Cádiz

La Tacita de Plata rebosa orines

  • Un recorrido cualquiera, en este caso desde Astilleros al parque de Varela, sirve como muestra del insoportable estado de la ciudad, regada de micciones de perros

Jueves, ocho y media de la mañana. Un camino cualquiera, un itinerario escolar casi al completo. Avenida de las Cortes, Carpinteros de Ribera, Avenida de la Independencia, Tolosa Latour (por delante de la estación de tren), avenida Juan Carlos I, Doctor Rodríguez López, García Lorca,Vicente Aleixandre, Doctor José Manuel Pascual y Pascual y esquina con Marqués de la Ensenada junto a Varela. Hasta ahí. Quince minutos. El trayecto no es largo, lo que acentúa la gravedad de las fotografías arriba reproducidas. Hay 22 imágenes tomadas en el mismo orden que el sentido del itinerario, pero no están todas las que son. Tendríamos que llenar la página sin texto, cosa harto imposible. Porque son imprescindibles las letras para contar cómo está la ciudad eligiendo solo un recorrido. Cómo tienen a Cádiz muchos incívicos propietarios de perros. No son excrementos, pues apenas se ven en este camino. El paisaje está plagado de manchas de orinas de los canes. Farolas oxidadas en su base (con su correspondiente peligro por el carácter corrosivo de los orines perrunos), papeleras, puertas de viviendas, hitos, columnas, zócalos de establecimientos o señales de tráfico. Una vergüenza.

Un camino que sirve de muestra. Pero hay más. Extramuros está regado de meadas. Es un mal endémico de esta ciudad, donde no hay quien tosa a un buen número de propietarios de mascotas que se comportan como gamberros. Nadie hace nada. Las campañas de concienciación son tan amables como ingenuas. No hay multas. O al menos no se publicitan desde el Ayuntamiento. Esa es la única manera de concienciar a estos vándalos: tocarles el bolsillo. Ahora no se le ocurre a nadie circular en moto sin casco. A base de sanciones económicas los más despreocupados usuarios de los ciclomotores fueron accediendo a cumplir las normas. Es triste, pero es así. Ocurre que en el último año la Policía Local sólo ha puesto dos multas a propietarios que no recogieron las heces de sus perros. ¡Dos! De los orines, ni hablamos. El marcador estará a cero, aunque en la ordenanza municipal sobre animales se recoge como infracción leve "la no adopción de las medidas necesarias para minimizar el efecto de las micciones de los animales en las vías públicas, así como la micción sobre mobiliario urbano, especies vegetales, edificios, vehículos y en zonas no habilitadas". También es leve la infracción por no recoger las heces. En ambos casos la multa oscila entre los 75 y los 500 euros, según la graduación de las sanciones, dependiendo de "la trascendencia social o sanitaria y el perjuicio causado por la infracción, el ánimo de lucro y la cuantía del beneficio económico obtenido en la comisión de la infracción o la reiteración".

No existe voluntad para intervenir. El mismo alcalde, presentando hace unos meses una campaña junto al Colegio de Veterinarios, denominada 'Si él pudiera, lo recogería' y centrada en las defecaciones, decía que "si yo veo a una persona que no recoge una deposición, debo decirle que lo recoja". Una utopía. Lo más probable es que uno se lleve, encima, la furibunda reacción de la persona a la que afeas esa conducta, tanto si no recoge la caca como si deja la meada sin, al menos, diluirla con agua, como hacen los dueños de las mascotas con un sentido del civismo y la responsabilidad.

Se precisa una limpieza exhaustiva, claro está. El baldeo, sin jabón, no se lleva las manchas aquí plasmadas. Pero después de hacer efectivo el limpiado, el gamberro o gamberra volverá a las andadas. Se habrá gastado agua y detergente con dinero de todos los gaditanos para arreglar lo que perpetran unos cuantos. Por lo tanto, son los desaprensivos quienes mandan en la ciudad mientras se les permita. Así son las cosas. Increíble.

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