La calle más Ancha de Cádiz
Historia de Cádiz
Con varias denominaciones desde su creación, esta vía que ha albergado comercios históricos es una de las más relevantes de la capital gaditana
Queridos lectores: tratar sobre la calle Ancha es hacerlo sobre la de más renombre de Cádiz. Para remontarnos a sus orígenes nos fijaremos como es costumbre en el callejero de Smith Somariba de 1913. Este nos retrotrae al siglo XVII, cuando en 1639 se manda empedrar, según acta del Ayuntamiento, siendo nombrada como calle Nueva de la Jara. Es en este momento que se estaba empezando a urbanizar el espacio de la actual plaza de San Antonio, que por aquel entonces era en efecto un campo a las afueras de la ciudad, la cual empezaba a extenderse fuera de los límites de la zona portuaria y de la vieja villa medieval del Pópulo. El nombre de la Jara se refiere a esta extensión que también comprendía el área de la Alameda, que estaba ocupada por este tipo de planta que le dio su nombre. Ya de 1660 a 1726 se menciona como Ancha de la Jara, lo que evidentemente hace referencia a su extraordinaria anchura en una ciudad como Cádiz donde la falta de espacio impulsaba la construcción de casas altas y calles estrechas. Fue también conocida durante el siglo XVIII como de la Bomba y de la Bomba Vieja. Durante la Guerra de la Independencia fue como la Puerta del Sol, es decir un punto de reunión para los diputados doceañistas que se reunían en sus cafés para comentar los avances de unas sesiones que estaban decidiendo el destino de las Españas y, en cierto modo, del mundo occidental. Casi se puede afirmar que parte de la Constitución Española de 1812 se fraguó en aquellos salones, como el del Café Apolo que estaba en la esquina de la plaza de San Antonio con la actual Cánovas del Castillo. Hasta tal punto era evidente que en los periódicos de la época había una sección de noticias extraordinarias y locales con el epígrafe de ‘Calle Ancha’. A fin de expresar lo dudoso de esas noticias, se decía en El Conciso: “Esas son cosas de la Calle Ancha”.
De ese modo ya tenemos el famoso nombre que en 1860 sería cambiado por el de Duque de Tetuán en honor del ejército español que había combatido en la Guerra de África desde 1859. Esto nos llevaría al famoso cambio de nombres de las calles de Cádiz, obrado primero por medio del Nomenclátor de 1855 del alcalde e historiador Adolfo de Castro, por parte de la I República en 1873 y durante la II República en 1931, así como por el Gobierno franquista, todos trataron de llevarse la calle a su terreno, pero ninguno tuvo éxito pues finalmente quedaría con su tradicional nombre, Ancha, ya definitivamente consolidado durante el gobierno democrático de Carlos Díaz en 1979, y es que al final los viejos nombres perduran, los que el pueblo recuerda y reconoce como propios. Pasando a los viajeros y sus testimonios, quería destacar la primera imagen de calle Ancha que tenemos gracias al artista y militar inglés Edward Hawke Locke, quien llegó a Cádiz durante su viaje a España en 1811, en pleno asedio francés, dejando dos magníficos grabados, de los cuales uno se corresponde con la plaza de San Antonio (entonces Constitución), en el que además del famoso pozo de la jara con su fuente y de la iglesia de San Antonio con una sola torre y sus primitiva portada se deja constancia de la originaria calle Ancha de la época de las Cortes, con sus casas llenas de balcones barrocos corridos y volados. Además, ya se pueden apreciar los dos pilares metálicos unidos por una cadena que evitaban la entrada de carruajes en la plaza, justo en el entronque de esta con la calle. Antes de saltar a la fotografía cabe destacar el magnífico grabado de Gratry integrado en el Nomenclátor de Castro de 1857.
En este punto saltamos a una tarde del año 1858, cuando el fotógrafo francés Louis Masson sacó la primera fotografía (estereoscópica) de la calle Ancha desde las casas del extremo opuesto a la plaza. En esta podemos ver cómo el Palacio de los Mora no se había construido todavía, atisbándose unas obras que se están ejecutando ya en la casa barroca que le precedió. No siendo esta la única, pues toda la hilera de casas del lado derecho presenta un frente de balcones barrocos muy desorganizado, en contraposición al lado izquierdo donde muchas de las fachadas ya han sido reformadas al gusto neoclásico e isabelino de la época mucho más ordenado. Por más, destacar la presencia del monumento de Balbo al fondo, ocupando el centro de la plaza, además de los ya referidos pilotes de metal en el extremo final de la calle. Esta última, está ocupada por aceras compuestas de losas de piedra para los peatones a ambos lados, contando con una vía para el paso de los carruajes en su centro. Por último, destacar cómo la fachada del Casino Gaditano, que se ve al fondo, acaba de ser reformada al estilo isabelino por Juan de la Vega y además la presencia de un extraordinario palacio coronado por un imponente frontón triangular, saliendo de la calle por el lado derecho. Las figuras humanas apenas se perciben como consecuencia de la imposibilidad por parte de la técnica fotográfica del momento para captar adecuadamente el movimiento.
