuvo toda la noche llena de gente. Mis abuelos nos cogieron a los siete e íbamos todos de la mano para no perdernos. Recuerdo que los heridos nos agarraban por las piernas para que no les dejásemos allí. Todo eso lo tengo grabado, lo recuerdo como si fuera ayer. Y hoy lo he vuelto a vivir".
Un mes después de aquel suceso, Francisco y sus hermanos dejaron Cádiz para siempre. Se fueron con sus padres a Barcelona, donde continúa el resto de su familia. Él con 20 años se fue a trabajar al extranjero. Estuvo mucho tiempo en Suiza y en Alemania, donde nacieron sus dos hijas. Luego volvió a España y se fue a vivir a Cuenca, de donde era su mujer.
Afirma que hace mucho tiempo que quería venir a Cádiz, pero por motivos profesionales nunca tuvo la ocasión. Ahora está jubilado y tras superar un bajón al morir su mujer, ha decidido volver a la ciudad donde nació.
Llegó el pasado martes y estará una semana más aquí. Quiere "recorrer bien la ciudad y hacer muchas fotos para ponerlas en mi álbum". También pretende ir a conocer el Peñón de Gibraltar.
Afirma que la ciudad le está encantando. "Me está gustando todo porque lo miro con tanto cariño..." De lo que ha visitado, destaca el monumento a Las Cortes de la plaza de España y el Parque Genovés. Pero sobre todo los gaditanos. "La gente de Cádiz es maravillosa, todo el mundo con el que he hablado es muy amable y en la clínica me han tratado muy bien. ¡Me voy encantado! Y si no me muero pronto, volveré y traeré a mis hijas".
Su ilusión es poder localizar a algún miembro de su familia materna. Su madre, Ángeles Martel Contreras, tenía un hermano que falleció. Pero sabe que tiene descendientes. El vínculo con estas personas sería un motivo para volver con mayor ilusión a esta ciudad.
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