Ayer, jueves 9 de mayo, falleció en Madrid José Enrique Varela y Ampuero, II Marqués de Varela de San Fernando, tras librar durante meses una larga y silenciosa guerra contra el cáncer.

Militar y empresario, ha emprendido el largo viaje con la discreción que siempre le caracterizó, cuando todavía contaba 69 años de edad.

Primogénito del bilaureado general Varela, ministro del Ejército e hijo predilecto de San Fernando desde el año 1923, sus primeros pasos estuvieron encaminados hacia la milicia, siendo habitual verlo de niño en las procesiones gaditanas vestido de legionario, cuyo título de honor ostentaba con orgullo.

Ingresado como caballero cadete en la Academia General Militar de Zaragoza siguió los pasos de su padre al escoger el arma de Infantería y finalizar sus estudios castrenses en la Academia de Toledo.

Hombre de profundas convicciones patrióticas y amor al Ejército, tuvo que abandonar el servicio activo para poder hacerse cargo de la gestión del patrimonio familiar, que procedía de su madre, Casilda Ampuero y Gandarias.

Reconvertido en empresario, hizo gala de un gran dinamismo y sagacidad en el mundo de los negocios, haciéndose un hueco respetable en ese difícil y siempre complicado espacio.

De limpia y transparente mirada irradiada desde sus penetrantes ojos azules tenía la virtud de la oratoria seductora alejada de toda pedantería. Caballeroso, gentil, correcto, educado, amable, atento y siempre sonriente, con cierto toque de ironía contagiosa, se convertía en el compañero ideal para charlas y tertulias.

Enamorado de Cádiz y muy especialmente de la Isla, de cuya Venerable Hermandad de la Soledad era hermano mayor honorario, siempre que podía las visitaba con su natural discreción, dejándose ver tan sólo en aquellos tradicionales establecimientos del buen comer que tanto apreciaba.

De la mano de su hermana Casilda contribuyó a la cesión del legado histórico de su padre, constituido por cien mil documentos, diez mil fotografías y un millar de libros, al archivo y biblioteca municipal de Cádiz. Ello ha posibilitado ya una tesis doctoral, tres libros y una veintena de artículos y trabajos académicos por historiadores e investigadores.

Cuando apenas le faltaban unos meses para alcanzar las siete décadas de vida nos ha dejado en silencio, sin alboroto alguno, con la sonrisa en sus labios, para descansar hasta el día del juicio final con su padre, al que la enfermedad le arrebató cuando tenía tan sólo siete años de edad, y a su madre, que fue su gran mentora y protectora. Aquí ha dejado a su compañera Viviana, a Casilda, su querida hermana del alma, a sus tres hijos José Enrique, Bruno Mauricio y Yago, así como a toda una legión de amigas y amigos que nunca lo olvidarán, mañana sábado lo despedirán en la Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo de San Fernando.

Descanse en paz.

Jesús Núñez