Sigamos con los testimonios de los viajeros para que nos pinten la escena ahora con sus palabras. En primer lugar August Fischer, quien la visita en agosto de 1798, menciona la magnífica iluminación de la calle durante las noches, su excelente empedrado y la extrema limpieza. En relación a esto último encontramos en la Guía del Viajero por el Ferrocarril de Sevilla a Cádiz de Eduardo Antón, de 1864, y en el testimonio del político italiano Adolfo de Foresta, de 1879, una alusión expresa a la limpieza de la calle, al punto de que parecía una ciudad nueva, en comunión con el color blanco de las fachadas siempre encaladas (la roca ostionera no se dejaba vista), además de la presencia de elegantes almacenes y tiendas con sus preciosas marquesinas donde las elegantes gaditanas hablaban sobre mil cuestiones. Añade a todo lo anterior el periodista Luis Royo Villanova en su publicación de la revista Blanco y Negro de 1895 que se hubiera pasado las horas muertas en esa deliciosa calle Ancha cuajada de tiendas de lujo, cervecerías y librerías donde se podía seguir el movimiento editorial de la nación.
En este punto cabe aludir directamente a los principales negocios que existieron en esta calle: la famosa Librería Nacional y Extranjera de Victoriano Ibáñez que tan buenas tarjetas postales editó, El Eco de París y la Joyería Prevost Fabricante donde también se vendían magníficos relojes de cadena, estas últimas en el entronque de calle Ancha con Novena. También la Gran Camisería Francesa de J. González esquina con San José donde se vendía la moda francesa a damas y caballeros, además de corbatas, pañuelos, medias, calcetines, abanicos, paraguas, bastones y la más fina bisutería. En esta misma esquina y donde hoy están Los Italianos se ubicó también unos años después la Confitería Francesa, donde se preparaban deliciosos chocolates. Finalmente, cabe destacar la magnífica Cervecería Inglesa ubicada en la salida a San Antonio por el lado de la actual sede del PSOE, sobre la que estaba la Sastrería González. No se puede terminar este párrafo sin destacar los magníficos estudios de fotografía del gaditano Rafael Rocafull y el francés Nal y Chicano (anteriormente J. Nal) ubicados en esta misma calle y que tantas fotografías de la misma produjeron con el paso del tiempo.
Dejando ahora a un lado los comercios me gustaría destacar cómo durante la visita de la Reina Isabel II en septiembre y octubre de 1862 se engalanó la calle con columnas dóricas, colgaduras de terciopelo carmesí y oro, arañas de cristal, banderas de seda y pabellones de gasas y flores, doliéndose los gaditanos de que la calle no pudiera lucir ante la reina su natural belleza. Tiempo después, tal y como podemos ver en las magníficas fotografías del francés Levy de 1885, llegaron las primeras bombillas eléctricas que colgaban de cables en medio de la calle, coincidiendo la visita del fotógrafo con los magníficos Carnavales. También llegó a calle Ancha el adelanto del cine en la forma de exhibiciones en salones de los cinematógrafos Lumière, como refiere el ejemplar del Diario de Cádiz del 15 de septiembre de 1898 (había llegado a Cádiz en 1896). Otra vista icónica es la de las marchas militares que se realizaban a través de esta y de la plaza de San Antonio rumbo al Parque de Artillería (Parque Genovés).
Por entonces se mantenía en pie todavía el edificio del Círculo Mercantil o Casino Militar, ubicado donde en los años 60 se levantaría Galerías Preciados y actualmente una gerencia de la Universidad de Cádiz. También se perdieron las hermosas casas que se encontraban donde la antigua sede del Edificio de Telefónica. Para terminar, me gustaría aludir a la casa palacio ubicada frente a la Casa de los Mora, que fue Hotel de España, de la cual desgraciadamente apenas nos queda su magnífica portada de mármoles italianos, que perteneció en los tiempos isabelinos a la familia Lavalle de Moctezuma, herederos directos de Hernán Cortés.
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