50 años en la Plaza Pinto
Historia
El 15 de enero de 1967 se bendijo el azulejo de la Virgen de las Penas en el rincón viñero l La cofradía celebrará el domingo una misa conmemorativa
Las imágenes devocionales de la ciudad pueden contemplarse, en líneas generales, en los altares que presiden en el interior de sus templos durante el año o en los altares andantes en que se convierten los pasos procesionales cuando salen a la calle. Pero en las calles también idearon en su día los cofrades otro modo de rendir culto a sus imágenes: los mosaicos. Uno de ellos, el que preside la Virgen de las Penas de la cofradía de La Palma en la plaza Pinto, está de celebración. Se acaban de cumplir 50 años desde que fuera realizado, colocado y bendecido, marcando desde entonces una parte de la historia de la hermandad.
¿Cómo es el acto de bendición de un mosaico colocado en una fachada a base de azulejos? Las crónicas de hace medio siglo cuentan el curioso acto que rodeó al descubrimiento de este altar urbano de la Virgen de las Penas.
Cuenta la histórica publicación cofrade Estandarte de enero de ese año 1967 que el retablo se inauguró “solemnemente” en la jornada del 15 de enero. “Los actos comenzaron con la asistencia a la misa parroquial de 11.30 horas, celebrada en el altar de las imágenes titulares de la cofradía. Momentos antes, llegaron a la iglesia, siendo recibidos por la junta de gobierno, los hermanos mayores honorarios (Manuel Álvarez, entonces director de la Junta de Obras del Puerto; y Florencio Rodríguez, delegado provincial de Sindicatos). Igualmente –sigue relatando la crónica– ocuparon la presidencia el presidente y secretario de la Junta Oficial de Cofradías (Manuel Campe y José Navarro) y representaciones de la mayoría de las cofradías gaditanas”. También asistió una representación de la jerezana hermandad de la Amargura, muy vinculada a La Palma.
Finalizada esa eucaristía que presidió el recordado párroco y director espiritual de la cofradía Sebastián Araujo, una pequeña procesión se trasladó a la Plaza Pinto. “Abría marcha una banda de cornetas y tambores y presidido por la cruz parroquial y ciriales portados por acólitos revestidos de dalmáticas, y en el seno de la misma la bandera de la hermandad y de las congregaciones y asociaciones del colegio de la Viña”, relata esa crónica, que dice que la plaza estaba ocupada “por una gran multitud”.
Fue “la petición de los vecinos de ese rincón de la feligresía” lo que motivó la construcción de ese mosaico. La Marcha Real y Virgen de las Penas de Escobar fueron las composiciones que acompañaron al descubrimiento del mosaico, tras el que se celebró un aperitivo en el Colegio Médico.
Ahora, cincuenta años después, la misa parroquial del próximo domingo (a las doce del mediodía) se celebrará ante el mosaico de la Virgen, en la plaza Pinto, para rememorar este hecho. “No queríamos que estos cincuenta años de mosaico pasara por alto, porque las crónicas de aquel día cuentan cómo se celebró por todo lo alto y queríamos hacer ese pequeño homenaje”, indica el hermano mayor de la cofradía, Francisco Javier Lucero, que destaca que para la hermandad el mosaico “es muy influyente”. “En torno a él se han vivido momentos importantes. Históricamente, tanto el Lunes Santo como el 1 de noviembre, la Plaza Pinto siempre ha sido un sitio obligatorio para la cofradía”, añade Lucero, que destaca que son los vecinos de la finca “los que pagan la luz de los dos faroles, y el mantenimiento y limpieza del mosaico lo hace el empresario del local de hostelería que hay en la plaza”.
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