Informe Foessa

La exclusión social en diez claves

  • El informe Foessa hecho para Cáritas Andalucía alerta sobre la situación actual de las familias con menos recursos

  • Parte de la sociedad se estanca, cuando no es directamente expulsada

Un grupo de voluntarios de Calor en la Noche conversan con un sin techo en los bajos del Balneario de La Palma.

Un grupo de voluntarios de Calor en la Noche conversan con un sin techo en los bajos del Balneario de La Palma. / Julio González

Lo habitual cuando las administraciones o instituciones se refieren a los problemas sociales, a los colectivos más desfavorecidos, a los necesitados, es resumir los informes y balances a una serie de cifras –escalofriantes, por lo general– que hablan por sí solas del problema que habitualmente pasa desapercibida. Pero la Fundación Foessa ha querido salirse de esa tónica habitual, y ha realizado un informe que partiendo de la realidad analiza cuál es la exclusión social en la actualidad, cuáles son sus niveles, cómo se desenvuelve en Cádiz y en Andalucía y qué horizonte se aprecia en el futuro. Un completo diagnóstico que el director del informe Foessa 2019, Raúl Flores, ha resumido en diez claves durante su visita estos días a Cádiz.

1. La exclusión va más allá de la pobreza

El informe Foessa no habla de pobreza, sino de exclusión social. “Que no es lo mismo”, señala Raúl Flores. “Pobreza es falta de recursos económicos; exclusión es falta de derechos, de capacidades, de competencias...”, explica. Algo que afecta a muchos campos, como el empleo, la vivienda, la salud, la soledad, los conflictos sociales... “Foessa analiza el nivel de vida de todas estas dimensiones de la persona, porque se puede estar en exclusión sin tener falta de recursos económicos, aunque esto sea muy determinante en la mayoría de ocasiones”, sigue matizando Flores.

La exclusión social, además, puede estar motivada o venir dada por la acumulación de problemas. “Te traslado un ejemplo que puede ser muy cotidiano: un despido que te lleva a depender de las prestaciones, que se te acaban y te hacen depender de la familia, que también se acaba agotando y llegan los primeros problemas de pagos de luz, agua, gas y vienen cortes de suministro; a veces esto también desencadena un conflicto familiar que desemboca en una ruptura y que origina ansiedad o depresión”. Una vertiginosa espiral, en definitiva, que te arranca de la sociedad cuando hasta hace tan solo días estabas perfectamente atado a ella.

2. La exclusión social se ha enquistado

Pese a las mejoras sociales y económicas que se han experimentado en los últimos cinco años, el informe alerta de que hay una parte de la sociedad que está estancada. “La exclusión social se ha enquistado”, afirma Raúl Flores.

Gran parte de la culpa de esta realidad se localiza en la vivienda y en el desempleo, cuya tasa “sigue siendo 1,8 veces superior a antes de la crisis”. Dato que se suma al 15% de personas que están trabajando pero están en exclusión social, o al 12% que sigue siendo pobre pese a estar trabajando. “El empleo ya no es un elemento de inclusión y de integración social”, señala Flores.

3. La pobreza derivada de la vivienda

La otra clave de ese estancamiento está en la vivienda, sobre la que Foessa señala que el precio sigue aumentando mientras que los salarios han ido bajando y los empleos ya no son a tiempo completo. Y así se llega a que en Andalucía son 750.000 las personas que “el día 2 de cada mes se quedan por debajo del umbral de la pobreza severa”. O dicho de otro modo, “pagan la vivienda y se quedan a dos velas”.

4. políticas sociales desactualizadas

Las políticas sociales y el sistema de protección a las personas vulnerables no se han actualizado a las necesidades actuales. Esto se refleja en que eso que Foessa llama la sociedad estancada está conformada por un millón y medio de personas en Andalucía. Y de ellas, 300.000 ni siquiera tienen derecho a trabajar (por ejemplo, los inmigrantes que no pueden optar a un contrato hasta llevar tres años residiendo en España). Esas personas forman la denominada sociedad expulsada, “que vive al día”. Y precisamente a ello el sistema de protección ni siquiera les cubre, no les sirve para nada; están fuera de él. “Esa parte de la sociedad se está quedando descolgada”.

