Paco Moya. El cuarto rey mago
Gaditanos de perfil
Con su gestión creció la entrega de juguetes
A todo lo que se dedica le pone pasión y esfuerzo. Tanta habilidad ha tenido que sin salir en agrupaciones ha presidido dos veces el jurado del Carnaval, y después le han quedado muchos amigos.
Francisco Moya Borrego (Medina Sidonia, 1949) creció en una famita modesta de origen asidonense. Cuando tenía siete años, sus padres se mudaron a Cádiz para trabajar como conserje y costurera en el Hogar José Antonio, que estaba en la zona de la calle Brasil y Muñoz Arenillas. Sus padres vivían en una casita dentro del centro educativo, pero Paco ingresó como un interno más. A los 12 años se trasladó a Zaragoza, también como interno, con una beca de Auxilio Social. Allí estudió segundo y tercero de Bachiller, hasta que pudo regresar a Cádiz para entrar en una residencia que se abrió en la calle Isabel la Católica. Después estudió perito industrial.
Cuando ya era perito, intentó seguir para la ingeniería, pero no pudo a causa de las dificultades familiares. Así que le quedó esa espinita, y con el tiempo se la pudo quitar, cuando en 2001 aprobó la ingeniería superior. Desde abril de 1973 trabajaba como perito en Dragados. Comenzó en Madrid, a donde se trasladó para participar en la construcción de diversos tramos de la M-30. En Madrid también estudió Económicas en la Universidad Complutense. Posteriormente, en el año 1975, lo enviaron a las obras de la autopista del Mare Nostrum, la A 7, que recorre toda la costa mediterránea. Allí trabajó dos años y medio.
Antes de irse a Madrid, tenemos la historia del Paco Moya balonmanista. Fue un jugador de notable nivel, que jugó en el Balón de Cádiz y el Portillo en los años de oro del balonmano gaditano, a principios de los 70. El Balón de Cádiz jugaba en Primera Nacional. A los partidos en el pabellón Fernando Portillo acudían más de dos mil espectadores.
En aquella etapa salieron jugadores que destacaron, como el portero Félix Peñalva o Castellví. Paco Moya era uno de los mejores balonmanistas gaditanos. Su entrenador era Juan Luis Conejo. De aquella etapa le quedaron recuerdos tristes, como la muerte de Isidoro Barbadillo, en un accidente cuando iba en bicicleta. Pero sobre todo vivió momentos alegres.
En 1978, tras su paso por Madrid, regresó a Cádiz para trabajar en la factoría de Dragados Offshore en Puerto Real. Se jubiló en 2014. Nunca olvidará el compañerismo existente y la alta cualificación tecnológica. Entre todas las obras en que ha participado, destaca las del puente de Öresund, que conecta Suecia con Dinamarca. Años después, pasó junto al puente, en un crucero, y pudo comprobar de cerca la grandeza de las obras. Asimismo destaca los trabajos de las plataformas realizadas para el Mar del Norte.
Se ha hablado y se ha escrito menos de Dragados Offshore que de otras empresas industriales de la Bahía. Quizá porque ha sido menos conflictiva y porque a veces no se buscaba lo mediático, inmersos en las labores del día a día. Paco Moya siempre la recordará como "su" empresa.
En julio de 1979 se casó en la parroquia del Carmen, de Cádiz, con María José Beato del Moral. Tienen tres hijos: Alejandro (que trabaja en un despacho especializado en temas fiscales y laborales), Ana (que es dentista en Salamanca) y Cristina (que es informática y ha residido en México junto a su marido, que trabajaba en Abengoa, aunque pronto se trasladarán a la República Sudafricana). Ya tienen dos nietos.
Muchos gaditanos conocen a Paco Moya por sus vínculos con la Asociación de los Reyes Magos. En 2005 fue elegido rey Baltasar, compartiendo los honores con Johan Van Vroenhoven (Melchor) e Isidoro Cárdeno (Gaspar), así como Paz Santana (Estrella) y Manolo Cerezo (Cartero Real). Poco después de aquella grata experiencia, entró como secretario de la asociación cuando la presidía Juan Sales. En 2009, Paco Moya fue elegido presidente de la Asociación de Reyes Magos, cargo que ha ejercido hasta el pasado mes de marzo.
En estos años ha vivido todo tipo de sensaciones. Destaca los muchos actos emotivos en los que ha estado presente. Ha crecido el número de niños que reciben juguetes. En la última ocasión se pudo dar esa alegría a unos 1.200 niños, pertenecientes a unas 750 familias. En torno al 90% de esos niños, según criterios económicos y sociales, son seleccionados por Asuntos Sociales del Ayuntamiento, que siempre colaboró con la Asociación, tanto antes como ahora. Asimismo se incluyen algunos más, presentados por otras asociaciones y hermandades.
La Asociación participa en la elección y propuesta de los Reyes Magos, que son finalmente designados por el alcalde y antes por la alcaldesa (que siempre los han confirmado) y organiza múltiples actos benéficos para recaudar fondos y destinarlos a juguetes. Pero no gestiona la cabalgata, que es competencia de la Delegación de Fiestas del Ayuntamiento. En su periodo de presidente, Paco Moya, siempre ha encontrado la colaboración municipal, así como de entidades bancarias, empresas y artistas. Especialmente notables han sido algunos espectáculos, como el Callejón de los Santos, con el grupo de Jesús Bienvenido; o la gala de Flamenco y Carnaval, en la que participaron artistas como Marina Heredia, Argentina, David Palomar y Junco, Anabel Rivera y Juan Ogalla, con las antologías de los Gitanos de El Puerto, Tino Tovar, Jesús Bienvenido y Antonio Martín. Además de los recitales de la antología de Juan Carlos Aragón en Salesianos. Todos esos actos y muchos más han permitido recaudar fondos para los juguetes de los niños.
Su relación con el mundo del Carnaval y el flamenco de Cádiz es muy profunda. Ha sido dos veces presidente del jurado del concurso del Gran Teatro Falla: en 2010 y en 2012. Tiene mérito, porque su experiencia carnavalera es de aficionado. No ha salido en ninguna agrupación, aunque contaba con muchos amigos en el coro de la peña Los Dedócratas. Su relación con el concurso comenzó en 2007, cuando fue vocal, a propuesta de Juan Sales, que era el presidente. Después su buena relación con Vicente Sánchez, cuando era concejal de Fiestas, facilitó que lo nombraran para el cargo. No fue conflictivo y pudo repetir. Incluso estaría dispuesto a volver a presidirlo, si se lo proponen en el futuro, aunque a condición de que su esposa se lo permita.
Con su forma de ser y su afán de trabajar, a muchas personas les extraña que Paco Moya no haya sido concejal. A pesar de que llegó a militar en el PP durante algo más de un año. Colaboró en temas informáticos. Después participó en el foro de Unión Cádiz, que se reunía en el Casino Gaditano. Acudieron gaditanos conocidos e independientes, entre los que estaban Antonio Fernández-Repeto, Luis Frade o Luis Rivero. En algunas reuniones participaron Juan Manuel Pérez Dorao, Ignacio González Dorao y otros que después se integraron en Ciudadanos. El grupo se disolvió.
Ahora se encuentra en la reserva activa. Inquieto para colaborar, porque nunca estuvo quieto. Paco Moya ha sentido siempre la pasión de estar vivo y de ir por libre, pero con altruismo y allanando las dificultades. Así lo aprendió y así lo ha puesto en práctica, tanto en su actividad profesional como en el interés por colaborar con los demás, sobre todo para que ningún niño se quede sin juguetes.
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