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IX CONGRESO INTERNACIONAL DE LA LENGUA ESPAÑOLA

La realidad plurilingüe patria, presente y reivindicaciones futuras

  • Representantes de la diversidad idiomática de España abordan la situación actual y el porvenir de las lenguas cooficiales

De izquierda a derecha: Luciano Rodríguez, Irene Larraza, Jordi Gracia, Pere Almeda y Luis García Montero.

De izquierda a derecha: Luciano Rodríguez, Irene Larraza, Jordi Gracia, Pere Almeda y Luis García Montero. / Miguel Gómez (Cádiz)

“Es mejor tener cinco abrigos en el armario que uno solo, aunque éste sea con el que nos sintamos más cómodos”, refería y resumía en la tarde de ayer Irene Larraza, directora del Instituto Vasco Etxepare, sobre el conocimiento, difusión y convivencia de distintas lenguas en un mismo territorio. Fue Larraza también la que inició una interesante conversación titulada Lenguas y diversidad. Del reconocimiento a la proyección internacional con Pere Almeda, director del Institut Ramon Llull, y el profesor y traductor Luciano Rodríguez en la última jornada de conferencias del IX Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), en el Palacio de Congresos de Cádiz.

Los tres venían a representar en una mesa de diálogo –que contó con la introducción de Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, y fue coordinada por Jordi Gracia, catedrático de Literatura Española– la pluralidad de voces que vertebran España en sus diferentes lenguas cooficiales: vasco, gallego y catalán.

El inicio de este periplo plurilingüístico ya supuso un aviso para navegantes. La convivencia entre lenguas “es una ruta sin antecedentes felices en la historia contemporánea de España”, en palabras de Gracia. El también subdirector de Opinión del periódico El País incidió en esta idea al expresar que “el conocimiento real y empírico de la pluralidad no ha sido elemento capital de la cultura española”, aunque reconoció que “cada vez lo es más”, se aprecia “otra forma de funcionar”.

Y esto sucede, según Jordi Gracia, gracias en parte “a la práctica cultural de la ciudadanía española, a los consumidores en otras lenguas, que es el tejido natural de nuestra sociedad”, en contraposición “a las instituciones” y “a corrientes de personas tóxicas, retrógradas, con sentido invasivo y competitivo por parte de la cultura mayoritaria”. Un estado de las cosas que, si bien no es el ideal, ayuda a reflexionar y dar pie a un cambio de mentalidad porque “una cultura democrática sin tensión es una dictadura”, sentenció.

Subsistir como misión

Frente al sex appeal que pudiera tener el misterioso origen de la lengua vasca, Irene Larraza quiso en Cádiz aportar realidades. Según la Unesco, la supervivencia del euskera en el País Vasco, donde es lengua oficial, está garantizada. Sin embargo, en los territorios navarros donde se utiliza está “en riesgo de desaparición” y en las tres provincias de Francia donde es de uso común “en riesgo extremo de extinción”. Así, puso el foco en la situación de una lengua “que convive en disglosia pero no en igualdad de oportunidades”.

La directora de Etxepare reivindicó, por otro lado, la existencia del vasco en el entorno digital, “es una de las 33 lenguas que existen en Twitter”, y apuntó el principal reto de supervivencia, que pasa por un “mayor apoyo de las instituciones del estado español”.

El autoodio soterrado

El profesor Luciano Rodríguez fue contundente: “se incumple la Ley de normalización lingüística en Galicia”. No dio datos sino realidades, la suya, la que le despertaron sobre la diversidad idiomática en España en la memoria el tema Venim del nord, venim del sud de Lluís Llach, la obra Cuatro idiomas para un estado (el castellano y los conflictos lingüísticos en la España periférica) de Rafael Lluís Ninyoles y la certeza de que “no hay pluralidad lingüística, hay desigualdad y posturas de absoluta guerra abierta, sobre todo en los medios de comunicación”. Pero también influye el enfrentamiento propiciado de “una manera demencialmente peligrosa” por la política.

Aunque, reconoce Rodríguez, en Galicia “hemos prosperado mucho, existe una total sumisión” a nivel lingüístico aunque “interese que nos vean en el escaparate”. Esa realidad, enfatizó el profesor, reposa sobre “una sociedad con un complejo de autoodio soterrado” frente a la reivindicación de la propia lengua.

En deuda permanente 

“El catalán es una lengua muy dinámica pero también un arma arrojadiza de la política española”, explicaba Pere Almeda sobre “un tema aún no resuelto, el del pluralismo”. El director del Institut Ramon Llull expuso la idea de que “el estado español sigue teniendo una deuda histórica con el plurilingüismo”, algo que contrasta con la realidad de la calle, ya que por ejemplo “este año vamos a abrir cuatro nuevos lectorados en el estado español”.

Para tender puentes en “el proyecto compartido” que supone el bilingüismo, propuso por ejemplo la inclusión del catalán “en la enseñanza pública” en el ámbito estatal y trabajar desde “la cultura y la lengua como oportunidad a nivel institucional y político”.

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