Cádiz

Emilio López Mompell

  • El galardón otorgado por el Diario de Cádiz quiere reconocer a la vez al Carnaval más genuino y genial, y honrar la memoria del periodista más gaditano.

 A ver. Ya sabemos que no habría que explicar por qué Diario de Cádiz crea un Premio Emilio López, y por qué este galardón quiere otorgar su reconocimiento a "la copla más gaditana" que se interprete sobre las tablas del Teatro Falla en el Concurso de Agrupaciones Carnavalescas. Lo sabemos, pero nos complacemos en recordarlo. El nombre del periodista local más local que ha visto esta ciudad trimilenaria va unido a ese concepto de gaditanía que pocos podrían explicar y todos entender. A veces eso inexplicable se concentra en un nombre y dos apellidos. Ocurre, ha ocurrido con Emilio López Mompell. Otras veces, el concepto casi mágico se expande, a la manera más gaditana, en un conjunto de versos y notas musicales, en una copla. Así pues, recalcamos lo obvio de la motivación de este Premio: Cádiz se puede escribir con C de Carnaval, pero también con dos iniciales, E.L.

Emilio puso su cuerpo, su mirada tras la gafa bajada y su voz de bajo operístico al periodismo de proximidad antes de que los teóricos de la comunicación inventaran este nombre para enseñárselo a las nuevas generaciones de profesionales. 

 

Cuando Emilio dejó de venir por el Diario, la única vez en su vida que se había dado de baja, llevaba acumulados casi 40 años del oficio de contar la vida de Cádiz. "Eso es lo que hay que hacer, contar lo que pasa. Los textos bonitos están muy bien, pero somos periodistas, tenemos que enterarnos de las cosas que pasan, y contarlas", decía siempre el maestro, como recuerdan hoy algunos de sus compañeros en las palabras que dedican a su memoria presente en los textos que encabezan estas páginas.

 

No va en su demérito, sino todo lo contrario, el constatar que en realidad las noticias venían a buscarle a él. Era un espectáculo acompañarle por las calles de Cádiz y confirmar la leyenda. Las fuentes informativas más diversas se le acercaban a su paso, haciendo del camino a su casa un trabajo periodístico de campo, para relatarle, recordarle, confiarle asuntos de todo pelaje. Las otras fuentes, las buenas, las que él llamaba sus pavarotti, eran más discretas. Le cantaban un poco más a escondidas sus revelaciones, para que él, casi sin darse importancia pero sabiendo el calibre de lo que aportaba en ese momento a la redacción, soltara esa frase ufana: "Me ha dicho un pavarotti..."

 

De qué manera Emilio era Cádiz lo ponían en evidencia su cuna, en la mismísima calle Marqués de Cádiz; su pertenencia a tres hermandades, las del Nazareno de Santa María, Rocío y Sanidad; su carácter de pregonero de la Semana Santa, su dedicación vital e informativa al mundo de las Cofradías, que no contradecía sino que completaba de una manera natural su vinculación con la parte más comprometida de la Iglesia. Dudo que él pudiera concebir haber nacido en otro sitio que no fuera Cádiz, y estoy seguro de que no gustaba especialmente de ese dicho copiado de que el gaditano nace donde la da la gana. Pero, a la vez, no recuerdo en él esa presunción del que cree como verdad revelada que no hay nada mejor que Cádiz.

 

Miraba muchas veces desde los balcones del Fénix al muelle, para lamentar la escasez de tráfico a la vez que te revelaba algún detalle marinero que tú no podías ni siquiera atisbar, sencillamente porque no eras Emilio López ni sabías de la vida de los prácticos, ni de la de los amarradores, ni de los amaneceres en el Lucero o en La Bella Sirena. Todo lo contrario de la autocomplacencia, no me lo imagino ni siquiera pensando en que "no todo el mundo puede ser de Cádiz". Y tengo para mí, él me lo perdone, que incluso se callaba más de un reproche a los gaditanos, por no herir la fama de su rincón del mundo más querido.

 

Por todo esto, sus compañeros de la empresa que ha sido su casa durante toda su vida profesional, el Diario, pensaron el mismo día en que nos dejó que había que crear un Premio Emilio López. La dirección hizo en seguida suyo el proyecto. Emilio era todo Cádiz, como periodista que mejor ha entendido y representado el espíritu de la ciudad. La expresión popular más genuina e universal de la Tacita es el Carnaval. Así que la ecuación estaba planteada y resuelta a la vez. El premio debería otorgarse dentro del mundo de esta fiesta. Así nació el Premio Emilio López a la copla más gaditana.

 

En el certamen participan, sin necesidad de incripción y por el mero hecho de cantar, todas las agrupaciones que intervienen en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas. La copla premiada saldrá cada año elegida entre las composiciones que se interpreten sobre las tablas del Falla, y en cualquiera de sus fases y modalidades. Lleguen a donde lleguen en el concurso. Según las bases publicadas por este diario, el tema de la copla -ya sea pasodoble, tango o cuplé- debe hacer referencia a la ciudad de Cádiz, y se premia el ingenio a la hora de resolver el asunto, el giro sorprendente y la calidad literaria, entre otras cuestiones que realcen el gusto y el gaditanismo de los versos. 

 

El jurado está compuesto por los integrantes del Jurado Diario del Diario del Carnaval, más el periodista de este medio que cubra las crónicas del Concurso, más un miembro de la familia del periodista, más un miembro de la Redacción del Diario del Carnaval que hace las labores de secretario y más el director del Diario. 

 

El fallo se da a conocer en el  plazo de la semana siguiente a la finalización del Concurso Oficial de Agrupaciones. Este tipo de composiciones honran al Carnaval de Cádiz al mismo que la memoria de un gaditano ilustre, nuestro compañero.

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