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Un plan polémico

Cádiz, la ciudad que ya no puede tirar más dinero público a la basura

  • Los terrenos libres que aún quedan en la capital son necesarios para su mejor desarrollo, no para otro campo de fútbol 

  • También se buscó acomodo en el muelle

Proceso de retirada del antiguo cartel del estadio Carrranza el pasado agosto.

Proceso de retirada del antiguo cartel del estadio Carrranza el pasado agosto. / Jesús Marín

Los dirigentes y accionistas de una compañía privada son totalmente libres de gestionar su empresa como quieran. Pueden plantear proyectos de futuro libremente, aunque siempre es de esperar que lo hagan con sentido común, sentido ético y capacidad de tesorería para afrontarlos.

El problema llega cuando meten por medio equipamientos y espacios urbanos de titularidad pública y ponen sobre la mesa operaciones de gran calado que, de cara a la opinión de la calle, sólo pueden ejecutarse con el favor de las administraciones competentes.

El Cádiz CF pertenece a las tres ‘C’ que marcan buena parte de la vida de la ciudad: el Carnaval, las Cofradías y el Cádiz Club de Fútbol.

Para su beneficio como club privado se le construyó hace unos años un nuevo estadio de fútbol, derribando el achacoso Ramón de Carranza, también municipal.

El campo acabó costando más de 80 millones de euros, financiados por el Ayuntamiento y la Zona Franca (en una operación ajena a sus principios fundamentales que le ha pesado como una losa en este tiempo), por lo que es lo mismo decir que estos 80 millones de euros salieron del bolsillo de los gaditanos.

Dejando a un lado lo bien que le habría venido a Cádiz este dinero para cubrir otras necesidades, como por ejemplo construir viviendas públicas y terminar la rehabilitación del casco antiguo, lo cierto es que ahí está el hoy denominado Nuevo Mirandilla, con un diseño arquitectónico potente y ocupado, además de por los futbolistas, por numerosas oficinas públicas y privadas, un supermercado, un hospital y varias tiendas. Además de la tribuna pendiente para su conversión en un hotel, de cada vez más difícil salida.

En esas estamos cuando desde el Cádiz CF se plantea la construcción de otro campo de fútbol. Más grande, con más medios, con más capacidad. Dicen para preparar al club de cara al futuro, para asentarlo en Primera (ahora que, por lo visto, anda de capa caída y en puestos de descenso) y tal vez para recuperar su antigua denominación, eliminada por la Ley de la Memoria Histórica.

Cabe pensar que lo lógico hubiera sido comprar el estadio a la ciudad, si se buscaba uno propio. Aunque no es bueno que un Ayuntamiento pierda su patrimonio inmobiliario, lo que se hubiera ingresado por esta venta habría venido muy bien para activar operaciones urbanas más vitales para Cádiz que tener un coqueto campo de fútbol.

Descartada esta idea, los dirigentes del club ponen sobre la mesa dos propuestas de ubicación en la ciudad que solo pueden considerarse como descabelladas.

Una, mediante una operación de trueque que a priori resulta claramente inviable y que chocaría con los intereses de la ciudad: utilizar el suelo de CASA para el estadio y reubicar el futuro Hospital Regional en el suelo del Nuevo Mirandilla.

Esta propuesta del club implicaría por lo pronto derribar el actual estadio, con apenas unos años de existencia, lo que supondría tirar a la basura más de 80 millones de euros de dinero público. Habría que reubicar también todos los equipamientos públicos y privados que ocupan la Tribuna, la Preferencia y los dos Fondos, en muchos casos de propiedad privada con lo que ello supondría de nuevos actores en la negociación.

Y, aún más relevante si cabe: no olvidemos que el estadio tras su ampliación está a escasos metros de los bloques de vivienda que lo rodean, por lo que en una hipótesis de ubicar allí el nuevo hospital el centro sanitario tendría que retranquearse y, con ello, reducir su suelo útil.

Otra sería ocupar espacio industrial en la Zona Franca. Si la primera alternativa entra en conflicto con una necesidad evidente como es la mejora de los equipamientos de la sanidad pública, igualmente gravoso para Cádiz es que se intente levantar un nuevo estadio en suelo industrial.

En pleno proceso de reactivación del polígono exterior, uno de los pocos espacios donde el empleo puede crecer en la capital, resultaría inadmisible para la ciudadanía que se utilizase suelo para un campo deportivo cuando ya hay uno a poco metros de distancia.

Cuentan quienes están en este debate que, al final, lo que se pretende desde el club gaditano es dejar claro que construir un nuevo estadio en Cádiz, acorde a sus intereses, es imposible por lo que habría que buscar espacio en otro lugar de la Bahía.

Por preguntar incluso llegaron a plantear este proyecto a la APBC para ubicarlo en Puerto América, otro despropósito del mismo calado que CASA y Zona Franca.

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