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Israel Alonso de Cerbero: "Mi único secreto es que no me importa ganar mucho menos dinero"

  • En la resaca del Día del Libro, el editor isleño habla de la creación y características de un sello que creó hace cinco años en San Fernando

Israel Alonso, editor de Cerbero.

Israel Alonso, editor de Cerbero. / Lourdes de Vicente

Hizo todo lo que le dijeron que no tenía que hacer, sin embargo, el isleño Israel Alonso (San Fernando, 1981) celebraba este sábado su quinto Día del Libro como editor con su sello propio, la editorial Cerbero, una de esas maravillosas rarezas incluso en la industria independiente. Un catálogo literario de ciencia ficción, fantasía y terror, en formato bolsilibro y escrita, casi en su totalidad, por mujeres. Y desde San Fernando. Casi nada.

–Escritor, editor, un pasado de músico... Digamos que de vocación, millonario

–Claro, estoy en todos los palos. Me hubiera gustado también ser ajedrecista, que también se gana muy bien. La verdad es que como músico actué en el Pay Pay varias veces, no me apalizaron en ninguna, y en una de ellas, en el concurso de cantautores, andaba yo un tanto perjudicado y una miembro del jurado se levantó y se fue. Esa miembro de jurado era Carmen Moreno que, tiempo después, me acabaría publicando un libro de relatos, Recetario para combustiones espontáneas, en su editorial, Cazador. Así que de músico no tenía tanto futuro y como escritor y editor, pues un poquito más, pero tampoco me he hecho rico. Carmen Mola, a lo mejor sí, bueno tienen que dividir entre tres...

–¿Lo suyo entonces es por militancia literaria?

–Yo es que llevo toda la vida escribiendo, desde muy pequeñito. Era pedante, de hecho. En el cole en Madrid, donde estuve viviendo entre otros lugares porque mi padre es militar,me pasé todo un curso en clase, podría tener 7 u 8 años, escribiendo mis pamplinas después de terminar la tarea porque un día tuve la genial idea de proponérselo al profesor y él se rió y me dijo, si después lo lees delante de todo el mundo, sí. Como si eso me fuera a coartar... (ríe) La verdad es que todo esto tiene que ver con que empecé a leer muy pronto porque mi madre me enseñó en casa, me leía mucha poesía, y luego también era una casa donde había mucha música, muchísima, con lo que todo está relacionado. Cantautores, por papá y coplas, por mamá. Me he criado entre Aute y Concha Piquer y no he encontrado ninguna diferencia, como no la encuentro entre Bécquer y Quintero, León y Quiroga, de hecho, me gusta más lo que hacían los últimos.

–¿Cuándo supo que lo suyo con las letras iba en serio?

–Mis padres tenían un amigo, Emilio de la Cruz, que tocaba la guitarra y cantaba increíble, un tipo además así canalla, con mucho carisma. Y cuando venía a casa y en algún momento sacaba la guitarra y tocaba, el silencio que se generaba, la admiración, la devoción que mis padres tenían por ese señor y, a la sazón, yo, creo que ahí fue cuando yo dije yo quiero hacer eso. Hacer algo que provoque una reacción en el público. Quiero tener lo que tiene ese señor que está ahí. Entonces escribía, enseñaba lo que escribía, hice teatro, canté, estudié cine para hacer guiones... Así que todo eso que hacía, en realidad, tenía el mismo motor, porque de todo eso, lo que realmente se me daba bien, si es que algo se me daba bien, era escribir.

–Y la edición llegó...

–Llegó cuando me quedé en paro la última vez y volví a decir en voz alta lo que había dicho un millón de veces... “¿Y si monto una editorial?” Mi mujer me animó a lanzarme, además tenía un año de paro y nos planteamos, si en un año no funciona, pues cierro. Y el 1 de noviembre de 2017 pusimos el cartel de se aceptan manuscritos y, por cierto, dos días después teníamos 300 en el mail. Parecía que había ganas... Pero, antes de eso, hablé con varias personas que tenían editoriales y les planteé, quiero montar una editorial de ciencia ficción, fantasía y terror. “Eso no lo hagas, te vas a comer los mocos porque esos géneros no funcionan”. Vale. También comenté que a mí me gustaba mucho lo que eran los bolsilibros de Bruguera, las novelas de a duro que llamaban en su día, y quería resucitar ese formato. De nuevo, “no vayas a hacer eso porque ya lo ha intentado mucha gente y han fracasado”. Pero es que además quiero ponerlos a 5 euros, porque esas novelas eran a duros, y aunque ese precio no lo puedo poner hoy, sí al precio más bajo que pueda tirar y sacarlas de tres en tres. Entonces ya me dijeron directamente “eres tonto porque vas a perder dinero por todos lados y encima vas a saturar el mercado y te vas a hacer la competencia a ti mismo”.

–¿Alguna imprudencia más?

