Voluntariado, una forma de vida
Personas anónimas entregan todos los días parte de su tiempo para ayudar a los demás
El tiempo es un bien preciado. Sólo tenemos 24 horas al día, por lo que es un tesoro que tenemos que cuidar. Una forma de aprovecharlo es dedicarlo al bien común. Con solo un minuto de ayuda, el retorno puede ser inmenso. Existen muchas necesidades que cubrir, por lo que la labor que realiza cada voluntario, sin recibir nada a cambio, sirve para que nuestra sociedad consiga dar un pequeño pasito en su progreso. Hoy es el Día Internacional del Voluntariado, una jornada que debe servir para dar relieve al trabajo callado y desinteresado de tantas y tantas personas.
pedro rodríguez
CRUZ ROJA
“El voluntariado me aporta todo a mi vida; tengo un mayor entusiasmo”
El caso de Pedro Rodríguez, miembro de Cruz Roja, es el del multivoluntario, ya que realiza diferentes actividades en distintas entidades desde hace unos 15 años. Jubilado de la banca, decidió entregar una parte de su vida a otras personas a partir de una vivencia personal dolorosa, pero que le ha servido para afrontar su existencia de otra manera. “Desgraciadamente, mi primera niña falleció con 14 años. Cuando tenía 55 años, se produjo una fusión en la entidad en la que trabajaba y me ofrecieron unas condiciones interesantes para prejubilarme. Me encontraba libre y bien de salud. Mientras que otros se dedican a pescar, yo empecé a cumplir lo que pensaba a hacer un día”.
De buenas a primeras, un amigo le introdujo en la Asociación Española contra elCáncer. “Yo era un caso atípico porque en la lucha contra el cáncer el 90% de los voluntarios son familiares o personas que lo han tenido”, explica.
Su labor era hacer espectáculos de magia para los niños que estaban ingresados en el hospital Puerta del Mar. “Fue una cosa bastante dolorosa porque me pusieron con niños con el síndrome de la bata blanca. Para los chiquillos, yo era Pedro el mago. Estaban deseando que yo fuera porque, al estar los chavales mucho tiempo en el hospital, les tenían que dar incluso clases allí, por lo que, cuando yo iba, se suspendían”, relata Pedro.
En el centro sanitario conoció a unos voluntarios de Cruz Roja y pasó a colaborar con ellos. En esta organización da talleres de memoria para personas mayores y colabora con el programa Andalucía Compromiso Digital. Además, forma parte de la Agrupación de Voluntarios Culturales del Museo de Cádiz, es ayudante de distrito y enseña como guía la Catedral, la Casa Pemán y la Santa Cueva dentro de un programa municipal.
Para Pedro, el voluntariado que realiza “me aporta todo a mi vida. Tengo un mayor entusiasmo y mucha alegría cuando estoy con ‘mis chiquillos del frente de juventudes’ –dice por los participantes en el taller de memoria–. Yo soy feliz. Mi padre me decía que lo único que me falta es que me pagaran. Me gusta tal y como es, ya que mi recompensa es la sonrisa y el besuqueo que me dan”.
Con todo, resume Pedro que para ayudar a los demás sólo hacen falta “ganas y voluntad de hacerlo. Las asociaciones son las que te meten en la dinámica. Lo importante es que seas feliz con lo que hagas. Si no lo eres, no te metas a voluntario”.
PABLO SÁENZ
CALOR EN LA NOCHE
“Me llena que una persona cuando le ofreces un bocadillo te sonríe y te habla”
Uno de los trabajos asistenciales más duros, pero a la vez más gratificantes, es el que se realiza a pie de calle con los que menos tienen. Pablo Sáenz, un estudiante de 21 años, lleva tres años como voluntario de Calor en la Noche, una organización que presta ayuda a las personas sin hogar.
Su vinculación nace en el colegio La Salle-Viña, donde Pablo estudió. “Yo siempre he estado muy unido a la pastoral de La Salle. Calor en la Noche siempre estaba presentándose y te la vendían como una experiencia que les llenaba. Parecía que disfrutaban con el voluntariado, pero para estar con ellos tenía que ser mayor de edad”, recuerda.
Al cumplir los 18 años, Pablo decidió probar una noche, lo que le sirvió para cambiar el concepto que tenía de los sintechos. “Iba con una imagen muy equivocada. Pensaba que todas eran personas sucias y reacias, y para nada. Me encontré con gente que te hablaban y eran amables, y vi a personas que jamás pensé que vivieran en la calle. Volví a casa cambiado”.
