Cádiz

Televok cierra tras 57 años convirtiendo casas en hogares

  • "No nos dejan respirar: todo era pagar, pagar y pagar", lamenta el gerente de la firma gaditana

  • "Pero nos vamos sin una deuda y el cariño de todos", asegura Fernando Orellana

1. Televok está de liquidación por cierre hasta el día de hoy en la calle Hospital de Mujeres. 2. La antigua tienda de la esquina de Sacramento con Torre. 3. Libreto de Carnaval patrocinado por la empresa. 4. El luminoso con la imagen que identificó a la firma durante años.

1. Televok está de liquidación por cierre hasta el día de hoy en la calle Hospital de Mujeres. 2. La antigua tienda de la esquina de Sacramento con Torre. 3. Libreto de Carnaval patrocinado por la empresa. 4. El luminoso con la imagen que identificó a la firma durante años.

No quiere salir en la foto Fernando Orellana Dávila. Pero no porque le deba nada a nadie, sino porque se lo debe todo a una fiel clientela que cuando se publique esta información está seguro de que querrá acercarse a darle un abrazo. Y le va a costar aguantarlo. Eso dice este hombre de 59 años, director-gerente de Televok, que hoy echa la baraja de la emblemática tienda de electrodomésticos y muebles de la calle Hospital de Mujeres que convirtió miles de casas gaditanas en hogares durante casi seis décadas. Con piezas de calidad a precios medios y plazos siempre asequibles para cualquier bolsillo.

El descenso de la rentabilidad -que no de las ventas- a raíz de la crisis y la presión de los impuestos asegura que han sido las razones que llevaron a la sociedad familiar a decidir el cierre del último establecimiento. Televok llegó a tener otras dos tiendas: una en la esquina de Sacramento con San José y otra en la de San Agustín con Cardenal Zapata. "Mi padre, José Orellana Domínguez, que era electricista en Astilleros, con mucho esfuerzo y dedicación montó un imperio", dice Fernando con orgullo.

Hemos tenido un equipo de empleados maravillosos, que ni el Madrid ni el Barcelona"

Detrás de una mesa que se pierde en la inmensidad de una exposición ya vacía, a Fernando le cuesta hablar del fin de una firma que ha sido su vida. Pero se arranca: "Llevo aquí desde los 12 años; la empresa la fundó mi padre, que cayó enfermo, y por voluntad suya me tuve que hacer cargo del negocio. Y a partir de los 24 años empecé a navegar sólo como administrador". "Hemos tenido unos empleados maravillosos, que ni el Madrid ni el Barcelona, el mejor equipo del mundo", se apresura a afirmar. "Pero cuando comenzó la crisis, pese a que mantuvimos las ventas, el producto que se vendía era de más bajo precio que el de antes. Y, claro, la rentabilidad ya no era la misma. Y con todo el dolor de nuestro corazón tuvimos que liquidar con estos grandes trabajadores que dieron el callo hasta el final". Quedaron tres de ocho. Había alguno hasta con 37 años de antigüedad. "Siempre los hemos cuidado, pero llegó un momento en que no se podía sostener la situación. Y a partir de 2006 hemos estado funcionando los cuatro durante nueve años, con un esfuerzo muy grande y luchando hasta que no se pudo más. Todo era pagar, pagar y pagar. No nos dejan respirar a los comercios; se está notando que el público tiende a ir a los grandes del sector y, para colmo, internet está quemando mucho el comercio tradicional".

Como tantas otras en la ciudad, Televok es una microempresa de la que dependían cuatro casas, además de las de los trabajadores: la de Fernando, la de su padre, la de su hermana y la de un hijo que trabaja con él y del que se siente muy orgulloso por cómo ha llevado la distribución y el montaje. "Nos vamos por la puerta grande, eso sí; Nos vamos, afortunadamente, sin deudas de ninguna clase; de ninguna, lo puedo certificar; y con un gran recuerdo de nuestros clientes de Cádiz -aquí Fernando no puede contener la emoción- que nos están demostrando un gran cariño todos... Muchos nos dicen que cómo puede ser que cerremos después de tantos años... Y eso te duele, porque ves que hay muchos clientes y amigos que te quieren".

Y ahora ¿qué?, pregunto: "Ahora descansaré un poco, porque desde los 12 años trabajando y 27 años sin vacaciones, creo que me lo merezco. Para mi es empezar una nueva vida ¿Montar otro negocio? No, prefiero trabajar para otro". Bueno, el local es magnífico, le comento. "Esto es una maravilla, con 1.700 metros cuadrados edificados en tres plantas, baja más dos". De hecho, el edificio, de nueva construcción hace apenas 30 o 35 años, tiene pretendientes desde hace tiempo. "Hay varios interesados, pendientes de que el Ayuntamiento les dé el visto bueno a los proyectos que han presentado o van a presentar", confiesa Fernando. Entre ellos, una residencia geriátrica, un bloque de apartamentos y un supermercado y una promoción de viviendas.

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