Transporte Los pros y los contras de cada forma de recorrer Cádiz-Madrid

EN TRÁNSITO

  • Recorrer los kilómetros que separan Cádiz y Madrid puede resultar un viaje muy diferente de hacerlo en autobús, tren o avión · La economía y la comodidad son los máximos condicionantes a la hora de optar por uno u otro de estos medios

Cádiz-Madrid. 650 kilómetros. Por una media de unos setenta euros en combustible y otros diez en peajes, en algo menos de siete horas puede estar uno en la capital. Opción rentable para viajes en grupo, y posible para aquellos que tengan coche o, en su defecto, al menos carnet para poder alquilar uno. Sin embargo, ni todo el mundo suma estos requisitos, ni es especialmente apetecible un trayecto tan largo al volante en viajes unipersonales.

Tres son las opciones alternativas al uso del coche para recorrer esos kilómetros. Avión, tren y autobús. Los datos dicen que el transporte aéreo es el más utilizado, seguido del ferroviario. El primero pierde mercado y el segundo lo va ganando. Mientras, el autobús se mantiene en una discreta tercera posición.

Eso dicen los datos. Pero para entenderlos mejor hay que conocer qué los fomenta. ¿Qué dice la experiencia?¿Qué significa realmente en la práctica escoger una u otra opción?

¿cincuenta minutos?

Siempre fue considerado como el medio de transporte más elitista. Pero llegaron los vuelos low cost y le quitaron de un plumazo todo su glamour a las travesías aéreas.

Para ir a Madrid desde el aeropuerto de Jerez no es difícil actualmente encontrar billetes de ida y vuelta -si se da con el momento clave tanto de realizar la compra como de fechas de viaje- por cifras que van desde unos aceptables ochenta euros hasta unos casi ridículos dos. ¿Quién no escoge la opción de ir en supuestamente cincuenta minutos por ese precio?

Pues quien que encuentre un vuelo que no coincida, ni de lejos, con los horarios de los escasos autobuses interurbanos que llegan al aeropuerto, no tenga a nadie que le acerque hasta allí y no esté dispuesto a gastarse los cerca de veinte euros que le supondría un taxi desde Jerez -previo desembolso también del trayecto en Cercanías-, probablemente sea quien no escoja esta opción.

Pero, aún si todo cuadra más o menos bien, el supuesto viaje de cincuenta minutos se convierte fácilmente en más de cuatro horas. Una de viaje, en el mejor de los casos, desde la capital gaditana hasta el aeropuerto (si hay que coger el tren y después esperar y tomar el autocar, el tiempo sube), más el tiempo de antelación fijado por las compañías para poder facturar, más la hora larga en que se pone el vuelo desde que uno se monta en el avión hasta que se baja, más el tiempo de espera para recoger el equipaje. Es más dinámico que estar sentado durante todo un viaje en el mismo lugar, claro está, pero no dejan de ser unas cuantas horas más de las que se tienen en mente.

Y, por si el trajín fuera poco, las dos opciones para abandonar Barajas, en caso de no tener a nadie que vaya a buscarte, son bastante poco deseables. El metro, cuyo fuerte es que son sólo dos euros, se convierte en una pesadilla de transbordos, aglomeraciones y pesados tiempos de trayecto, máxime si se lleva equipaje. La otra opción, el taxi, hay que pensársela mucho después de la primera vez que te llevas el susto. Bajada de bandera y suplemento por aeropuerto, unos nueve euros. Más el trayecto, y depende de dónde se vaya, la cosa puede ir desde unos ya poco agradables quince o veinte euros, hasta unos escalofriantes cuarenta.

Así pues, los dos euros del billete y los cincuenta minutos del trayecto aéreo, son sólo la punta visible del iceberg.

el precio del confort

El trayecto sobre raíles resulta, para gran parte de los usuarios, el más atractivo. Un buen punto medio en rapidez y un notable alto en comodidad.

Para ir desde la capital gaditana, el tren reduce en casi cuatro horas respecto al autocar el tiempo para llegar a Madrid. Y, frente al avión, la ventaja es que no hay que desplazarse fuera de la ciudad para tomar este medio.

Además, con la llegada de los nuevos trenes Alvia, aparte de reducirse el tiempo del trayecto, también se ampliaron las comodidades y pequeños 'lujos' (tomas de corriente en los asientos o perchas, por ejemplo).