–Sí, una última. Pues voy a publicar autoras porque yo, que necesito deconstrucción como todo el mundo, en ese momento estaba descubriendo mogollón de autoras españolas que yo no conocía de nada, Lola Robles, Nieves Delgado, Sofía Rey..., que no sabía de dónde habían salido y que molaban mucho. Así que pensé que me gustaría publicar a autoras pero también dar voz a los colectivos históricamente silenciados, dar salida al tema LGTBI y, por supuesto, no tolerar que en mi editorial haya obras racistas, machistas, xenófobas... Imagínate lo que me fueron respondiendo la gente con la que consulté... Entre otras cosas, que las autoras no venden y que por eso no había autoras.

–¿Y es cierto?

–Sí y no. Te cuento. Además de lo que me dijeron, yo había leído ya un estudio que hizo Iria G. Parente, que es una superventas de literatura juvenil, que se fue a un FNAC con un cuaderno y en dos columnas dividió libros escritos por señores y libros escritos por señoras. Y el resultado fue vergonzoso. ¿No hay mujeres escribiendo? Pues sí, lo que no había es mujeres publicando. Digo había porque después de 150 libros publicados en algo más de cinco años, y teniendo un catálogo casi entero compuesto por autoras, puedo decir que los que menos venden, al menos en mi sello, son autores. ¿Que puede ser un sesgo de público? A lo mejor, pero es la realidad mía. Y también te puedo decir que todas las personas que me dijeron que no hiciera todo lo que hice, lo han hecho después de mí. A todos no les ha ido bien, y fueron dejando el formato o el precio o el tipo de catálogo con mayor o menor gloria... Mira, Rodolfo Martínez, editor de Sportula, una eminencia en este país, nuestro primer ciberpunkista, en un festival Celsius me dijo abiertamente que me iba a copiar, que él pensaba que no funcionaba pero, que visto que me iba bien, me iba copiar tamaño y precio. Lo hizo aunque abandonó la idea pronto.

–¿Y a usted si le funciona?¿Cuál es su secreto?

–Creo que mi único secreto es que no me importa ganar mucho menos dinero con esto. Yo cuando empecé con la editorial también decidí que iba a pagar a los autores un 20% en lugar de un 10% en papel, decidí que íbamos a pagar un 70% en digital, en lugar de un 10% que es lo que se suele pagar. Le pago a un autor mucho más de lo que paga cualquier editorial de España. Es decir, yo estoy perdiendo dinero por todas partes. Pero es que no me he metido en esto para hacerme rico, mi única intención cuando monté esto fue intentar tener un sueldo yo y que a largo plazo que la editorial crezca y crezca como, de hecho, lo está haciendo cada año. Pero mi intención, sobre todo, era aportar una idea nueva, un nuevo punto de vista al mundo editorial español independiente. Y, supongo, que el segundo secreto es que me puse un antiojeras de burro y me dio igual lo que hicieran los demás. Ni voy a copiar los éxitos de nadie, porque no sé cuál ha sido el proceso para llegar hasta ahí, ni voy a hacer caso a lo que los demás dicen que es un fracaso. A día de hoy Cerbero sigue viva, cada año más fuerte y aunque ahora estamos en el apocalipsis, justo antes del apocalipsis, en la vieja normalidad, publicamos La guerra de Dios, de Kameron Hurley, una autora norteamericana muy conocida que pudo publicar con cualquiera y lo hizo con nosotros porque le gustaba nuestro rollo, y nos la trajimos de gira a España. Pues esas son las victorias, ese es el dinero que yo gano.

–¿Cómo es la relación de Cerbero con el público?

–La gente ha estado encantadísima con nosotros desde el principio. Nos hemos metido en muchas guerras, nos hemos peleado con nazis en redes, hemos hecho todo lo que se supone que no tienes que hacer. Pero hace poco una persona que trabaja para grandes empresas como analista de redes me dijo que no era consciente de que Cerbero había cambiado la manera de comunicarse de la mayoría de editoriales independientes de este país. Cerbero llegó a twitter y no parecía una empresa sino algo muy divertido, contestando “mimimimi¡¡” cuando alguien se quejaba de algo, con un trato muy cercano, que es lo que provocó que de un día para otro creciéramos. Nosotros llegamos a las redes utilizando un lenguaje inclusivo, diciendo “nosotres”, imagina la avalancha de nazis y la tormenta de hostias... Y ahora creo que no hay ni una sola editorial independiente en este país que no utilice el lenguaje inclusivo en redes. No lo inventé yo, desde luego, no sé si lo puse de moda, a lo mejor ni siquiera eso, pero sí estoy seguro que hubo quien dijo, “si esta gente puede hacerlo y no paran de subir, a lo mejor podría intentarlo yo también”. Y eso está guay.

El editor de San Fernando Israel Alonso (Cerbero). El editor de San Fernando Israel Alonso (Cerbero).

El editor de San Fernando Israel Alonso (Cerbero). / Lourdes de Vicente

–Pero poner en marcha una editorial dedicada a la ciencia ficción, el terror y la fantasía desde el sur, desde San Fernando, no ha tenido que ser nada fácil, ¿no?

–Ha sido muy duro. La realidad sin tapujos es que la única presentación de Cerbero en Cádiz capital que ha funcionado de verdad es una que tuvo lugar recientemente, la de Cabezología, y sospecho que por una labor de pico y pala por parte del coautor, José Roa, y mía, que estuvimos haciendo minería industrial con el público y con los medios. Porque yo he hecho presentaciones en Cádiz donde había dos personas. En San Fernando, no te digo nada...

