Barrios de Cádiz: el reto de redibujar San Severiano
Juan Antonio Fierro publica ‘San Severiano: la evolución de un barrio de Cádiz’, un libro en el que analiza la transformación de la zona por la llegada del ferrocarril o por la Exposición Marítima de 1887
La recuperación del castillo medieval de Cádiz
Las ciudades evolucionan con el paso del tiempo. Los acontecimientos históricos y las decisiones humanas van configurando el dibujo urbanístico de todas las ciudades del mundo, que en poco se parecen, por mucho que se intente salvaguardar sus restos más antiguos, a sus primeras épocas o, en algunos casos, a las más recientes. Y Cádiz es desde luego un ejemplo de esa imagen cambiante en muchos de sus barrios. A uno de ellos, a San Severiano, dedica su último libro el investigador gaditano Juan Antonio Fierro Cubiella, que redibuja en su nueva publicación el barrio que cambió su fisonomía, por ejemplo, con la llegada del tren o la Exposición Marítima de 1887.
'San Severiano: la evolución de un barrio de Cádiz' es el primer libro publicado que Fierro dedica en exclusiva a un barrio de Cádiz, pero no será el último: tiene ya uno escrito, aunque no ha visto la luz, sobre el también histórico barrio de San José y su relación con las ventas y el flamenco, y se encuentra actualmente escribiendo otro sobre el Pópulo, con el que pretende reivindicar el pasado medieval de Cádiz, que algunos, lamenta el investigador, “tratan de saltarse cuando se aborda la historia de la ciudad”.
El origen de la nueva publicación de Fierro Cubiella está en su interés por descubrir dónde había aparecido el sarcófago fenicio masculino, hallado en 1887 mientras se preparaba el terreno para acoger la Exposición Marítima: “Como había tanto mito, pues yo quería situar el sarcófago, y para eso tienes que reconstruir el paisaje y, entonces, aparece una documentación muy bonita, de todo tipo, que habla de cómo va evolucionando la zona y que revela también nombres como la Playa de los Números o la Punta de las Vacas... Y cuando tú tienes todo eso, es una pena desaprovecharlo”.
Varios han sido los archivos gaditanos en los que Juan Antonio Fierro ha consultado para apuntalar su investigación: el Archivo Municipal, el Archivo Provincial, el Diocesano y Catedralicio, el de la Universidad de Cádiz, la Biblioteca Juvencio Maeztu de Unicaja o la Biblioteca Municipal Celestino Mutis, además de la consulta en la hemeroteca de Diario de Cádiz, que ofreció en su día una puntual y completa información sobre el histórico hallazgo del sarcófago fenicio.
Tan amplia investigación ha permitido a Fierro Cubiella descubrir múltiples detalles históricos acerca de una zona que él sitúa entre el actual parque Celestino Mutis y sus alrededores y la Puerta del Mar en el muelle, una amplia superficie del extramuros gaditano donde el mar alcanzaba zonas hoy urbanizadas y que estaba llena de corrales de pesca, infinidad de huertas y hasta de “una pequeña masa forestal” que invitaba al recreo y al esparcimiento a los vecinos del recinto amurallado. Una hermosa zona que conocida como Bella Vista.
¿Y dónde sitúa Juan Antonio Fierro la aparición del sarcófago? Pues, según sus investigaciones y consultas, en una zona situada cerca de la actual calle Juan Manzorro. Un tramo de la ciudad que por entonces se aprestaba a transformarse con la preparación de los terrenos para acoger la Exposición Marítima de 1887, un hito que posteriormente derivó en la zona industrial reservada para los astilleros gaditanos.
Pero San Severiano comenzó a cambiar varias décadas antes, sobre todo cuando a a partir de 1855 se comenzó a preparar el terreno para la llegada del ferrocarril, que empezó a funcionar en 1861. Aquella revolución en el campo de los medios de transporte trajo consigo un cambio radical en la zona: la necesidad de que el tren llegara hasta la zona marítima, hasta el muelle, obligó entonces a abrir un camino que arrasó muchas de las huertas y conformó de una manera muy distinta el barrio. Sin saberlo, los gaditanos de aquella época estaban dividiendo la ciudad futura en dos partes como consecuencia del imparable avance ferroviario y el trazado de su trayecto.
El libro de Fierro incluye un buen número de imágenes y mapas, como el grabado de portada fechado en 1782, que muestran cómo era la zona en distintas fases históricas. De su detenida observación, el investigador gaditano ha ido configurando los seis capítulos del libro. Uno de ellos está dedicado a San Severiano, el santo que dio nombre al barrio y a cuya advocación se levantó una capilla que Fierro ubica en las inmediaciones del colegio Carmen Jiménez, y en la que participó activamente la familia italiana Cossi. Uno de sus miembros pidió bula al Papa para levantar el templo, pero tuvo que enfrentarse con las reticencias, finalmente vencidas, del párroco de San José.
El libro concluye antes del otro gran acontecimiento histórico que propició la definitiva transformación del barrio: la trágica explosión de 1947. Su proceso de reurbanización, como explica Fierro en las últimas páginas de su publicación, no forma parte del actual libro.
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