Pocos inconvenientes pueden listarse del tránsito hacia Madrid en tren. Allí dentro nada parece indigno de ser considerado, por lo menos, aceptable. Asientos confortables con amplitud suficiente para que el desconocido de turno no invada tu espacio proxémico; cuartos de baño limpios; una cafetería con mesas, asientos y bastante surtido y, de lo más importante, la posibilidad de estirar las piernas cada vez que a uno le plazca.

Con este panorama, el tren se pinta como la opción que, así descrita, no debería dejar ningún resquicio de duda a la hora de elegirla. Y sería así si no fuese porque, versionando la mítica frase de cine de la ochentera 'Fama', el confort cuesta y es aquí donde vamos a empezar a pagarlo.

Con una tarifa general, en clase turista, de 70 euros por trayecto, cualquier descuento por joven, por mayor, o por comprar ida y vuelta, sigue dejando el precio del doble viaje en casi el triple que el billete de autobús. Y eso no está al alcance de todos los bolsillos. Sólo las nuevas tarifas promocionales que reducen el coste hasta en un 50 % para algunos trayectos, lo acercan un poco más a todos los mortales.

Es la opción más habitual para familias y viajes de vacaciones, por aquello de que los pequeños lujos, como casi todo, una vez al año no hacen daño. Pero no es una posibilidad rentable para las personas que realizan el tránsito entre estas dos capitales de forma más o menos habitual. O al menos no para las de clase media-baja.

A este inconveniente se podría añadir el de la escasez de servicios diarios, que se reducen a tres en cada sentido de viaje. Desde Cádiz, la inclusión de un tercero que no existía, a las 19.00 horas, ha solventado en cierta medida esta pega. Aunque no estaría de más algún punto medio entre el de las 8.05 horas y las 16.26 horas. Por otro lado, desde Madrid los tres horarios se concentran entre las 10.00 y las 16.00 horas, echándose en falta uno a primera hora del día y otro más avanzada la tarde.

Pero el elevado precio del tren se erige casi como la única desventaja con relevancia suficiente como para eliminar este transporte de la baraja de opciones para algunos.

Para abandonar Atocha, eso sí, lejos del abuso del aeropuerto, el suplemento del taxi es la mitad y, además, la posición céntrica del término ferroviario y la cantidad de autobuses y trenes disponibles, amén del Metro, hacen más viable irse de allí sin un nuevo varapalo económico.

UN LARGO VIAJE

Cuatro servicios al día, que abarcan desde primera hora de la mañana hasta última de la noche, y un precio muy económico, convierten en una posibilidad atractiva el escoger los autocares de Socibús para ir a Madrid.

Sin moverse de casa, mediante la compra de billetes electrónica, se puede tener en apenas unos minutos un billete de ida y vuelta por poco más de cuarenta euros. Y pudiendo escoger asiento, detalle importante para los maniáticos de pasillo o ventanilla.

Hasta aquí todo bien. Pero el problema viene cuando tras las características teóricas, llega el momento de la práctica. Y es que no para todo el mundo es fácil aguantar un viaje de ocho horas en un espacio tan estático y reducido como un asiento de autobús.

Cuando te sientas, el primer condicionante de la comodidad es tu altura. Las personas bajas son más fácilmente adaptables a ese pequeño espacio pero, en el caso de los altos la cosa se complica, y las rodillas se encajan en el asiento delantero. Y ya ni qué decir tiene si al pasajero que lo ocupa le da por inclinarlo hacia atrás.

Por otro lado, también influye de manera decisiva la capacidad para dormir o no en estos trayectos. Los servicios nocturnos son idóneos si los puedes sobrellevar inmerso en un más o menos profundo sueño, pero pueden resultar un auténtico calvario para quien sea incapaz de pegar ojo.

En mitad del camino, una parada de quince minutos en Los Abades de Bailén es la única tregua para estirar las piernas, fumarse algún cigarro y tomarse un café o algo rápido para picar. Incluso, a veces, es la única oportunidad de ir al cuarto de baño, ya que no todos los coches están acondicionados con uno en su interior.

Tras las largas ocho horas, una vez en la Estación Sur, el taxi significará de entrada unos seis euros (como en Atocha) más trayecto. Aunque también se puede coger en la misma estación el Metro de Méndez Álvaro por un euro, es una opción poco apetecible si se llevan muchos bultos o maletas pesadas.

El viaje en autobús es largo y no muy confortable. Pero es barato. En avión es una odisea de diferentes pequeños trayectos. Pero es más dinámico y,a veces, muy económico. El tren, por su parte, es cómodo y rápido, pero excesivamente caro. Todos con sus ventajas e inconvenientes, al final dependerá de las prioridades y posibilidades de cada uno la manera de recorrer los 650 kilómetros.

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