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Cádiz

"Todo son buenas palabras de la administración; nada más"

  • La Asociación, que defiende el patrimonio de Cádiz, cumple cuatro añosl Sus propuestas siguen chocando con la falta de apoyo de las instituciones

Moisés Camacho, el pasado martes en la sede de Diario de Cádiz.

Moisés Camacho, el pasado martes en la sede de Diario de Cádiz. / jesús marín

Hace cuatro años nació ADIP, una asociación implicada de lleno en la defensa de nuestro patrimonio. Inmersa en las celebraciones de su cumpleaños, centradas en la visita a varios equipamientos de la capital, su presidente, Moisés Camacho, habla sobre los graves problemas que tiene Cádiz para salvaguardar su legado, sobre todo por la difusa implicación de las administraciones públicas.

-¿Por qué nació la Asociación para la Difusión e Investigación del Patrimonio?

Estamos como hace cuatro años, con la Casa del Obispo, el Columbario y la Pastora cerrados"Pedir el título de Patrimonio de la Humanidad para la muralla de Cádiz resulta ingenuo"Los museos de la ciudad son decimonónicos; sólo se salva el Yacimiento Gadir"

-Nació en la UCA, como parte del Máster de Patrimonio y Estudios Hispánicos. Nació para seguir formándonos y, también, por una demanda de la ciudad, donde era necesario un empuje en la promoción de la historia de la ciudad. Una parte de su población no es consciente de la riqueza de su patrimonio y considerábamos que podíamos hacer algo para difundirlo.

Había un momento en el que pensamos que se podía hacer algo porque la dejadez de las instituciones era cada vez mayor. Veíamos cómo en otras ciudades se cumplía con el desarrollo de su patrimonio mientras que nosotros nos estábamos quedando atrás en esta carrera.

-¿Y el balance?

-Es positivo en cierta medida. Creo que hemos cumplido con nuestro objetivo de la difusión. Ya hay mucha gente concienciada por nosotros y por otros colectivos ciudadanos y centros educativos.

Sin embargo, seguimos con los mismos problemas de base. Todo son buenas intenciones por parte de las administraciones, pero se choca contra la pared del dinero y no se hace nada. En este sentido estamos como hace cuatro años, ahora con la Casa del Obispo cerrada, como Salazones, el Columbario o la Pastora.

A nosotros nos gustaría no existir porque eso significaría que las cosas se hacen bien. Esta es un pasión que nos cuesta dinero y tiempo, y a la que nadie nos ayuda.

-El papel de las administraciones es esencial a la hora de recuperar el patrimonio de la ciudad.

-Es fundamental porque son las dueñas de la mayoría de los edificios. Nosotros, si no logramos este apoyo, lo único que podemos hacer es presión a base de campañas, de recogida de firmas. Así ocurrió con el Teatro Romano (con las obras abandonadas desde hacía años), donde fue clave la presión ciudadana y donde se vio que era un problema de ciudad. Y ahora se ha demostrado que es un activo muy importante, uno de los monumentos con más visitas de la ciudad.

Es importante también que los concejales conozcan la historia de su ciudad.

-No parece que las administraciones estén por la labor de poner dinero propio en sus presupuestos para recuperar el patrimonio.

-Se depende mucho de los fondos europeos. Pero sí se pueden hacer pequeñas actuaciones, como pasa en otras ciudades. Al fin y al cabo es una inversión de futuro, es un activo con el que se puede lograr importantes ingresos.

-Se han perdido oportunidades como el Bicentenario o el Tricentenario de la Casa de la Contratación.

-Nadie se enteró del Tricentenario; y del Bicentenario, sólo las autoridades, porque los eventos se hacen de espalda a los ciudadanos, con eventos para eruditos.

-Ahora el Ayuntamiento se plantea pedir el título de Patrimonio de la Humanidad para las murallas de la ciudad. ¿Es una propuesta ingenua?

-Hoy día, sí. La UNESCO busca un valor excepcional, universal para conceder esta categoría. Y este valor excepcional no existe en las murallas porque hay otras en otras ciudades; tal vez sí podría tener influencia sobre otras construcciones. Además pedimos el Patrimonio de la Humanidad para algo que en buena parte está abandonado. Los glacis, las contraminas, el frente del baluarte de Santiago convertido en un aparcamiento, el lienzo de la muralla junto a Renfe, San Carlos...

Nosotros nos hemos reunido con varios colectivos y hemos planteado otro objetivo, buscando ese valor excepcional, como puede ser la influencia de Cádiz en América, que en este caso sí se da esta valoración que busca la UNESCO.

