¿A dónde van los grandes yudocas cuando mueren?
Cádiz| Nomenclátor
La familia de Raúl Calvo insiste en solicitar que reciba su nombre la calle de su gimnasio
Temen que desaparezca para siempre la que tiene en el solar abandonado de las casitas bajas
Calle Raúl Calvo, Cádiz. La tierra y los escombros de la demolición de las conocidas como casitas bajas tienen sepultada en un solar vallado y abandonado la modesta vía con la que un día la ciudad quiso homenajear a Raúl Calvo Clavero.
A sus 20 años, Raúl Calvo fue el mejor de los yudocas gaditanos de todos los tiempos y una promesa internacional en su disciplina, representando a España en los Campeonatos de Europa. Era el fruto de una carrera fulgurante que le llevó a ser el cinturón negro segundo dan más joven del país.
Un fatal accidente durante un combate acabó con su vida el 5 de noviembre de 1971 en Madrid con tan solo 20 años recién cumplidos. Había ido a participar en unos exámenes de grado. “Todas las bazas estaban a su favor. Sus combates eran los mejores. En el último de ellos, a punto ya del triunfo, Raúl proyectó una llave. La proyección fue mortal...”, informó entonces Diario de Cádiz, que incluyó su semblanza en Un siglo en papel.
La noticia conmocionó a la ciudad. Su capilla ardiente se instaló en el entonces Pabellón Fernando Portillo, donde lo velaron cientos de jóvenes. Era el máximo aspirante al título de Mejor Deportista de Cádiz. Y antes de ser enterrado, el gobernador civil le impuso la Medalla de Plata al Mérito Deportivo.
El Campeonato Internacional de España Junior lleva hoy su nombre –Memorial Raúl Calvo–, al igual que el Premio Anual a la Deportividad que otorga la Real Federación Española de Judo y Deportes Asociados.
A partir de la 18ª edición del Memorial Raúl Calvo –en 1989– se instauró el Premio Presidente Carlos Calvo Chozas, en honor a su padre, que encabezó la Federación Española de Judo durante 25 años.
Raúl Calvo recibió la Medalla de la Ciudad y por acuerdo plenario se refrendó una petición popular respaldada por 16.000 firmas para que se rotulase una calle con su nombre. Desde entonces, generaciones de niños, jóvenes y adultos han aprendido los secretos y valores de este arte marcial en el gimnasio de la calle Dorotea, dirigido por su hermano Carlos Calvo.
Hoy sus familiares temen que por cosas del urbanismo, el abandono y la desmemoria, desaparezca del todo la modestísima calle con la que le rindió homenaje la ciudad en las casitas bajas. Por eso desde hace ya más de tres años vienen solicitando al Ayuntamiento que se traslade a Dorotea la calle que hoy lleva su nombre. En mayo de 2015 fue su hermano Carlos quien lo recordó en una entrevista que mantuvo con este periódico. Ahora es su sobrino, Raúl Calvo, como él, quien lo hace.
Raúl Calvo asegura que este verano, el concejal de Urbanismo, Martín Vila, acogió con la mejor de las predisposiciones esta propuesta de traslado del nombre de una calle que ya existe a otra. Pero que todavía no han mantenido un segundo encuentro para concretarlo.
“Entendemos que haya que emprender unos trámites relacionados con el Nomenclátor, pero estamos seguros de que no habrá ningún problema. Sobre todo porque no se trata de dedicar una nueva calle, porque ya existe la dedicada a mi tío, con todos sus méritos justificados y todo el respaldo popular y municipal que ya logró, sino de cambiarla de ubicación”, insiste el sobrino del gran yudoca gaditano.
El misterio de Dorotea
Nos ha costado recabar datos sobre la Dorotea que hoy da nombre a la calle donde está el Gimnasio Raúl Calvo. Y parece seguro que no tiene nada que ver ni con la “bellísima Dorotea” de El Quijote ni con La Dorotea de Lope de Vega.
En Calles y plazas de Cádiz (1912), Carlos Smith sostiene que el nombre de Dorotea data de 1888 y procede de una tienda de vinos que estableció en la zona conocida como el Arrecife Antonio Agudo. El industrial rotuló la tienda con el nombre de su madre, María Teresa Gómez de Dorotea. Y la tienda y luego la calle pasaron a llamarse Dorotea.
Otra versión es que podría responder al nombre de la esposa del propietario de un bar que había en la esquina con Antonio Accame, que se llamaba precisamente La Palma de Dorotea, según un compendio del callejero gaditano que se publicó hace algunos años.
Como curiosidad aparte, conviene recordar que el nombre de Raúl Calvo sustituyó en su momento al de Héroes de Júzcar. Y es que todas las calles de las casitas bajas, que se construyeron en los terrenos del antiguo velódromo, al principio se nombraron con letras, pero posteriormente se rebautizaron con nombres relativos a la Guerra Civil. En honor siempre, claro, del bando vencedor que se sublevó contra el gobierno de la II República Española.
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