5. Un millón de andaluces al filo de la navaja

La sociedad expulsada está fuera del escenario, la sociedad estancada no avanza. Pero a ellas dos hay que sumar otro millón de andaluces que se mueven por lo que Foessa denomina la sociedad insegura. Conforman la base de la sociedad integrada, “pero están en el filo de la navaja”. Gente que en la anterior embestida económica perdió todo los colchones y salvavidas económicos que tenía a su alcance, lo que supone que “cualquier mínima cosa lo mande a la exclusión”.

6. La desigualdad sigue creciendo

Esta realidad no es nueva, lleva once o doce años en esta tendencia. Y eso indica que da igual que haya crisis o bonanza económica, porque ni lo uno ni lo otro sirve para acercar las desigualdades. “España es el sexto país desarrollado con más distancia entre la clase baja y la media. Y Andalucía está entre las peores regiones de España”, indica el informe Foessa.

Estas claves algo técnicas tienen una traducción clara en la vida real, como traslada Flores. “Cosas que parecen tan habituales como salir a tomar algo a la calle o que el niño se vaya de excursión con el colegio se convierten en un imposible para muchas familias”. Es decir, “las personas de clase baja no tienen acceso a lo normal”, lo que provoca un efecto desmotivador ya que la clase baja ve muy lejos alcanzar la clase media. “Para qué voy a esforzarme si la sensación es que nunca voy a alcanzar esa clase media que me permita hacer cosas normales”, añade Raúl Flores.

7. Menor disposición para colaborar

Cáritas lo ha denominado la “fatiga de la compasión”. El dato es brutal: la mitad de la población está menos dispuesta a ayudar que hace diez años. “La gente aporta menos y colabora menos”, básicamente porque hay menos recursos en las familias para ayudar a otros y también porque los medios de comunicación han cambiado el foco de atención, se han alejado de estas cuestiones más sociales o personales. “Hoy se habla mucho de política y poco de las condiciones de vida de la gente”, clarifica el director del informe Foessa.

8. La culpabilización del pobre

Hay comentarios lamentablemente habituales que culpabilizan a las víctimas de la exclusión social, tanto que Foessa los incorpora a su informe. “No ponen mucho de su parte para salir” y frases de ese tipo son doblemente injustas, porque como defiende Cáritas “la mayoría de personas en exclusión busca una oportunidad para salir de esa situación”.

Pero frente a este intento constante, “el país está creciendo, aunque sea muy lentamente, pero eso no se nota en los diferentes estratos, sobre todo en el que más lo necesita”, que es el que más abajo se sitúa en la pirámide social actual.

9. Nuevos retos demográficos

La sociedad está experimentando significativos cambios demográficos ante los que hay que readaptarse. Básicamente, destacan la baja natalidad y el aumento de la esperanza de vida. Por eso, Foessa pone el acento, por ejemplo, en la tardanza de la aplicación de la Ley de Dependencia, eso que ellos llaman la crisis de los cuidados.

Ante esta realidad, Cáritas pide implicar a la comunidad, recuperar esa vecindad cómplice que se hace cargo de los cuidados que necesitan los suyos. “Esto es importante, porque dentro de diez años uno de cada cuatro andaluces tendrá más de 65 años”, alerta Raúl Flores.

10. Los riesgos de la democracia

Las personas más vulnerables suman otro problema a sus vidas: participan poco de la sociedad, tanto a nivel de asociaciones de vecinos, de entidades, de cofradías... como a la hora de votar, cosa que no suelen hacer. Y esa falta de participación política tiene una consecuencia directa: “si no votan, los partidos políticos no miran por ellos”. Dejan de existir también en la campaña y en la acción política cotidiana. Y así es francamente difícil que la exclusión social avance hacia la integración.

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