–¿Y fuera sí le funcionan las presentaciones?

–Pues cuando voy a Madrid tengo que hacer cuatro días para que me quepa la gente. Sin ir más lejos, este jueves (por el pasado)me vuelvo a ir a Madrid y estoy hasta el domingo (por hoy) con un evento en un teatro en La Latina con entrada (10 euros), es decir, la gente paga por venir a ver a la editorial, y nos quedarán unas cinco por vender. Este mismo evento lo hicimos en enero y se vendió entero, por eso lo repito. Son charlas temáticas, talleres de buscar tu voz literaria, de consejos para la gente que está empezando, representación de colectivos minorizados en la literatura, presentaremos las novedades que salen este mes, todo lo que nos gusta...Son 17 horas de evento que monta Cerbero del que sales entretenido y aprendido (ríe). Antes, el viernes de manera gratuita, en el Beer Station estoy con un Véndeselo a Cerbero, que básicamente es que yo me siento delante de una mesa y viene la gente a traerme proyectos y es algo que funciona muy bien y, de hecho, ya hemos sacado algún libro de esa experiencia, y después hacemos en directo dos podcast conocidos, Lumak, que estuvo a punto de ganar el Premio Ignotus el año pasado a la producción audiovisual, y el otro Los Cerros de Úbeda, que es uno de cachondeo que tenía yo hasta hace muy poco y lo vamos a retomar ese día en directo.

–Y esto sería inviable en Cádiz

–Sólo sería viable si el Ayuntamiento lo pagara. Yo asumo el riesgo de alquilar una sala de un teatro en Madrid, ¡en Madrid!, que estoy seguro que me saldría más barato alquilarla aquí, pero, ¿tú crees que va a ir alguien?... Y más pagando...

–Su público está fuera, entonces

–Pues la verdad es que desde el primer año de la editorial nos funcionaron siempre muy bien las reuniones en Madrid. Yo hacía una cosa que era #Cerbero que era concentrar toda una serie de eventos en un día para luego terminar con el público haciendo un picnic en El Retiro. Y ya ahí venía muchísima gente... Es que esta editorial lo que ha tenido es un fenómeno fan. Yo dije en twitter, y esto que te cuento es muy en serio, le regalo el catálogo entero de por vida al primero que se tatúe el logo de la editorial. Y tengo a dos personas, uno en Madrid y otro en Barcelona, que lo tienen uno en la muñeca y otro en el muslo. Y ese es el rollo de la editorial, que es una especie de familia con el público, con nuestros más y nuestros menos, como en toda familia que se precie. El público vienen a nuestras presentaciones no a escuchar a tres señores hablando que molan, sino al cachondeo, yo presento a los autores gritando, como se presenta a una banda de rock and roll. El Celsius, que es el mejor festival que tenemos en España de todo esto, cuando llega la presentación de Cerbero en la carpa grande, yo ya llego sin voz después de tres días vendiendo libros. O luego también tenemos al Cerbero cervecero que es una fiesta multitudinaria en Avilés hasta con karaoke, conciertos, y en la edición de 2018, hasta su cortador de jamón puse... Es que tenemos gente muy entregada, gente muy joven, un público diverso, racializado y que se siente cómodo en un entorno que no había tenido nunca dentro de la literatura... Mira, ese es el tercer secreto, que si tú hablas con honestidad, no tienes un palo metido en el culo, no tratas al público como si fuera imbécil, le pones unos libros accesibles y no le robas, pues la gente te responde.

–Cerbero lleva varios años acudiendo a la Feria del Libro de Cádiz, ¿qué le parece?

–Pues que tiene sus pros y sus contras y, como ocurre en tantas otras cosas, a veces, la persona que se encarga cada año del evento se centra más en intentar destacar por encima del anterior que en mejorar en sí la Feria. Así que nos encontramos con una Feria que está muy bien, mucho mejor que otras ferias de la provincia, pero que podría estar mucho mejor. También se mejorarían mucho los eventos de este pueblo si nos acordáramos de la pandemia que nos obligó a que todo lo que hacíamos fuera digital. Está claro que no hay que perder lo físico pero habilitar las opciones que te da lo virtual te proporciona, entre otras cosas, la posibilidad de inclusión de personas que no pueden acceder a la cultura si no es por medios digitales. También ocurre que en Cádiz tenemos el problema que siempre se apuesta siempre por ciertas cosas, Carnaval y Semana Santa, y en San Fernando, Camarón, Carnaval y Semana Santa, y lo demás queda relegado a un segundo, tercero, cuarto o quinto plano. Yo llevo 3 o 4 años en la Feria del Libro y en ninguno de ellos he visto al señor alcalde acercarse a saludar a los libreros, al alcalde al que, por cierto, de vivir en Cádiz, lo habría votado, pero de verdad que no lo he visto en los stand. Y pienso que la Feria del Libro de Cádiz se merece darle más importancia que otros proyectos a los que sí se le dan medios y dinero.

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