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Foro Joly · Ana Pastor · Presidenta del Congreso de los Diputados

"Votar y mediar está muy bien... si se hace dentro de la ley"

  • La tercera autoridad del Estado se apoya en el escenario simbólico del Cádiz constitucional para realizar una encendida defensa de la concordia.

Ana Pastor, durante su intervención en el Oratorio de San Felipe Neri.

Ana Pastor, durante su intervención en el Oratorio de San Felipe Neri. / Lourdes de Vicente

omo es conocido por cualquier comunicólogo las palabras no tienen por qué ser necesariamente el mensaje. El mensaje de ayer de Ana Pastor, presidenta de las Cortes, tercera máxima autoridad del Estado, era el escenario, el Oratorio de San Felipe Neri, donde se celebró un Foro Joly especial con motivo de los 150 años de Diario de Cádiz con la colaboración de la Fundación Cajasol y del Casino Gaditano. La carga simbólica de Cádiz y del lugar donde se reunieron las primeras Cortes que alumbraron una Constitución en España eran el esqueleto sobre el que Pastor construyó un discurso en el que continuamente enlazó Historia con el convulso presente.

Pastor se consideró heredera de una figura que quizá no sea muy conocida en la España de hoy. Habló de Ramón Lázaro de Dou y de Bassols, diputado por Cataluña en las Cortes de Cádiz, que le eligieron como presidente por demostrar su prudencia. “De él fueron las palabras que decían que el honor más alto al que puede llegar un hombre es el de ser presidente de las Cortes. Y yo añado -dijo Pastor-: el de una mujer”. Poniendo a Ramón Lázaro como ejemplo, un pacífico educador que con 70 años se embarcó en una aventura política donde “tendría que enfrentarse a agrias polémicas”, Pastor salpicó su conferencia de apelaciones a la ley como garantía de libertad, paz y bienestar. Lo suyo no iba a ser una aparición incendiaria en tan solemne espacio, todo lo contrario: “Votar, mediar... son palabras que están muy bien siempre y cuando se articulen dentro de la ley. Todo es posible dentro de la ley”.

Para la presidenta de las Cortes, las otras Cortes, las de hace más de doscientos años, supusieron el encuentro de “un grupo de líderes que creían en los españoles unidos para ser más libres y vivir en una sociedad más justa en un espacio de derechos bajo un pacto de convivencia”. Esto podía ser revolucionario hace doscientos años, pero hoy forma parte de la primera lección de cualquier estudiante de derecho constitucional. En definitiva, algo asumido: “Ley y nación tenían que ir de la mano, aquellos diputados mostraron generosidad y fueron inspiración para los de hoy”. Esa era la pasta de la que estaba hecho el diputado catalán Ramón Lázaro.

Esa inspiración en la que Pastor basó su relato llegaba hasta hoy en defensa de una democracia representativa, “ que permite adoptar decisiones políticas que sirven al pluralismo y al consenso. Se han probado otras formas de democracia, pero ninguna de ellas ha sido tan eficaz como la representativa para el avance de los ciudadanos en sus derechos”. Considera quien trabaja precisamente en la mediación que “hay a quien le gusta de forma dramática fracturar a la sociedad y no deberíamos permitirlo”.

El año 78 es el que marca, indicó Pastor, el mayor periodo de “paz, libertad y bienestar que hemos disfrutado en nuestro país”. Esto fue posible gracias a la seguridad jurídica que proporciona un texto, la Constitución, “que nunca ha eliminado la posibilidad de que los derechos de los ciudadanos vayan a más. Todos vivimos un poco mejor en un país que funciona, moderno y que es uno de los más centralizados de Europa y, además, estamos integrados dentro de ese proyecto humanista que es la Unión Europea”. Todos esos logros, subrayó la presidenta de las Cortes, se deben a que se partió de aquel texto en el que fue posible ir levantando una armadura legal de protección de los derechos básicos contenidos en él.

Cree firmemente Pastor que los grandes problemas del país, y puso el paro por delante de todos los demás, pueden llegar a superarse en este momento que era de mejora económica si no se descarrila de la senda legal, que fue su mantra, el que quería trasladar desde Cádiz como origen de lo que nuestra historia de legalidad constitucional aunque aquella Constitución fuera tan fugaz. Hizo mención al pacto de Toledo como ejemplo de que el desarrollo constitucional logró ir más allá blindando beneficios sociales a la población. Y también mencionó ese marco constitucional como útil para haber podido llevar con éxito una estrategia que consiguió acabar con el terrorismo. “ Y todo esto se ha conseguido dentro de la ley alcanzando cotas nunca conocidas de concordia y libertad”.

Admitió, en cualquier caso, que nada es inmutable y que las leyes que nos hemos dado no son eternas. Una vez más, con su ‘dentro de la ley’, aceptó que “si queremos cambiar de modelo habrá que preguntar a todos los españoles”, porque habrían sido los españoles los que con sus decisiones habían conseguido mejorar en su calidad de vida y deberían de ser ellos quienes decidieran tomar un nuevo rumbo. “Nadie puede arrogarse la legitimidad para pasar por encima de la soberanía de los españoles, aunque cualquiera puede expresar sus ideas con respeto”.

Porque respeto mostró en todo momento Pastor por todos y cada uno de los parlamentarios a los que tiene que manejar en esas sesiones que, en algunos casos, son tan agrias, o más, que las que Ramón Lázaro tuvo que embridar hace más de doscientos años. De nadie quiso decir una sola palabra más alta que otra “por todo el respeto que tengo por los votos que cada uno de ellos tienen detrás”, y se revistió de razón en el envoltorio de otro doceañista, quizá uno de los más célebres, Agustín de Argüelles, al que citó para hablar de derechos políticos y el derecho a decidir sobre el futuro de nuestro país, algo que correspondería a todos los españoles. Y también fue Argüelles quien sentenció en Cádiz que “la ley ha de ser una para todos, y en su aplicación no ha de haber acepción de personas”.

En el escenario simbólico de este Oratorio de Cádiz, donde nació el Estado moderno, la palabra ley en boca de la primera persona al frente del poder legislativo resonó con fuerza. Y Ana Pastor amasó la palabra ley como el cimiento donde se asienta la democracia. Cádiz, en definitiva, era el mensaje.

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