Piedra y señorío en el cortijo de Las Quinientas en la provincia de Cádiz
De andar por casa
La construcción y decoración de la casa refleja y recuerda las diferentes generaciones de la familia Dávila que la han habitado desde hace siglos
La casa que hoy recorremos es una de las más emblemáticas de España tanto por su arquitectura como por su tradición y su historia. El cortijo se encuentra ubicado en los alrededores de Jerez de la Frontera, exactamente en la zona de El Torno. La historia y patina de sus piedras hace que nos traslade más a un edificio en tierras escocesas que en la campiña jerezana.
Los orígenes de su edificación parece que son del resto de una edificación medieval, como los muchos que rodean Jerez de la Frontera, y que constituía una red de vigilancia de la frontera.
La construcción actual se ubica sobre una anterior que se dedicaba en su totalidad al uso agropecuario y en la cual se instaló a finales del siglo XIX un molino de aceite.
La casa pertenece a la familia Dávila desde la conquista de Jerez, donde el antepasado de su actual propietaria, Don García Dávila, en 1264 participó en el ejército del rey Alfonso X El Sabio.
La aparición de los transportes hizo que el cortijo tuviera un uso residencial.
A principios del siglo pasado, el IX marqués de Villamarta-Dávila, Álvaro Dávila y Agreda, fue el que realizó la construcción de lo que hoy constituye la edificación residencial.
La capilla junto a la casa es una de las joyas del conjunto arquitectónico del cortijo, con una portada, que venía de las que formaban parte del claustro del convento de los dominicos de Jerez y que fue adquirida para este fin. Es la pieza fundamental del conjunto arquitectónico que data del siglo XVI.
En la antigua entrada de carruaje aparece inserta la fecha 1797, que probablemente sea la fecha de construcción del antiguo cortijo.
En la última época el cortijo convivía con la ganadería. Tras finalizar la actividad ganadera se obligó a la transferencia y dedicación de la finca al aprovechamiento agrícola.
La casa principal ha sido el centro de reunión familiar durante varias generaciones, recibiendo a ilustres personas de la época como se aprecian en las antiguas fotos de la casa.
Al conjunto arquitectónico del cortijo se llega tras unos caminos de arbolados, que finaliza en la fachada de la gran casa.
Tras acceder a la casa, un gran hall comunica con las diferentes estancias de la casa.
La vivienda tiene dos plantas, ocupando la planta baja principalmente salones y zonas de recibos y la primera una zona más pequeña de recibo y dormitorios y baños.
En todo el recorrido de las diferentes estancias de su interior se puede observar la variedad de muebles y cuadros de diferentes periodos, que corresponden a las sucesivas generaciones que habitaron la casa. En todo sus espacios se refleja una estética de buen gusto protagonizada por una gran variedad de reposteros con los escudos de armas de la familia. La conservación de sus suelos, techos y puertas, con el paisaje del campo a través de sus ventanales, transporta a un ambiente decimonónico.
La capilla se encuentra junto a la casa principal y su portada de 1591 protagoniza uno de los espacios del cortijo. En su interior neogótico hay un altar de cerámica a la manera de los Della Robbia. Tallas, reposteros y cuadros ornamenta este espacio junto a los enterramientos de diferentes generaciones de los miembros de la familia.
En otras de las zonas se conservan las antiguas cocheras de la casa con su primitivo suelo de piedra y bolo. Unas bonitas esculturas italianas de mármol de Carrara que representa las estaciones del año junto con una fuente del mismo periodo decora el patio principal.
Las Quinientas ha sido y es una casa familiar habitada por diferentes generaciones de la familia Dávila y su actual propietaria Lourdes Davila Ybarra, marquesa de Villamarta-Dávila, junto con su familia desean que siga siendo el centro de reuniones de generaciones venideras.
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