-El Ayuntamiento ha puesto en marcha un protocolo para el mantenimiento del patrimonio. ¿Servirá de algo si no se cuenta con medios para sacarlo adelante?

-Temo que pueda caer en saco roto, puede ser un fiasco si no se dan los medios y el presupuesto necesario. La utilización de los mensajes deja en el ciudadano una responsabilidad que no es la suya, que tenga que estar atento. Es cierto que supone una implicación, por supuesto, pero no dejarles esta responsabilidad. Primero hay que concienciar a la gente porque no se va a respetar algo si no se sabe cuál es su significado.

Un ejemplo son los jardines de Varela, donde hay una falta de conocimiento, de implicación y de educación.

-¿Educar sobre el patrimonio desde la escuela?

-El Plan C ya planteó la puesta en marcha de un programa de adopción de un monumento. Hay que implicar a los estudiantes desde pequeños. Pero al final nos quedamos muy cortos.

-Tengo la sensación de que hay una tendencia a llenar espacios para evitar que se queden vacíos, como instalar la Ciudad de la Justicia en los Depósitos de Tabaco, o llenar las bóvedas de la muralla con usos muy dispares.

-Las administraciones se están equivocando, y no sólo en Cádiz, al separar el continente del contenido. Un castillo debe contar la historia del propio castillo, es algo básico. Hay cien sitios para exponer arte, pero las fortificaciones deberían de contar con su espacio para relatar su historia. El Museo del Carnaval se va a ubicar en una casa palacio. ¿Sabremos algo de su historia cuando se abra?

-¿Son las casas palacio la parte de nuestro patrimonio más desconocido?

-Si queremos preservarlas necesitan ayuda pública e, incluso, algunas una declaración de protección. Ahora las casas palacio las están comprando gente con dinero, pero hay otras en manos de antiguos propietarios que apenas tienen fondos para su mantenimiento. Es normal que si se quiere abrir estas casas al público se les ayude económicamente.

-La Iglesia mantiene en la ciudad un importante legado. ¿Cree que está bien cuidado y promocionado?

-¡Uff! ¡Está totalmente abandonado! Estamos en un momento en el que a la propia Iglesia no le importa el mantenimiento de su patrimonio. Un claro ejemplo es la iglesia de la Pastora (cerrada desde hace unos años). Estamos luchando por ella, pero desde la Iglesia no nos dejan hacer nada. La Catedral y su Museo, sin embargo, funcionan bien y el oratorio de San Felipe lo hace de forma regular. El resto, nada. Ahí está la capilla del Pópulo o la capilla del Hospital de Mujeres... Vamos, un desastre.

-Nuestros museos tampoco están para sentirnos satisfechos.

-El Museo de Cádiz se está adaptando poco a poco. En estos años ha mejorado sobre todo en lo que se refiere a comunicación a través de las redes sociales. Faltan cosas, lo primero terminar su ampliación. También indicaciones en inglés. Y le falta dejar, sobre todo, su carácter decimonónico. Lo mismo pasa con el Museo Iconográfico. Son todos museos del siglo pasado. Sólo se salva el Yacimiento Gadir, diseñado con un planteamiento del siglo XXI, aunque no está bien aprovechado, además de que no es nada lógico compartir edificio con un teatro. No se aprovecha además toda la ruta arqueológica. La Junta mantiene cerrados, por falta de personal, centros como el Columbario (en la calle General Ricardos) o la Factoría de Salazón (junto al edificio de Correos).

-¿Cómo está celebrando la asociación su cuarto aniversario?

-Estamos metidos de lleno en la campaña en favor de la apertura del Columbario. Ya tenemos 600 o 700 firmas, pero necesitamos más para reclamar personal en este centro. A la vez, estamos inmersos en la celebración de varias rutas por el Centro de Arqueología Submarina, la casa Moreno de Mora, la Santa Caridad y otros rutas más.

También estamos pendientes de que el Ayuntamiento nos ceda un local que nos permita tener un contacto más directo con la gente, aunque nos siguen mucho por las redes sociales. Estas oficinas nos permitirían también organizar charlas, cursos y que los ciudadanos nos trasladen sus problemas.

Durante estos cuatro años de funcionamiento, en nuestras rutas han participado entre 6.000 y 7.000 personas, en un 80% vecinos de Cádiz. Estamos en una fase de educar a la población. Y vamos bien hasta el punto que hay personas que tras participar en alguna de las rutas se han convertido ahora en medio eruditos, muchos de ellos niños. Y eso nos llena.

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