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Primeros brotes verdes en Cáritas

  • Algunos indicadores del informe de la labor de Cáritas en 2017 constatan una recuperación

  • La entidad alerta, no obstante, del estancamiento de la pobreza y de la desigualdad

Una persona sin hogar en una imagen de archivo tomada en la avenida 4 de diciembre de 1977.

Una persona sin hogar en una imagen de archivo tomada en la avenida 4 de diciembre de 1977. / julio gonzález

Primeras noticias positivas, tímidamente positivas, que traslada Cáritas de su experiencia atendiendo a las personas desfavorecidas a lo largo y ancho de la diócesis. El informe que ayer dio a conocer la institución religiosa respecto a su actividad de 2017 refleja indicadores que constatan una recuperación. El primero de ellos es el de las personas que han acudido reclamando asistencia (24.688 frente a las 27.233 que llamaron a las puertas de las diferentes cáritas el pasado año). El segundo, la cifra global de inversiones, que ascendió a los 2.086.340 euros, prácticamente medio millón menos que el año anterior. Otro dato que se puede entender como positivo es el descenso de personas sin hogar atendidas (de 1.190 en 2016 a 1.109 el pasado año).

No obstante, en Cáritas Diocesana no rebosa el optimismo precisamente, porque aunque no esconden que estos datos "constatan que existe una recuperación", sí alertan de que esa mejoría "no es total, no llega a todas las personas", como puntualiza la directora general, María del Mar Manuz. En la institución religiosa tienen una premisa clara: no hemos salido de la crisis, "porque salir de la crisis sería llegar a niveles anteriores a ella, y no estamos en ese punto todavía".

En el informe hecho público ayer se refleja esa circunstancia: "la recuperación ha alcanzado afortunadamente a algunas personas que en años anteriores acudieron a Cáritas demandando ayuda, pero aún son muchas las familias y las personas solas sin red ni cobertura comunitaria que siguen atrapadas en situaciones cotidianas de precariedad, inseguridad y dependencia". Y en base a eso señalan cinco puntos como los más preocupantes de la situación en las poblaciones gaditanas de la diócesis.

El primer punto es que la recuperación económica tan reiterada "no está llegando a todas las familias", lo que a su vez enlaza con el segundo punto reseñado en el informe de Cáritas, que dice que la desigualdad "se está enquistando en nuestra sociedad". "Aquellas familias que ya sufrían condiciones de vulnerabilidad cuando comenzó la crisis económica siguen necesitando la atención y la ayuda de Cáritas en la actualidad", señala Manuz profundizando en estas cuestiones y poniendo de relieve la gravedad de la situación para un sector de la población gaditana.

El tercer punto es que el acceso al empleo sigue siendo algo imposible para muchas personas, pese a la mejoría que en este capítulo también presenta el informe de Cáritas de este año, señalando la institución que ese empleo es, en un gran volumen, precario; tanto, que en el cuarto punto se pone de manifiesto que el acceso al mercado laboral no asegura en la actualidad unas condiciones de vida dignas para muchas personas.

Por último, quizás como llamada de atención más preocupante, Cáritas alerta de que la precariedad "se está extendiendo como un modelo de vida".

Todas estas claves las resume la organización social de la Iglesia a raíz de la experiencia que recibe en sus múltiples campos de acción, que alcanzan una red de hasta 123 centros (entre parroquias, dispositivos diocesanos, proyectos o sedes de los servicios generales de la entidad). Siendo la atención primaria, como es habitual, la labor más intensa, destinando 40,37 euros de cada 100 de los que dispone; o lo que es lo mismo, una tercera parte.

Además de todo esto, Cáritas diocesana ha tenido que afrontar un año especialmente difícil; porque esos visos de recuperación se han traducido en un descenso de las aportaciones y donaciones que recibe la entidad, como si la sociedad hubiera perdido algo de sensibilidad hacia estas cuestiones sociales; y a eso se ha unido al retraso en los abonos de cantidades comprometidas por parte de algunas administraciones a las que Cáritas ha tenido que hacer frente con fondos propios, lo que ha dado como resultado un duro plan de sostenibilidad "con el que buscamos garantizar nuestra labor".

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