De andar por casa | Pinar de los Franceses

Una vivienda en Chiclana para vivir un sueño

  • La visión panóptica desde la cocina en esta casa de campo, en el Pinar de los Franceses, ha sido la base para la decoración y distribución de los diferentes espacios

La sala de estar tiene vistas al exterior, a la zona de la piscina.

La sala de estar tiene vistas al exterior, a la zona de la piscina. / Ignacio Casas de Ciria

La casa tan singular y original que hoy recorremos se localiza en la carretera del Pinar de los Franceses en Chiclana de la Frontera. Tiene una superficie de 150 metros cuadrados repartidos en un amplio salón comedor, cocina, dos dormitorios, dos baños, un taller y una sala de estar.

Toda la decoración de la casa y su distribución refleja la personalidad creativa y familiar de sus propietarios, creando grandes espacios para las tertulias de amigos y familia.

El salón-comedor de la casa es la zona más vivida, creada para el centro familiar de reunión. Lo preside, junto a la luz exterior de sus ventanales, una chimenea de ladrillo y granito. Junto a ello, se coloca una mesa central con un textil indio en su parte posterior y en su alrededor un grupo de sofás vintages tapizados en amarillo yema. A todo ello, le acompaña también un sillón con diseño de los años veinte tapizado en blanco roto. En sus paredes cuelgan pinturas de artistas gaditanos, como un cuadro de Jaime Mercant, un grabado de Cecilio Chaves o bocetos de Mele de la Yglesia. También ornamentan las paredes diversos objetos de artesanía foránea. Junto a este espacio se ubica el comedor con una gran mesa y cuatro sillas tapizadas con estampados en colores rosas y verde almendra y dos sillas recicladas en madera y pintada también en el mismo color. Un antiguo platero de pino de procedencia familiar con diferentes piezas de cerámicas antiguas cuelga de una de sus paredes. En otra de sus paredes cuelga un espejo de forja que aumenta la intensidad de la luz exterior en el espacio. El salón y comedor lo delimitan dos sillas isabelinas de caoba de herencia familiar junto a una mesa auxiliar de los años 40.

Imagen del amplio salón-comedor. Imagen del amplio salón-comedor.

Imagen del amplio salón-comedor. / Ignacio Casas de Ciria

La cocina es el centro neurálgico de la casa y tiene una visión panóptica desde la cual se puede observa la totalidad las diferentes estancias de la casa a través de los espacios abiertos. Un mural de cerámicas en tonos azules y blancos, representando una campesina holandesa, protagoniza una de sus paredes. Diferentes objetos decorativos de ambiente rústico como botellas de sifón antiguas, plateros de madera, cazuelas de barro y cortadores antiguos ornamentan algunos espacios. Una de las puertas de la cocina comunica con la salita de estar, dedicaba al disfrute de la música y la lectura. Para ello, se coloca en su parte central una mesa camilla, cubierta con una tela mandala, junto a un sofá tapizado en pana verde. Uno de sus laterales lo decora una original banqueta de diseño inspirada en los años 20 en madera y enea. Y en sus paredes cuelgan diferentes grabados de Mele de la Yglesia. Todo ello protagonizado por un amplio ventanal con vistas a la pileta y todo el paisaje campestre.

Para la decoración del baño se ha inspirado en los antiguos tocadores de la época de la Belle Epoque. Para ello se ha elegido el tono de color azul cielo de su carpintería que lo combina con el estampado color coral y azul azafata de sus textiles dando continuidad a los colores del paisaje que rodea la casa.

El baño de la casa. El baño de la casa.

El baño de la casa. / Ignacio Casas de Ciria

El dormitorio lo ocupa una gran cama cubierta por un textil indio en tonos beige. A ello le acompaña, como mesas auxiliares, dos mesas de noche vintage de color celeste nube. Un mueble de pino, muy típico de los vestidores de señores de los años 20, se utiliza como armario. En sus paredes cuelgan obras de las pintoras gaditanas Marusela Pérez-Máximo e Inma Gutiérrez.

La casa también dedica espacios a los hobbies de sus propietarios. En la galería una zona se reserva para su propietaria, donde trabaja realizando sus diferentes creaciones. Otra parte de la casa la ocupa un espacio destinado a taller donde un bureau de gran tamaño se utiliza como mesa de trabajo para reparar relojes junto a una gran biblioteca, el gran hobby de su propietario.

Todas la decoración de la casa se extiende al exterior, donde sus moradores a través de los arboles frutales, la huerta, las gallinas y la pileta han creado su estilo de vida.