La estructura de la entidad hace que cada grupo de voluntarios salga a la calle una vez al mes, aunque Pablo también busca por su cuenta colaboraciones en Salus Infirmorum, el centro en el que estudia. Asegura sobre su labor que “me llena que una persona cuando le ofreces un bocadillo te sonríe, te habla, te da las gracias, un beso y un abrazo. Una persona que no te conoce de nada te cuenta agradecidísima su vida por quedarte con ella cinco o diez minutos”.
El carácter de Calor en la Noche hace que no solo se entregue comida, ropa o mantas a los indigentes, sino que también se les proporcione algo de compañía ante la soledad de la calle. Por ello, considera Pablo que para ser voluntario “lo único que se necesita es empatía y estar implicado”.
MANUEL BARO Y MANOLI GARCÍA
CÁRITAS PARROQUIAL LA PALMA
“A veces te vas a tu casa con un dolor de corazón porque no puedes ayudar”
Cáritas Parroquial realiza una labor indispensable, desde el componente cristiano, en los diferentes barrios de la ciudad. Con trato directo y cercano, intenta paliar con sus escasos recursos las necesidades de la feligresía. Una de las más activas es la de La Palma, en el barrio de La Viña. Un grupo de nueve voluntarios se encarga de acoger en su sede de la plaza de Capuchinos a las 172 familias que tienen registradas. Manuel Baro, un comercial jubilado, lleva 15 años trabajando en esta organización, mientras que Manoli García también ha superado la década.
Dentro de su labor, destaca Manuel que “es importante la escucha. La gente viene con multitud de problemas que pueden ser económicos, de soledad o de falta de un techo”. A partir de ahí, apunta que realizan la acogida, para que, a partir de un café o una pequeña merienda, puedan plantear las soluciones a los casos.
Tanto Manuel como Manoli reconocen que su dedicación a esta entidad ha ido creciendo cada vez que se han involucrando más, algo que han podido hacer cuando han tenido más tiempo libre. Manoli confiesa que “Me hice voluntaria porque la Providencia me llamó. Cada vez estoy más contenta, pero a veces te vas a tu casa con un dolor de corazón porque no puedes ayudar”.
Por su parte, Manuel reconoce que “hay algunos problemas que te dejan amarrado a la silla. Te dejan bastante marcado y tú tienes que seguir buscando soluciones”. Ante situaciones duras, es muy claro a la hora de definir qué se necesita para ser voluntario: “Tienes que creer en lo que estás haciendo Si lo haces por tu propio ego, a mí no vales como voluntario”.
isabel gomis
BANCO DE ALIMENTOS
“Los que estamos mejor tenemos la obligación moral de ayudar a los que no tienen”
Isabel Gomis llegó al Banco de Alimentos hace dos años y medio por su convicción de cómo hay que afrontar la vida. “Yo siempre había tenido inquietud por hacer algo de voluntariado. Los que estamos un poquito mejor tenemos la obligación moral de ayudar a los que no tienen, ya sea con alimentos o con ayuda psicológica”, explica.
A partir de este argumento, el paso lo dio una vez que sus dos hijos, de 11 y 16 años, crecieron y pudo permitirse entregar parte de su tiempo a esta causa. Relata que entró en la entidad gracias a una amiga “que me dijo que echara una mano. Una vez dentro, te vas implicando y te vas sintiendo más identificada porque tú ves todo el proceso de trabajo y la transparencia que existe, lo que te hace involucrarte más”.
Isabel dedica tres días a la semana al Banco de Alimentos, realizando su actividad en la nave que se encuentra en PuertoReal. En la organización ha trabajado en diversas labores como la clasificación de alimentos, la realización de los pedidos para las asociaciones o la organización de la Gran Recogida de Alimentos en Jerez. “El voluntario no puede clasificarse porque la demanda puede ser muy diferente en determinados momentos”, aclara.
En cuanto a las características que debe reunir una persona para trabajar por los demás, cree Isabel que “todo el mundo puede ser voluntario de una u otra manera. Tiene que ser una persona totalmente desinteresada que le dé igual desarrollar una actividad u otra y que esté abierta a hacer cualquier tipo de labor”.
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