cooperación internacional

Los cimientos de un mundo mejor y digno

  • La arquitecta gaditana Eva Samalea trabaja en África con la Agencia de Naciones Unidas para las Migraciones

De cómo una asignatura optativa puede dibujar el futuro sabe mucho Eva Samalea Ortega. Fue en segundo de carrera cuando esta gaditana eligió Antropología y Arquitectura y comprobó que en ella se resumían sus sueños y su afán por tratar de cambiar activamente el mundo desde sus cimientos. No había escogido Arquitectura, en dura lucha interior con los estudios de Biología Marina, por que le atrajera su parte más competitiva: ella no quería disputar con otros arquitectos la carrera por construir el puente más largo o la torre más alta. A Eva Samalea le interesaba la parte más social de la arquitectura y, sobre todo, su estrecha vinculación con la naturaleza y con la mejora de vida, una vida digna para los más desfavorecidos. Hoy sus sueños son reales, y esta gaditana de nacimiento y crianza chiclanera es arquitecta cooperante en la Agencia de Naciones Unidas para las Migraciones. Sierra Leona -con la ONG francesa Solidaritès Internacional-, Sudán del Sur y la República Democrática del Congo -ya con la agencia de la ONU- han sido sus destinos.

Son lugares machacados por el ébola -en plena crisis de la epidemia trabajó construyendo un área de aislamiento en un hospital local en Sierra Leona- o por las guerras civiles que arrastran con ellas a decenas de miles de desplazados sin hogar y sin futuro inmediato. En estos lugares, bajo el amparo de seguridad que otorgan los cascos azules de la ONU y las estrictas y obligadas medidas de autoprotección, Eva Samalea ha gestionado programas de saneamiento en campamentos y también ha participado en la reconstrucción de poblados para facilitar, si la lucha fratricida ya lo ha permitido, el regreso de los desplazados.

Especializada en agua y saneamiento, gestiona obras para desplazados por las guerras

El compromiso social y laboral de esta arquitecta gaditana, que cursó sus estudios superiores en la Universidad de Las Palmas -otra vez buscando el mar, otra vez ansiando naturaleza-, se encontró siempre latente en su manual de intenciones futuras, pero tomó forma casi definitiva cuando de la mano de una beca decidió afrontar el último curso de su carrera en Mendoza, Argentina, lugar en el que decidió el tema que ocuparía su proyecto de fin de carrera: "Fue un proyecto de intervención en un área de asentamiento huarpe en Mendoza, concretamente en la zona de la laguna del Rosario, cerca de la frontera de San Juan. Propuse una ordenación del territorio y la construcción de una escuela hogar con adobe sismo-resistente".

El contacto directo durante seis meses con aquella minúscula comunidad indígena de los huarpe vino a confirmar esa opción casi congénita de dedicarse a la parte más social de la arquitectura y a la apuesta decidida por el hábitat, por la estrecha comunión entre naturaleza y arquitectura. Eso fue en 2011.

Pero aquello, aún con visos de poder convertirse alguna vez en realidad, fue un proyecto de fin de carrera que Eva presentó en Las Palmas a su vuelta a España y que, otra vez de regreso por un periodo de dos años a Argentina, se topó con el estatal muro de una civilizada sociedad que no sólo no buscaba mejorar las condiciones de vida de la comunidad huarpe, sino que ansiaba desplazar aquel minúsculo reducto aborigen para dedicar a sus tierras a otros intereses, seguramente más lucrativos.

Su inútil intento de llevar a la práctica su proyecto en la comunidad huarpe se vio al menos compensado por dos años de trabajo en Argentina, en el sector privado, en distintas actividades de cuyas experiencias guarda un grato recuerdo.

Fue en el año 2014 cuando Eva Samalea orientó definitivamente su futuro profesional iniciando un posgrado de agua, saneamiento e higiene en cooperación internacional: "Con este posgrado no sólo complementaba mis estudios de Arquitectura con conocimientos específicos sobre la gestión del agua y del saneamiento, sino que también adquiría el conocimiento sobre gestión de proyectos de cooperación internacional".

Aprovechó el posgrado para ejercer como voluntaria de Acción contra el Hambre y, ya en marzo de 2015, marchó a Sierra Leona con la ONG francesa Solidaritè Internacional en plena emergencia por el ébola. Allí trabajó como experta en agua, saneamiento e higiene en un centro de tratamiento de la epidémica y mortal enfermedad, hasta que su condición de arquitecta permitió que se le encargara el diseño y la construcción de un área de aislamiento y triage en un hospital local y, posteriormente, la rehabilitación de infraestructuras de agua y saneamiento y la construcción de distintas áreas de aislamientos.

Finalmente, ya en septiembre de 2016, pasó a trabajar con la Agencia de Naciones Unidas para las Migraciones y se trasladó a Sudán del Sur, donde la pobreza y el desarraigo venían marcados por la guerra y los miles de desplazados. Allí gestionó un programa de saneamiento en un campamento de protección de civiles, con el objetivo de gestionar los residuos de las letrinas de manera que al final no fueran a desembocar en los ríos de la zona. Un sistema de tratamiento de lagunas permitió, en este caso, hacer una depuración sostenible de las contaminantes aguas residuales.

En el mismo país se dedicó después a trabajar en programas de viviendas para los desplazados, tanto en los campamentos temporales donde se refugiaban como en sus asentamientos de origen cuando era posible su reconstrucción.

Y este año, en mayo, llegó a la República Democrática del Congo para gestionar proyectos relacionados también con el alojamiento, el agua y el saneamiento. Allí volverá próximamente, una vez agotado el periodo de descanso que obligatoriamente le marca la agencia de la ONU para la que trabaja, pues cada seis semanas tienen que salir del país: "Hay que desconectar". Es entonces cuando esta gaditana aprovecha para volver a sus raíces, para mantener el contacto con amigos y familiares y "no perder los lazos" con su propia tierra, después de vivir una experiencia de la que, sobre todo al principio, cuesta mucho regresar.

Con el apoyo explícito de su familia, pese a un lógico temor atenuado por su sentido de la responsabilidad y por su respeto a las normas de autoprotección, Eva Samalea regresará al continente africano para seguir dibujando unos sueños cada vez más reales: lograr un mundo mejor y, sobre todo, "defender la dignidad" de estas personas en una tierra germen de la crisis migratoria que sacude Europa, con una de sus puertas de entrada por España.

Desde la Agencia de Naciones Unidas para las Migraciones se trabaja para "proteger las necesidades y los derechos humanos de los migrantes. No se promueve la migración, pero se les protege. Nadie se quiere ir de su país; pero si lo hacen, no podemos dejarles solos. Tienen que tener dignidad". Y el gran objetivo a largo plazo: "Crear capacidades para que sean ellos los protagonistas de su futuro en su propio país".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios