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Análisis

¿Por qué Madrid y Sevilla ignoran (y desprecian) a Cádiz?

  • La provincia necesita de forma urgente un plan global que solucione nuestros problemas endémicos

Cartel anuncian obras fantasmas en el polígono de Las Aletas en 2012.

Cartel anuncian obras fantasmas en el polígono de Las Aletas en 2012. / Julio González

El conflicto provocado por la enquistada negociación del convenio del sector del Metal en Cádiz, con numerosos y duros disturbios callejeros, ha sido noticia de portada en los medios de comunicación de media España.

Salvo casos muy excepcionales la gran mayoría se ha centrado en la bronca de la calle y de pasada en las discrepancias en el texto del convenio, a la vez que ha ignorado la raiz del problema, que no es otra que la profunda crisis que vive la industria en la provincia desde hace décadas, con la pérdida de miles y miles de puestos de trabajo. La industria y, también, otros viejos puntales de la economía de la Bahía y del conjunto de la provincia.

Este jueves, mientras que los tertulianos debatían en el matinal de RNE el preacuerdo en el convenio, una de las voces atinaba al decir que la provincia sufría un abandono permanente por parte de las administraciones y que sólo cuando una parte de la protesta ha acabo en duros enfrentamientos en la calle, se le ha prestado atención en Madrid.

Lo del abandono permanente lo tenemos asumido en la provincia desde hace mucho tiempo. No ha hecho falta una dura huelga para tener constancia de ello.

Más allá de los que cada año se intenta vender en Madrid y en Sevilla con los presupuestos del Estado y de la Junta, y las cariñosas y elogiosas palabras que sobre la provincia lanzan cada año las ministras y ministros, los consejeros y consejeras que aquí vienen a veranear, nadie puede poner en duda que desde las administraciones que más dinero se maneja y que tienen todos los resortes para imponer soluciones a nuestros problemas, se nos ignora y, también, se nos desprecia como provincia.

Si hacemos una reflexión con mayor recorrido histórico podemos retroceder hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando en España se inició, con retraso, la revolución industrial que se centralizó en el norte del país, mientras que se dejó al sur, y ahí está Cádiz, como granero de trabajadores y como granero de una industria agrícola obsoleta. 

Apuestas industriales, como la llegada de la Ford a Cádiz en los años 20 del pasado siglo, o la aprobación de la Zona Franca, también en esa década, fueron rápidamente torpedeadas favoreciendo siempre a la industrial y burguesa Barcelona. Y no hablemos, décadas más tarde, del vergonzoso cierre de la Tabacalera, una industria nacida en el siglo XVIII en la capital gaditana. Y no entremos en el plan de Las Aletas, con la incapacidad de todos de sacarlo adelante, aún teniente financiación para ello.

Nada de ello ha cambiado en las últimas décadas. Por más que se hayan ido aprobando planes de "urgente reindustrialización", tras las sangrías de diversas reconversiones en la misma industria, en la pesca o en la agricultura y ganadería, ninguna de estas actuaciones han estado acompañadas por un diseño de la provincia a largo plazo, una apuesta por la I+D, una apuesta por la modernización de todas nuestras estructuras sociales y económicas...

Podríamos hacer un listado eterno sobre los temas pendientes en la provincia que están en manos de la Junta y el Estado.

Vale recordar, como ejemplo, la persistencia de los déficit en materia de infraestructuras. Sin una línea de AVE que nos conecte con Sevilla y Madrid; con el Corredor del Mediterráneo parado en la frontera de la región a pesar de ser tan esencial para el Campo de Gibraltar; con una obsoleta carretera nacional como alternativa a una autopista cada vez más colapsada.

Una provincia a la que se le niega un Hospital Regional con la categoría que merece, y acorde con su elevada población; con equipamientos judiciales y policiales extremadamente precarios. O se vacía en parte a San Fernando como referente de la Armada.

Una provincia que se ignora cuando celebra eventos que sobrepasan sus límites, como en su día fue la conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 182, en la que el Ayuntamiento de Cádiz se quedó solo; las grandes concentraciones de veleros y, más recientemente, el aniversario del V Centenario de la Vuelta al Mundo, donde Sanlúcar quedó relegada en favor de Sevilla.

Ya puestos, nos ponen trabas incluso para algo tan esencial como el desarrollo de nuestra Universidad, mientras que se reducen los apoyos financieros a los festivales de todo tipo que se celebran a lo largo del año en la provincia que, por el contrario, crecen para otras capitales de la región y el país. O se obvia un apoyo financiero claro para recuperar nuestro patrimonio histórico, como pasa con las murallas de la ciudad.

Solo en momentos de disputas políticas entre las administraciones, se dan pasos positivos, pero siempre a costa de un gran desgaste ciudadano. Pasó en la capital con el soterramiento del tren, que la Junta se negó a cofinanciar hasta que vio que iba a quedar en evidencia ante el compromiso entre el gobierno central y el Ayuntamiento; o la propia construcción del puente de la Constitución y los numerosos parones sufridos.

Hace unos días, el alcalde de Cádiz, José María González, le remitía una carta a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Le pidió una reunión urgente, a ser posible esta misma semana, para hablar sobre la crisis global de la Bahía. Cuando se elabora esta crónica no hay constancia de que la ministra, figura emergente de la izquierda, haya aceptado la propuesto. 

Pero ya puesto a pedir, González se queda corto, pues tendría que haber incluido en esta petición a la titular de Industria. Y, también, la la ministra de Economía. Y ya puestos, al propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

En este sentido, el alcalde destaca recientemente en un artículo en la revista CTXT: "A un verano y a unos últimos meses en los que se han sucedido las manifestaciones pacíficas, en los que hemos pedido una y otra vez una reunión con las ministras de Trabajo, Industria y Economía sin recibir siquiera una respuesta. Ahora, precisamente ahora, es cuando Nadia Calviño, por fin, se ha asomado al conflicto de Cádiz y no precisamente para apoyar a las plantillas".

Cádiz se merece la presencia de todos ellos para cerrar un plan definitivo de desarrollo global. Si para ello no es suficiente su alta tasa de paro, la marcha de sus jóvenes a otras provincias y países, la descomposición del tejido industrial, la alta tasa de fracaso escolar... por lo menos que piensen que el Estado y la Junta siguen teniendo una deuda desde hace décadas con la provincia de Cádiz. Y que ya es hora de pagarla.

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