Cádiz

De María, San Antonio y sus milagros hosteleros

  • Uno de los referentes de la hostelería gaditana se jubila el 30 de abril

  • Fue el primero que abrió en Cádiz un restaurante chino, en marzo de 1974

Antonio de María en una de las mesas de su restaurante San Antonio.

Antonio de María en una de las mesas de su restaurante San Antonio. / lourdes de vicente

El próximo 30 de abril, Antonio de María se jubilará como hostelero. El también presidente de Horeca se despedirá de un lugar emblemático que fue el Restaurante China y acabó siendo Restaurante San Antonio, centrado en la gastronomía gaditana aunque sin dejar de lado la inicial carta de comida oriental. Cumple 69 años en junio. Los últimos 44 gestionando este negocio de la plaza de San Antonio. "Podría seguir, porque de salud estoy bien, pero hace varios años, desde el comienzo de la crisis, que me está costando el dinero. Tenía que cortar el grifo", destaca. Si está claro su adiós, no está claro que el establecimiento vaya a echar la baraja. "Estamos hablando para que el personal se pueda quedar con el negocio y no tener que cerrarlo. A mí me gustaría que siguiera abierto. Y si hay acuerdo, el 1 de mayo abrirá con nueva dirección. La plantilla es honesta, honrada y profesional. Una garantía", explica.

La historia de este restaurante comenzó en 1974. De María, con otros socios, funda el Restaurante China, pionero en Cádiz y el cuarto de España dedicado a la gastronomía de este país. Fue cuando conoció a Wang Ñiu, que vino a Cádiz a visitar a Isaac Lo, un estudiante chino que ya era socio de De María en la gestión del Hostal Norte, de la calle Manzanares. Ñiu se convirtió en cuñado de Antonio de María, y después de montar un restaurante chino en Canarias, le ofrecieron montar otro en Cádiz. Ñiu, Lo, De María y Shyr Wen Shian, jefe de cocina, se asociaron y montaron en la plaza de San Antonio el restaurante China en marzo de 1974. "Aquello fue increíble, un boom. Llamó la atención por lo novedoso, por lo exótico", dice. La apertura y los comienzos coincidieron con el final de la Dictadura y el inicio de la Transición. "Aquí se celebraban grandes cónclaves políticos y sociales", afirma el hostelero. Entre las anécdotas cuenta que el director del Hotel Atlántico de entonces, donde también trabajaba en esa época De María como recepcionista, le preguntó "si de comer poníamos carne de hámster. Eran tiempos en los que había una leyenda urbana sobre la escasa salubridad de los restaurantes chinos. Era todo falso".

El negocio era un éxito. Tanto que abrieron en 1982 el China-2 en la Glorieta Ingeniero La Cierva "para poder atender a la clientela que no cabía en San Antonio". Cerró en 1995 justo después de la crisis del 93, coincidiendo con que se incendió la cocina. De María muestra en una de sus manos la piel quemada y las marcas que le dejaron las gotas de aceite hirviendo. "Teníamos pensado reconvertirlo en sitio de comida china, italiana y mexicana, todo a la vez, pero el incendio lo vi como una señal divina para que no me metiera en más negocios". También abrieron el China-3 en Algeciras, pero ese estuvo abierto solamente dos años. "Ese nos costó el dinero", apunta.

El restaurante no ha dejado de ser chino y tiene casi la misma carta de sus comienzos, pero en 1998 De María se quedó solo en el negocio. "Tuve que reinventarme y decidí dedicarlo, manteniendo la comida china, a la gastronomía gaditana. Le pedí a mi mujer que se hiciera cargo de la cocina y conmigo se va a jubilar el 30 de abril", señala. "Cádiz ofrecía entonces mucho patrimonio, mucha playa, pero poca gastronomía autóctona. Y tenemos una cocina impactante con un coste barato de sus platos", recalca. De María añade que "dicen que los pintores pintan al final de sus vidas lo que quieren, hartos de pintar por encargo. A mí me pasó lo mismo con la cocina". Papas con chocos, menudo, raya en tomate y en amarillo, calamares rellenos, puchero con todos sus avíos, sopa de tomate... grandes platos del restaurante San Antonio. "Aquí no se ha servido comida de hostelería, se ha servido comida de las casas", insiste. Una de las frases más repetidas de los clientes, según De María, ha sido "esto está como me lo hacía mi madre". Y es que en Cádiz "muchos no entendían que yo pusiera un restaurante de comida que pueden comer en sus casas, pero lo puse para los turistas. Y hemos ayudado a mejorar la visión exterior de la gastronomía gaditana. Uno, cuando va de viaje, quiere probar la gastronomía del lugar. Eso pretendía yo aquí, enfocado a los visitantes".

Más de media vida se deja en San Antonio. "Yo aquí he trabajado muchas veces como uno más, con mi pantalón negro y mi camisa blanca. Otros compañeros me lo afeaban, pero a mí no me importaba", resalta. Y le viene a la mente que "una vez un cliente me dijo que me fuera con él a trabajar a Madrid. Creía que yo era el encargado. Se sorprendió cuando le dije que era el dueño", concluye.

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